Entorno

China: la fábrica del mundo y promesa del consumo pierde el favor internacional

Exportaciones en negativo, consumo debilitado, deflación, población menguante y creciente desempleo completan el cuadro macro de un país clave para la industria de la moda.                                                          

China: la fábrica del mundo y promesa del consumo pierde el favor internacional
China: la fábrica del mundo y promesa del consumo pierde el favor internacional
Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el PIB de China moderará su crecimiento en los próximos años, con un alza del 4,6% en 2024 y del 4,1% en 2025.

C. Sanchis/P. Riaño

31 ene 2024 - 05:00

En un año marcado por procesos electorales en todo el mundo, conflictos geopolíticos y la persistente incertidumbre macroeconómica, ¿a qué retos se enfrentan las principales economías del mundo? La serie Mercados estratégicos hace una radiografía de las principales potencias mundiales y analiza cuál es su relación con España, así como los principales desafíos a los que se enfrentan en los próximos años.

 

 

Mercados estratégicos

Radiografía de un mundo global

 

 

Valentía, inteligencia, salud, prudencia y abundancia. Estas son las características que, según el horóscopo chino, tiene la rata de metal. Este animal es el que marcó 2020, que debía ser el año del despegue definitivo de China. Sin embargo, la crisis derivada de la pandemia del Covid-19 representó una paralización sin precedentes de la economía del país. En 2024, el año lunar 4722 está representado por el dragón de madera, símbolo de fuerza, sabiduría, nobleza y buena fortuna, en un momento crítico para la economía china: la confianza en el gigante asiático flaquea dentro y fuera del país.

 

Había un tiempo en que todo el mundo daba por sentado que China iba a seguir creciendo, año tras año, por encima del 7%. Es lo que sucedió, de forma continuada, entre 1991 y 2015, décadas de despegue económico sin precedentes del país. En 2022, el Producto Interior Bruto (PIB) de China aumentó sólo un 3% y, aunque en 2023 el crecimiento se elevó hasta el 5,2%, debilidad inmobiliaria, consumo a la baja, deflación y presión demográfica se presentan como los principales nubarrones de la fábrica textil del mundo y la gran promesa para la distribución de moda.

 

La dudosa gestión del Covid-19, basada en el férreo control de la población y en una paralización de las entradas y salidas del país, puso de relieve las carencias de un régimen contra el que parecía que no había oposición posible. A finales de 2022, un folio en blanco se convirtió en símbolo de las protestas de jóvenes y estudiantes contra esta política: aunque las concentraciones no pasaron de centenares de participantes, representaron un inédito aviso para navegantes.

 

 

 

Según las previsiones publicadas ayer por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el PIB de China moderará su crecimiento en los próximos años, con un alza del 4,6% en 2024 y del 4,1% en 2025. “Es preciso aumentar la eficiencia de la coordinación multilateral, entre otras cosas, para facilitar la resolución de la deuda, evitar las situaciones críticas causadas por el sobreendeudamiento y crear espacio para las inversiones necesarias, así como para mitigar los efectos del cambio climático”, señaló el FMI.

 

La bonanza económica, bálsamo contra el malestar político en cualquier sociedad, se resquebraja en el país que ha inventado el llamado capitalismo de estado: en el arranque de 2024 el consumo cae, la producción industrial avanza débil y hasta las exportaciones muestran inéditos signos negativos. El Gobierno de Xi Jinping tiene además recursos limitados para estimular la economía porque teme una escalada de la deuda tras años de crecimiento desbocado: en 2022, la deuda pública creció cerca de cinco puntos, hasta el 77,1% del PIB del país, mientras que la deuda privada supone ya cerca del 30% de la de todo el planeta.

 

 

La Oficina Nacional de Estadística (ONE) de China apuntó a un crecimiento del 4,6% en la producción industrial de China en 2022. Es un punto más que en el año anterior, pero es una magnitud muy alejada todavía de los niveles de 2021, cuando creció un 9,6%.

 

En diciembre de 2023, la producción de la industria marcó sus máximos anuales, con un crecimiento interanual del 6,8%, empujada por segmentos como la producción de células fotovoltaicas, los vehículos eléctricos o los equipos de generación de energía, grandes motores del dinamismo industrial.

