Entorno

Objetivo emisiones cero: la moda se adentra en su cadena de valor para llegar a la fábrica

Primero fueron las luces de las tiendas o el agua de las oficinas. Ahora llega el turno del transporte, la materia prima y la producción. Las emisiones indirectas representan el 90% del impacto de una empresa de moda.   

Objetivo emisiones cero: la moda se adentra en su cadena de valor para llegar a la fábrica
Objetivo emisiones cero: la moda se adentra en su cadena de valor para llegar a la fábrica
El grupo danés Bestseller ha realizado una inversión de 100 millones de euros para construir un parque eólico marino en Bangladesh.

Celia Oliveras/ Pilar Riaño

12 feb 2024 - 05:00

La industria de la moda activa otro resorte en su camino hacia la sostenibilidad. Con la reducción de emisiones como uno de los conceptos más normalizados entre el gran público, la industria de la moda lanza cada día más compromisos energéticos y de reducción de emisiones. Ahora, además, da un paso más y profundiza en su cadena de valor para atacar sus emisiones indirectas. El reto: llegar al proveedor, algo complicado por la amplia y diseminada estructura de sourcing de los gigantes de la moda. Y, además, el nuevo problema de la legislación, que pone en entredicho la compensación.

 

La firma del Protocolo de Kioto en 1997 marcó un hito en la lucha contra el cambio climático, y consiguió que los 192 países industrializados que firmaron el texto se comprometieron a limitar y reducir sus emisiones. Esta firma precedió al Acuerdo de París, un texto jurídico y vinculante en el que todos los países alinearon sus propuestas con el objetivo de intentar contener el calentamiento global a niveles por debajo de dos grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales.

 

Desde la firma del texto en 2005, los países han ido implementando medidas concretas en sus territorios para conseguir este objetivo. Sin embargo, la producción industrial no ha dejado de crecer y las acciones de los gobiernos no están consiguiendo alcanzar los objetivos establecidos en las cumbres internacionales. Para combatir el calentamiento global, la Unión Europea, a través de la firma del Pacto Verde Europeo, estableció el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2050, y sólo en 2030 el texto prevé reducir en hasta un 50% la huella de carbono.

 

 

 

 

La moda es un actor industrial de primer orden. Actualmente, se producen 12 kilos de ropa por persona en el mundo, según datos de la Unión Europea. Esta cifra, además, marcará un récord en 2023, hasta alcanzar 18 kilos por persona. La producción textil, por lo tanto, se ha duplicado a nivel mundial, y ha pasado de 58 millones de toneladas en el 2000 a 109 millones de toneladas en 2020. Para 2030, además, la Agencia Europea de Medio Ambiente prevé que la cifra se eleve hasta 145 millones de toneladas.

 

El aumento de la producción ha ido aparejado de un incremento del impacto que tiene la moda en el medio ambiente. Según la Organización de las Naciones Unidas, la industria textil es responsable de entre el 8% y 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo, utiliza alrededor de 93.000 millones de metros cúbicos de agua cada año y es responsable del 9% de la contaminación por microplásticos en los océanos.

 

Ante estas cifras, la industria de la moda está reaccionando. Durante la última década, el sector ha ido actualizando sus objetivos en relación a lo establecido en el Acuerdo de París. La presión sobre el sector es cada vez mayor, conforme la fecha señalada de 2030 se acerca cada vez más y muchas empresas todavía están lejos de cumplir los objetivos.

 

 

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Objetivos marcados

 

Inditex, el mayor grupo del mundo de gran distribución de moda, ha fijado objetivos concretos. La compañía presidida por Marta Ortega se ha comprometido a reducir las emisiones de la compañía más de un 50% para 2030 y a alcanzar las cero emisiones netas una década más tarde. El gigante sueco H&M ha establecido objetivos parecidos e igual de ambiciosos: el grupo prevé reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en toda su cadena de valor hasta un 56% para 2030, y hasta en un 90% en 2040.

 

Gran parte de las compañías del sector han fijado estos objetivos en relación con los estándares y recomendaciones definidos por Science Based Target Iniciative (SBTi), una iniciativa conjunta de CDP, United Nations Global Compacts y WWF, con el objetivo de ayudar a las empresas del sector a alcanzar la neutralidad climática.

