Entorno

El factor IVA: la petición desatendida

Al contrario de lo ocurrido con otros productos, como la prensa digital o los libros electrónicos, el Gobierno desatendió hace un año la petición del sector de la moda: reducir el IVA para incentivar las ventas en un momento crítico a causa de la pandemia.

C. D. A.

13 abr 2021 - 04:33

El factor IVA: la petición desatendida

 

 

Rebajar el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) para promover el consumo y mitigar los efectos de la pandemia. Es lo que hace un año lograron dos sectores económicos, la prensa digital y los libros electrónicos, que vieron reducido su tipo impositivo del 21% al 4%. Y también lo que reclamaron en el Congreso José Luis Bonet, presidente de la Cámara de Comercio de España, y Eduardo Zamácola, presidente de la Asociación Empresarial del Comercio Textil, Confección y Piel (Acotex), para el conjunto de sectores y en particular para la moda, respectivamente. La petición fue desatendida en España, mientras que en países como China, Noruega, Jamaica, Kenia, Moldavia, Kazajistán, Colombia, Alemania, Japón o Singapur sí se recurrió a recortes, congelaciones o directamente a días sin IVA para estimular el consumo tras el confinamiento.

 

 

 

 

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Ante esta oleada de rebajas en el primer estadio de la pandemia, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) alertó que son medidas “menos efectivas” que otras herramientas fiscales expansivas y que “pueden ser difíciles de revertir una vez que se han introducido, incluso de forma temporal”. “También hay evidencia de que el impacto de tasas de IVA más bajas en el consumo y los precios al consumidor puede ser de corta duración”, añadió en su momento la organización.

 

La reclamación del empresariado español no sólo respondía a la coyuntura del momento, si no al hecho de que, desde la anterior recesión, España es el segundo país de Europa que más ha elevado el IVA, en línea con Reino Unido y sólo por detrás de Hungría. La primera subida de la última década llegó en 2010, cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aumentó el IVA general del 16% al 18%. Dos años más tarde, el ejecutivo de Mariano Rajoy volvió a subir el tipo general, esta vez en tres puntos, lo que supuso el mayor incremento de la historia, dejándolo en el 21%. Además, el tipo reducido se elevó del 7% al 10%.

 

 

 

 

Estas subidas, y los movimientos realizados por otros países europeos, empatan a España con Bélgica, República Checa, Letonia, Lituania y Holanda en el tipo de IVA máximo, el que afecta al sector de la moda. España se encuentra, en cambio, por encima de otros diez estados de la Unión Europea, con tipos máximos que van del 17% de Luxemburgo al 20% de Francia, Austria, Bélgica, Estonia y Eslovaquia. El mayor tipo de la Unión Europea es el que aplica Hungría, que grava las ventas con un impuesto del 27%, seguido por el 25% que aplican Croacia, Dinamarca y Suecia.

 

Fuentes de la Asociación Nacional Grandes de Empresas de Distribución (Anged) indican que una reducción del IVA para los productos de textil y moda “sería, sin duda, una medida eficaz para estimular el consumo y recuperar la actividad comercial de nuestro sector, que tiene además un enorme efecto arrastre sobre toda la cadena de valor”.

 

“Además -agregan-, sería muy importante considerar el sistema fiscal en su conjunto: el modelo impositivo español necesita una reforma en profundidad, que ayude a generar incentivos a la inversión y la creación de empleo, simplifique o elimine todos aquellos impuestos que penalizan gravemente la actividad comercial, como el impuesto de grandes establecimientos comerciales”. “La competitividad de las empresas o la capacidad de consumo de una sociedad se ve afectada por el conjunto de impuestos directos e indirectos, la seguridad jurídica, la fragmentación, la simplicidad y la eficacia del sistema tributario”, advierten.

 

 

 

 

 

El impacto de la (no) armonización

El italiano Mario Monti abanderó a finales de los noventa desde la Comisión Europea el proyecto de armonización fiscal en el conjunto de la Unión Europea, un reto hoy aún muy lejos de cumplirse. Andrés M. Winkelmann, abogado del área fiscal y tributaria de AGM Abogados, señala que la única excepción es, con matices, la del IVA. “Desde un punto de vista europeo, el IVA es el único impuesto que, salvo el tipo impositivo, se encuentra totalmente armonizado en los distintos países miembros”.

 

“Es decir, al transponer los estados miembros la sexta directiva, que es donde se regula el impuesto, la regulación estatal del impuesto es la misma: sólo cambia el tipo efectivo de gravamen”, explica. El experto no ve cercana la armonización (de hecho, la llamada tasa Google generó nuevas diferencias entre los 27), aunque apunta a que “debería ser el objetivo final para incrementar la competitividad de la Unión”.

 

Unas diferencias de hasta diez puntos entre el país con un menor tipo de IVA y el que aplica el más alto distorsionan los precios y los márgenes del sector de la moda en los mercados internacionales. El cálculo da resultados obvios: para vender un pantalón en Luxemburgo por 79,99 euros de precio de venta al público (PVP), la base debería fijarse en 68,37 euros.

 

Esta misma base situaría el precio final para el consumidor en 82,73 euros en España (con un IVA cuatro puntos más alto) y en 86,83 euros en Hungría. Es decir, los mismos pantalones serían 2,73 euros más caros en España y costarían 6,84 euros más al consumidor que estuviera en Hungría.

 

 

 

 

La opción B para la marca de moda que opere en todos estos países sería mantener el mismo PVP para todos, asumiendo el impacto de los mayores tipos en diferentes países. Si la base estuviera en el IVA de Luxemburgo, mantener esos precios en España supondría perder 3,3 euros de rentabilidad por prenda y hasta 7,4 euros en Hungría.

 

Ahora bien, con una comparación más cercana el impacto también es significativo: unos pantalones que el consumidor pagase a 79,99 euros, en España, Francia e Italia generarían rentabilidades diferentes. El distribuidor obtendría en Francia 83 céntimos más de rentabilidad que en España, y en Italia 82 céntimos menos por par.

 

Aunque teóricamente el impacto del IVA en las empresas distribuidoras es neutro, ya que el coste del impuesto recae sobre el consumidor final y no sobre el intermediario, “por lo que respecta al sector de la moda generalista o gran consumo, un tipo impositivo más elevado sí que podría afectar el consumo final”, apunta Winkelmann.

 

La moda no está sola en su reclamación de una rebaja del IVA y no es el único sector que no ha logrado la ansiada reducción: en marzo, por ejemplo, el Congreso aprobó dos resoluciones no de ley para rebajar el impuesto a las peluquerías, que no obstante fueron desoídas por el Gobierno. El Ejecutivo también rechazó bajar el IVA a las mascarillas FFP2 más allá del uso estrictamente sanitario: “no son obligatorias”, argumentó la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

 

El peso que tiene el IVA para las arcas del Estado explica en buena medida la rigidez a la hora de aplicar rebajas. En 2018, el IVA sobrepasó por primera vez los 70.000 millones de euros de recaudación, y fue el segundo tributo más importante tras el Irpf. Además, la recaudación ha ido al alza: en 2015 apenas superaba los 60.000 millones de euros y a principios de siglo rondaba los 35.000 millones.