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Júlia Boada (Sumar): “Por qué esperar a la Unión Europea cuando podemos ser pioneros”

La diputada catalana de En Comú Podem, integrada enel grupo Sumar, registró este fin de semana una proposición no de ley en el Congreso con la que emplaza al Gobierno a reunirse con los principales distribuidores del sector.

Júlia Boada (Sumar): “Por qué esperar a la Unión Europea cuando podemos ser pioneros”
Júlia Boada (Sumar): “Por qué esperar a la Unión Europea cuando podemos ser pioneros”
“El foco no está en la industria textil, sino en todos los sectores”, ha defendido Júlia Boada, diputada catalana de En Comú Podem, integrada enel grupo Sumar.

C. Sanchis

16 ene 2024 - 05:00

Vender menos cantidad, pero de una calidad mayor. Ese es el objetivo que deberían tener los principales distribuidores de moda de España, según la diputada de En Comú Podem (integrada en Sumar), Júlia Boada. Con una oleada legislativa en materia de sostenibilidad desde Europa, que se materializará en los próximos años, la delegada del grupo parlamentario aboga por reindustrializar España y destaca la importancia de elementos como la energía solar o eólica para diferenciarnos de “nuestros vecinos europeos”. Boada, que registró este fin de semana una proposición no de ley en el Congreso con la que emplaza al Gobierno a reunirse con los principales distribuidores del sector, considera que el cambio de modelo en el sector no tiene que ser “sólo basado en las acciones individuales de los consumidores, sino que la industria tiene un papel clave y es importante sentarnos con todos los distintos actores”.  

 

Pregunta: Antes de la presentación de la proposición no de ley, ¿se han reunido alguna vez con las marcas del sector?

 

Respuesta: No, no nos hemos reunido nunca con el sector de la moda y de hecho es uno de los objetivos. El primer paso es impulsar esta iniciativa y, una vez impulsada, evidentemente sentarnos con los líderes del sector porque en este caso, y como todo lo que tiene que ver con la transición ecológica, la industria es clave para hacer esta transición.

 

 

P.: ¿Qué quieren cambiar del sector?

 

R.: Básicamente descarbonizar la industria de la moda, porque según Naciones Unidas es la segunda más contaminante y la responsable del 10% de las emisiones totales y de las que más agua consume. Se calcula que el 20% de la contaminación del agua proviene de los procesos textiles, por lo que la idea es cómo repensar esta industria para hacerla más sostenible y cambiar el modelo lineal. Ahora, la ropa se produce, se usa y se tira y eso es un hecho completamente insostenible porque consumimos mucha más ropa. Hay un dato muy clave para entender esto: de 2000 a 2025 se ha duplicado la producción de ropa en la Unión Europea hasta casi 26 kilos por persona. Este modelo de economía lineal no funciona y tenemos que ir hacia una economía circular que consiste en basar la producción en materiales reciclados o sostenibles, para acabar con los textiles químicos o de origen de los combustibles fósiles. También es importante revisar la producción, por ejemplo, con el algodón (que necesita un uso extensivo de agua y muchas veces va ligado a un sobreuso de los fertilizantes con impacto directo en los suelos). Que el textil sea de más calidad, porque eso nos permitirá darle una vida más larga a la ropa o, incluso, una segunda vida. Ahora, la ropa de segunda mano tiene más aceptación en la gente joven, así como reparar y cambiar prendas. También es importante que las prendas tengan la capacidad de ser recicladas, reutilizarlas o destruidas de manera que no sean dañinas para el medio ambiente.

 

 

P.: Decirle a una empresa que venda menos, ¿no es un poco contranatural?

 

R.: El mensaje no es vender menos, sino producir de manera más sostenible. Si vender menos quiere decir menos cantidad sí, porque la cantidad es el verdadero problema y la mala calidad. El objetivo debe ser vender menos cantidad, pero a una calidad mayor y, por lo tanto, que los beneficios de las empresas sean bastante similares.

 

 

P.: Una parte notable de las ventas de moda en España corresponde a hipermercados y supermercados. ¿También pedirán reunión con Alcampo y Lidl?

 

R.: Sí, claro, lo importante es hablar con todo el mundo. Este cambio de tendencia y de modelo no tiene que estar sólo basado en las acciones individuales de los consumidores, sino que la industria tiene un papel clave y es importante sentarnos con todos los distintos actores y en todas las fases de la cadena de producción textil sin ningún problema.

 

 

 

 

P.: Se produce demasiada ropa. ¿Cuánto sería razonable producir?