 

Para conseguir cumplirlos a tiempo, ambas compañías han implementado una batería de acciones en los últimos años. Según han explicado a Modaes fuentes de Inditex, uno de sus proyectos más destacados es la instalación de tres aerogeneradores en el Puerto Exterior de A Coruña, cerca de su sede corporativa (en el municipio de Arteixo), con una inversión de 34 millones de euros. Además, el grupo gallego también firmó un acuerdo con el Ayuntamiento de la ciudad y Naturgy para suministrar gas renovable procedente de aguas residuales para cubrir el 75% de su consumo de gas en las instalaciones de Arteixo y A Laracha.

 

H&M, por su parte, comenzó a construir en 2023 el mayor parque solar de Suecia, con el objetivo de producir energía renovable para toda la actividad del grupo. En 2022, además, el 92% de la electricidad que compró H&M era de carácter renovable.

Hasta el momento, sin embargo, muchas de las acciones que llevaban a cabo las empresas del sector iban dirigidas a reducir sus emisiones de alcance directo, es decir, todas aquellas asociadas a los procesos bajo el control directo de las marcas. Estas emisiones incluyen, por ejemplo, la iluminación de tiendas, de las oficinas o el transporte en sus vehículos propios.

 

Pero la mayor parte de los gases generados por la industria textil proviene de las denominadas emisiones de alcance indirecto, que hacen referencia a aquellas generadas durante el proceso de producción. Estas se originan en el momento de extracción de las materias primas, producción de las prendas o su transporte hasta su distribución.         

 

 

 

 

 

En el caso de Inditex, por ejemplo, del total de gases de efecto invernadero que genera su actividad, hasta un 20,4% proviene de los procesos húmedos necesarios para tratar las prendas, un 12,8% de la tejeduría y un 8,4% del transporte y distribución de las mercancías desde los países proveedores, es decir, son emisiones indirectas.

 

Esta situación es similar en todas las empresas del sector, que ya han comenzado a especificar algunas de las acciones que llevarán a cabo para reducir este tipo de emisiones, mucho más difíciles de medir y que llegan a representar el 90% del impacto de una empresa de moda. Los proyectos para reducir emisiones indirectas son más complicados de llevar a cabo ya que tienen lugar en los países productores donde las compañías externalizan sus procesos de producción o corren a cargo de terceras empresas.

 

Otras compañías del sector como Mango o Tendam también han marcado sus propios objetivos de reducción de emisiones. El grupo catalán se ha comprometido a reducir en un 80% sus emisiones directas y el 35% de las indirectas en 2030, mientras que Tendam se ha marcado el objetivo de reducir sus emisiones directas en un 46,2% y en un 62% las indirectas por millones de euros de facturación. La compañía francesa Kiabi, por su parte, buscará reducir un 30% sus emisiones de carbono, aunque sin especificar si incluyendo las indirectas o no, así como la utilización de un 100% de materiales sostenibles en 2025.

 

Las compañías están llevando a cabo acciones para reducir su impacto directo, pero todavía no han hecho públicas medidas concretas que aplicarán para alcanzar sus objetivos respecto a las emisiones indirectas. En ambos casos, las empresas hablan de colaboraciones con la cadena de valor y, especialmente, la promoción del uso progresivo de materiales y fibras hacia otras con un “menor impacto”.

 

 

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Del transporte al reto de la producción

 

A pocos años de la fecha límite para conseguir sus objetivos de neutralidad climática, cada vez más empresas están implementando acciones para reducir las emisiones indirectas en toda su cadena de valor. Transporte, materia prima y procesos productivos son los principales retos en la cadena de valor.

 

Para impactar en las emisiones generadas por el transporte de sus mercancías, Inditex firmó en 2023 dos acuerdos para reducir su impacto medioambiental: uno con la compañía logística Maersk para incorporar combustibles alternativos a todas sus rutas de importación de mercancías navales, y otro con Repsol, por el que suministrará un 5% de combustible sostenible en los vuelos de mercancía de la empresa.

 

Del total de las mercancías que mueve la moda española (incluyendo exportaciones e importaciones), un 66% se transporta por carretera; un 31%, se transporta por mar, y un 3,2%, por avión, según datos de Icex correspondientes al periodo comprendido entre enero y noviembre de 2023.

 

Tal y como indica el grupo español, sin embargo, el 40% de sus emisiones provienen de los propios procesos de producción de las prendas. Estas emisiones no sólo son las más elevadas, sino también las más complicadas de reducir debido a la estructura actual de la industria textil.