 

 

 

 

En paralelo, las exportaciones de China comienzan también a dar signos de agotamiento. En 2023, las ventas al exterior del país cayeron por primera vez en siete años, con un retroceso del 4,6% respecto a 2022, hasta 3,38 billones de dólares.

 

Se trata del primer descenso anual desde 2016, cuando las exportaciones chinas retrocedieron un 7,7% a cierre de año. La evolución de las exportaciones en 2023 estuvo condicionada por una contracción a doble dígito en las ventas de tierras raras (China es el mayor productor del mundo de estos minerales estratégicos) y aluminio.

 

La ralentización global ha terminado pasando factura al comercio internacional de la fábrica del mundo, con una menor demanda de sus productos. Las compras de Estados Unidos a China retrocedieron un 13% en 2023, y las de la Unión Europa y las de otros países del Sudeste Asiático evolucionaron en el mismo sentido. Sólo Rusia aumentó sus compras a China, en concreto un 47%.

 

Las exportaciones, pilar de la economía china, han dejado de ser suficiente para incentivar la demanda doméstica. El punto de inflexión en la economía china es tal que inquietan incluso problemas que parecían sólo propios de Occidente, como el desempleo, especialmente el juvenil.

 

 

 

Según los últimos datos proporcionados por el Gobierno chino, la tasa oficial de desempleo entre los jóvenes de China alcanzó en junio un nuevo máximo histórico, escalando un 21,3%. El desempleo juvenil en el país asiático lleva desde 2022 subiendo, motivado por una reducción de las contrataciones por parte de las empresas.

 

El sector tecnológico, que un primer momento fue una vía de empleo para las personas más jóvenes, se ha blindado en los últimos años, dejando de ser una opción para los recién graduados. Tras publicar las cifras de junio, el Gobierno chino anunció que dejaría de reportar los datos de paro.  

 

Según los últimos datos proporcionados por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) de China, los trabajadores del sector de la moda crecieron un 4,4% en 2022. Los datos, que muestran el número de empleados dedicados al comercio minorista y mayorista, señalan que en 2022 había 60.630 personas dedicadas a estas actividades.

 

 

El gran problema para los líderes del Partico Comunista de China, poder hegemónico en el país, es no obstante la creciente desconfianza interna, que ha llevado a un débil consumo y a una inédita deflación que preocupa a los economistas.

 

Mientras los bancos centrales de medio mundo intentan apagar la inflación, China lucha contra la caída de precios. En noviembre, el Índice de Precios al Consumo (IPC) del país registró el mayor descenso desde 2020.

 

“La situación de deflación en China se está agravando por el triple golpe que suponen los precios internos de los alimentos, las correcciones de los precios internacionales del petróleo y la debilidad de la demanda interna -señalaron los analistas de Citi en un informe-; los signos de debilidad de los precios se están extendiendo ahora de los bienes a los servicios”.

 

El desplome del mercado inmobiliario y la baja confianza de los consumidores están detrás de la debilidad de los precios, contra lo que China lleva luchando a lo largo de 2023.

 

La crisis de la inmobiliaria Evergrande es el mayor ejemplo de la situación del mercado inmobiliario en China. La empresa, convertida en el promotor inmobiliario más endeudado del mundo, encara la liquidación, después de haber incumplido sus pagos en 2021. La caída de Evergrande ha impactado en toda la economía del país y, sobre todo, en la confianza de los inversores.

 

 

 

 

El crecimiento de China ha estado impulsado, durante décadas, por un rápido crecimiento de la población y por la urbanización del país. De hecho, el sector inmobiliario copaba alrededor del 30% del PIB del país y las familias sustentaban su riqueza en el ladrillo.

 

Sin embargo, en 2020 el Gobierno del país intervino contra el endeudamiento excesivo de los promotores con el objetivo de rebajar la burbuja inmobiliaria, lo que ha provocado la quiebra de docenas de compañías inmobiliarias y la caída de los precios. En diciembre, el precio de la vivienda nueva registró el mayor descenso en nueve años

 

Con la economía ralentizada, la población presiona. En un país que impuso la política del hijo único para contener su demografía, en 2023 la población china descendió por segundo año consecutivo, con más fallecimientos que nacimientos.