 

R.: El consumo de 26 kilos de ropa al año en Europa por persona me parece increíble. No soy experta y no sé si hay una cantidad de kilos adecuada, pero está claro que esto es demasiado. El problema, además, es qué se hace con esta ropa una vez está usada. En España sólo el 12% de los residuos textiles se recogen selectivamente y le damos un recorrido, mientras que la media europea se sitúa en el 38%. Por lo que no es tanto el número de kilos o qué cantidad de ropa se debe producir, sino un recurso responsable y la idea de la circularidad, de que la ropa tenga una segunda vida sea en forma de reciclaje, de reutilizarse o de destruirse de manera adecuada. Hay otro elemento que nos preocupa y es que gran parte de esta pequeña proporción de ropa va a parar al sur global, a vertederos ilegales y se queman los residuos a campo abierto, lo que es una gran fuente de emisiones. No es tanto qué cantidad consume cada uno, sino mirar de manera global.

 

 

P.: Hablan de fomentar el reciclaje. ¿Cómo?

 

R.: El reto es utilizar productos textiles de más calidad y que estos puedan reutilizarse. Muchas cadenas nórdicas están muy concienciadas y utilizan poliéster reciclado o algodón reciclado con la idea de reutilizar productos que ya han tenido una primera vida textil, con reciclaje, reparación o destrucción adecuada para el medio ambiente.

 

 

P.: ¿Se van a reunir con el Scrap?

 

R.: Sí, absolutamente. Ahora estamos en esta fase preparatoria, pero nuestra voluntad es reunirnos con todos los actores principales. Hay muchas maneras de hacerlo, pero también se pueden establecer normas claras sobre derechos humanos y protección ambiental obligatorias; la idea de que todas las empresas deberían comprobar las cadenas de valor, algo que han ido haciendo desde el desastre del Rana Plaza. Queremos mandar el mensaje de ver toda la cadena de producción en un completo: desde su producción en los campos de algodón hasta dónde termina esta ropa y ahí las empresas españolas tienen distintos roles. Por ejemplo, nosotros planteamos proponer requisitos de ecodiseño obligatorios, que los productos sean más duraderos. En la Unión Europea pasa mucho lo de la sobreproducción, se destruyen toneladas de camisetas por no tener salida y debe existir una prohibición estricta de todos los productos textiles que no han sido vendidos o devueltos. Las empresas tienen que favorecer la recogida de la ropa usada, como Mango y Zara, que cada vez ponen en sus tiendas un lugar de recogida para darle ese uso. El objetivo es sistematizar y facilitar estas pequeñas iniciativas que se van desarrollando para hacer que la industria textil sea sostenible. Hay que tener en cuenta otros aspectos, no sé si hace falta que haya 25 temporadas por año. Insisto en que necesitamos sentarnos a hablar con los líderes del sector para encontrar los procesos que funcionen para lograr este fin.

 

P.: Dicen que no existen mecanismos ni infraestructuras para dar segunda vida a las prendas. ¿Qué se podría hacer?

 

R.: Para mí es muy ilustrativo que en España sólo se recoja el 12% de la ropa, lejos de la media europea. El primer paso es hacer campañas de sensibilización a la población, para que tengan conciencia de dónde pueden llevar la ropa usada. Se necesita a la industria como aliada, pero también a las administraciones publicas de distintos niveles. Todas las ciudades y pueblos deberían tener contenedores donde poder depositar la ropa y no es complicado aumentar el porcentaje de ropa usada en buen estado si se explica por qué y dónde están situados los contenedores. Además, es importante que las franquicias faciliten el acceso a estos contenedores. Si se estableciera obligatoriedad o recomendaciones a seguir, aumentar la recogida de ropa tendría que ser sencillo. Hay muchos mecanismos para llevar a cabo campañas de sensibilización.

 

 

 

 

 

P.: ¿Por qué ponen el foco en el sector textil? Si pensamos en turismo, ¿dirían que se viaja demasiado?

 

R.: Ponemos el foco en todas las industrias. Nuestro objetivo es descarbonizar la economía y hacer políticas públicas climáticas en el sector del transporte, el sector de la agricultura, en el sector de los edificios, de la energía… Dentro de la industria entra el turismo y la moda. Hay que hacer un turismo más responsable. Se ha democratizado el acceso al turismo y eso es muy positivo, pero sí que hay que repensar cómo viajamos y luchar por la idea de que lo que pretendemos es repensar el modelo. No queremos prohibirlo, sino reflexionar sobre maneras distintas tanto de producir ropa como de viajar, para que sea sostenible para el planeta y las personas, entre las que están las generaciones futuras. El consumo intensivo de todo limitará las actividades de las generaciones futuras. El foco no está en la industria textil, sino en todos los sectores.