 

El sector de la moda es uno de los más globalizados. La industria de la moda cuenta con una compleja y amplia cadena de suministro, diseminada en un gran número de países, especialmente asiáticos, pero también de europeos, como Portugal o Turquía. Uno de los retos del sector es, de hecho, la trazabilidad y la transparencia de su cadena de suministro.

 

Recientemente, el grupo danés Bestseller realizó una inversión de 100 millones de euros para construir un parque eólico marino en Bangladesh, con la previsión de que esté operativo en 2028. El objetivo de esta inversión es aumentar la presencia de energía renovable en un país que acumula gran parte de los procesos productivos de las compañías textiles.

 

 

 

 

H&M lanzó un programa de préstamos con el banco de singapurense DBS Bank para conceder préstamos a sus proveedores con el objetivo de que lleven a cabo acciones para reducir las emisiones en los procesos productivos. El grupo sueco también está impulsando una red de transporte eléctrico en el transporte en proximidad de sus mercancías.

 

La alta fragmentación de los proveedores y las elevadas inversiones necesarias para introducir cambios en sus consumos energéticos harán que la transición no sea rápida. Pero el más difícil todavía viene, precisamente, del corazón de las prendas: la materia prima.

El 30% de las emisiones de un grupo como Inditex proceden de la materia prima. Con el reto de reducir el uso de materiales como el poliéster virgen (así como la piel o el algodón tradicional), el sector acelera la adopción de nuevos materiales o materias recicladas.

 

Inditex se ha comprometido a en 2030 utilizar únicamente fibras de nueva creación, recicladas o procedentes de agricultura orgánica o regenerativa. En este camino, la empresa está blindando su aprovisionamiento de estas nuevas fibras y en octubre firmó un acuerdo a tres años con la compañía estadounidense Ambercycle para comprar poliéster reciclado por valor de al menos setenta millones de euros y reutilizarlo para la producción a escala industrial en 2025.

 

En un acuerdo similar, el grupo sueco entró en el capital de la start up especializada en la producción de fibras recicladas Infinited Fiber Company, dueña de una tecnología que permite reconvertir artículos que contengan celulosa, como textiles, cartones o desechos vegetales de nuevo en una fibra natural.

 

Mango, por su parte, tiene detallados compromisos en relación a la materia prima y se ha marcado el compromiso de que en 2030 el 100% de fibras que se usen sean más sostenibles: en 2025, el 100% de las prendas Mango con composición principal de algodón provendrán de fuentes de origen sostenible; el 100% del poliéster de tejido principal de las prendas será reciclado, y el 100% de las fibras celulósicas de Mango será de origen controlado a través de certificados de trazabilidad.

 

 

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El reto de la descarbonización

 

La cuenta atrás para 2030 ha comenzado y las empresas ahora se enfrentan a un reto más: si quieren decir que sus productos o actividades son neutras en carbono no podrán utilizar métodos de compensación, es decir, deberán reducir sus emisiones directas pero, sobre todo, las indirectas.

 

En septiembre de 2023, el Consejo de la Unión Europea aprobó la Directiva de Empoderamiento para la Transición Ecológica, que bajo el amparo de los derechos del consumidor, ha elevado los criterios por los que las empresas pueden hacer afirmaciones sobre su nivel de sostenibilidad.

 

Las nuevas directrices tienen el objetivo de proteger al consumidor de publicidad engañosa respecto a prácticas de greenwashing. Hasta el momento, muchas de las compañías utilizaban métodos conocidos como compensación (a través de proyectos como la plantación de bosques), que servían a las marcas para compensar sus emisiones en lugar de recortarlas directamente en la cadena de suministro.

 

La nueva legislación de la Unión Europea, sin embargo, una vez aprobada, prohibirá a las empresas alegar que una marca o producto tiene un “impacto ambiental neutro” si está basado en programas de compensación.

 

De todos modos, las propias marcas reconocen que una pequeña parte de sus emisiones no podrá ser reducida y deberá ser compensada con “acciones que permitan absorber los gases de efecto invernadero”, según Inditex. H&M cifra este porcentaje en un 10% de sus emisiones.

 

La industria de la moda debe conseguir reducir sus emisiones a la mitad en menos de seis años, y la nueva normativa europea pretende asegurar que no lo haga a través de acciones paralelas que no impliquen la reducción real de la emisión de gases de efecto invernadero. Si las marcas quieren cumplir lo establecido en los pactos del sector en relación a las emisiones, deberán superar el reto de llegar al proveedor.