 

A cierre de 2023, la población de China se situó en 1.400 millones de personas, con once millones de muertes (600.000 más que en 2022) y nueve millones de nacimientos en los doce meses anteriores.

 

Los expertos anticipan ahora mayores caídas de población en los próximos años como consecuencia de la política Covid-zero del país. Si en los ochenta el país impuso la política del hijo único, ahora la población china mengua, después de retroceder en 2022 por primera vez en sesenta años.

 

 

A nivel geopolítico, la tensión con Taiwán es el gran nubarrón en el horizonte no sólo para China, si no para todo el mundo. El pasado 13 de enero tuvieron lugar en Taiwán las elecciones presidenciales, que ganó el presidente Lai Ching-te, contrario a un acercamiento político con la República Popular de China.

 

Una posible invasión de China a la isla, estratégica en la industria electrónica global (en Taiwán se fabrican actualmente el 60% de los chips a escala global), es uno de los riesgos geopolíticos globales. China ha intensificado en los últimos años la presión militar para hacer valer sus reivindicaciones de soberanía sobre Taiwán. “La reunificación de la madre patria es una inevitabilidad histórica”, Xi Jinping el pasado 31 de diciembre en su discurso de Año Nuevo.

 

 

china recurso edificio 980

 

Desde la liberalización del comercio en 2005, China es el mayor exportador mundial de prendas de vestir del mundo, aunque en los últimos años ha reducido su importancia: si en 2010 copaba un 36,6% del comercio del sector, en 2022 su aportación se redujo hasta el 31,7%, según datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

 

Las exportaciones totales de ropa ascendieron en 2022 a 576.000 millones de dólares, y las de textil, a 339.000 millones. Del total, un 31,7% correspondió a China, seguida por la Unión Europea (27,1%) y Bangladesh (7,9%). En 2022, según datos de la OMC, China exportó 182.000 millones de dólares en ropa.

 

Sin embargo, China ha perdido fuelle en los últimos años entre los diez mayores exportadores del sector, una clasificación en la que han irrumpido con fuerza países como Camboya y Estados Unidos. 

 

El país asiático vende moda a España por valor de 6.325 millones de euros, según los últimos datos proporcionados por Icex España Exportaciones e Inversión (que comprende los primeros once meses de 2023). China es históricamente el principal proveedor del país, por encima de Bangladesh, que vendió a España moda por 3.124 millones de euros en el mismo periodo.

 

La relación no es bilateral, España vende moda a China por valor de 392,39 millones de euros, siendo este su mercado número catorce, por detrás de México y antes que Rumanía. China ha sido históricamente la superpotencia industrial a escala mundial. Actualmente, su peso en la industria global es el del 35%, en comparación con el 12% que copa Estados Unidos o el 6% que copa Japón.

 

El textil ha sido desde siempre sus principales exportaciones, un sector sustituido ahora por otros como la electrónica, en el primer puesto. Ahora, el sector inmobiliario y de infraestructuras suponen alrededor de un 30% de la economía del país.

 

 

 

 

El gigante gallego y primer grupo de distribución del mundo, Inditex, opera en China con una red comercial de 242 tiendas, con las cadenas Zara, Massimo Dutti, Oysho y Zara Home. La firma del grupo que más presencia tiene en el país es Zara, que cuenta con 119 tiendas en el país asiático, seguida de Massimo Dutti, que tiene 54 establecimientos en el mercado.

 

Mango, por su parte, cerró todas las tiendas en el país en 2022, alegando que era un mercado “poco atractivo”. Ahora, la empresa sólo distribuye sus productos en el país a través del canal online.

 

H&M, el segundo mayor grupo de distribucióndel mundo, opera en China con 376 tiendas, un recorte de más de 200 establecimientos comparado con la red comercial que la empresa tenía antes de la pandemia. En el conjunto de Asia la compañía cuenta con una red comercial de 1.143 tiendas.