 

 

P.: ¿Tiene sentido intervenir ahora desde España cuando hay una legislación europea a la vista?

 

R.: Precisamente. Por qué esperar a la Unión Europea cuando podemos ser pioneros. O por qué no acompañarnos. Esta estrategia que se está desarrollando desde la Unión Europea para mí puede ser un camino a seguir, pero podemos ser más autónomos y empezar a caminar en esta dirección. Europa nos indica el camino y nosotros, con las características del Estado, tenemos que ser capaces de elaborar las nuestras propias. Esperar a que Europa nos diga cómo tenemos que legislar… creo que tenemos que ir avanzando, aunque evidentemente mirando a Europa y lo que ha avanzado.

 

 

P.: El que más compradores tiene en España es Primark. ¿Habría que limitar las importaciones?

 

R.: Más que limitar las importaciones es controlar cómo se hacen. Estos productos que importamos, ¿cómo se han fabricado? ¿Dónde se ha cultivado la materia prima y de qué manera? ¿Se ha cultivado siguiendo criterios ambientales y sociales? Que entre todo aquello que cumpla con unos requisitos mínimos para que tenga un impacto positivo, no solamente en el tercer país en el que se acaba vendiendo, sino también donde se fabrica. No es tanto limitar la importación, sino de qué calidad es aquello que se importa y fomentar la idea del círculo de vida; establecer criterios ambientales laborales y sociales para que todo comercio tenga unos requisitos que tenga un impacto positivo tanto aquí como allí. Quiero insistir en que la idea no es limitar la importación, sino revisarla y que siga criterios laborales adecuados.

 

 

 

 

 

 

P.: ¿Ven posible reindustrializar España?

 

R.: Totalmente, ese es el objetivo: tenemos que ir a una reindustrialización verde. La reindustrialización verde es una de las patas imprescindibles de la transición ecológica. En España, como país mediterráneo, tenemos energía muy barata que viene sol y del viento; una energía limpia y que no tiene un impacto fuerte. Además, esta energía nos permite ser autosuficientes, algo que se ha visto con la guerra de Ucrania, en la que hemos demostrado la independencia que tenemos al gas y combustibles fósiles. Somos autosuficientes y esto nos permite tener una industria verde potente, que se alimentaría de una energía limpia. Esto serviría además para todo tipo de industria. Reindustrializar España es prioritario y además hay que hacerlo con esta visión de que se tiene que transitar hacia unas industrias más respetables con el planeta y las personas. Tanto con los limites planetarios como con los trabajadores. También tenemos que garantizar que en este proceso de reindustrialización de España nadie se quede atrás. Esto quiere decir que pongamos al servicio de todos los actores este proceso de recualificación de los trabajadores y para nosotras hay un elemento importante y es que las personas trabajadoras tienen que formar parte de estos espacios de gobernanza de las empresas para anticiparse en este cambio.

 

 

P.: Hablan de la creación de un programa de control y seguimiento del ciclo de vida de los productos. ¿A qué se refieren?

 

R.: Básicamente, hacer de la industria textil una economía circular y que se diseñen objetivos específicos para la prevención, la recogida, la reutilización y el reciclaje de todos estos textiles y de su destino posterior a terceros países, que podamos controlar dónde termina esta ropa. Nos gusta llamarlo Programa Nacional del Seguimiento del ciclo de vida de la ropa para tomar un poco conciencia de que no sólo se trata del momento de la compra, sino del después. Saber que se puede donar, reciclar o tratar de manera adecuada.

 

 

P.: Una última pregunta. Dígame dónde se compra la ropa.

 

R.: No es tanto dónde la compro sino cómo la compro y dónde está hecha. Desde hace unos años intento que los materiales sean algodón o fibras naturales, que se haya hecho en Europa porque entiendo que las condiciones laborales de las personas trabajadoras son un poco más dignas que en otros sitios del mundo. Además, en los últimos años he empezado en la ropa de segunda mano. Viví dos años en Bruselas y es un modelo que se lleva bastante; tengo alguna americana de segunda mano que llevo en el congreso. Evidentemente no niego que también tengo contradicciones y que tengo alguna prenda de, por ejemplo, poliamida, pero en los últimos años procuro intensamente que sean productos naturales y producidos cerca.