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Dirk Vantyghem “La estrategia textil de la UE tiene que convertirse en un plan global”

El director general de Euratex pide ecursos para encarar la transformación sostenible, una ambición moderada en tiempo y forma para no dejar fuera a las pymes y un control exhaustivo para que la industria europea no esté en desventaja competitiva respecto a las empresas extranjeras.

Dirk Vantyghem “La estrategia textil de la UE tiene que convertirse en un plan global”
Dirk Vantyghem “La estrategia textil de la UE tiene que convertirse en un plan global”
Dirk Vantyghem representa al sector en calidad de director general de Euratex, la patronal europea del textil y la confección.

Iria. P. Gestal

17 jul 2023 - 05:00

La legislación en materia de sostenibilidad ha hecho que todos los ojos del negocio de la moda miren hoy hacia Bruselas. Allí, haciendo lobby en los despachos de la Comisión Europea, Dirk Vantyghem representa al sector en calidad de director general de Euratex, la patronal europea del textil y la confección. El ejecutivo visitó Madrid con motivo de la primera edición de Move! Sustainable Fashion Summit y aprovechó también para reunirse con representantes del Gobierno español, apenas unas semanas antes de que España asumiera la presidencia del Consejo de la Unión Europea. ¿Sus peticiones? Recursos para encarar la transformación sostenible, una ambición moderada en tiempo y forma para no dejar fuera a las pymes y un control exhaustivo para que la industria europea no esté en desventaja competitiva respecto a las empresas extranjeras.

 

 

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Pregunta: La Unión Europea quiere “hacer que el fast fashion pase de moda”. ¿Una narrativa así es buena para el sector?

 

Respuesta: Tenemos que tener cuidado con ese tipo de declaraciones. Es algo que, como representantes de la industria textil europea, nunca diríamos, porque el fast fashion forma parte del ecosistema del textil y de la moda y muchos de nuestros miembros trabajan con marcas de fast fashion. Es claramente una declaración política. También creo que lleva a confusión centrarnos tanto en la palabra fast fashion: debemos centrarnos en cambio en la moda que no cumpla con la regulación y con los estándares sociales. La Comisión mezcla moda rápida con moda mala, pero tenemos que tener cuidado con esta narrativa de que el fast fashion es malo. No todo es blanco o negro.

 

 

P.: ¿El fast fashion puede ser bueno?

 

R.: Exactamente. Y decir lo contrario es confuso. Rápido no es igual a malo, no es tan sencillo. Hay compañías de fast fashion que están muy comprometidas con la transición hacia la sostenibilidad y con asegurarse de que cumplen las normas. No podemos decir que el fast fashion es malo y la gama alta es perfecta.

 

 

P.: Desde Bruselas no se ha prestado tradicionalmente demasiada atención al sector. ¿Cuál es la percepción de la moda ahora entre las instituciones europeas?

 

R.: Es cierto que a la Comisión tradicionalmente no le ha importado mucho el sector. La primera razón por la que sí le interesa ahora es por el impacto medioambiental. Porque estamos en todos esos ránkings de contaminación, de consumo de agua… Ese es el primer motivo por el que se ha interesado la Comisión, en un contexto marcado por el Green New Deal y la transición hacia economía circular. Al mismo tiempo, la Comisión también está interesada en redescubrir el textil como parte de su estrategia industrial. La idea de incentivar la industria europea es precisamente una de las prioridades de la presidencia española. Y dentro de esa estrategia de reindustrializar Europa, el textil es uno de los catorce sectores prioritarios. Es por eso que la Comisión dice que debemos centrarnos en la innovación, reducir la dependencia de los productos textiles que proceden del extranjero. Así que esas son las dos motivaciones ahora mismo: por un lado, reducir nuestra huella; por otro, reconocer que el textil europeo debe centrarse en la innovación y los textiles técnicos. El hecho de que con el Covid-19 tuviéramos un gran problema con las mascarillas fue una llamada de atención y ayudó a la Comisión a darse cuenta del problema que supone depender tanto del extranjero. Recuerdo un comisario que me llamó preguntando si nuestras empresas podrían dar respuesta a la demanda de mascarillas. Le respondí que la producción se había ido. Ese es el otro elemento que ha puesto al sector en el foco de atención de Bruselas.

 

 

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P.: Josep Borrell habló de un “despertar geopolítico” en Europa tras el estallido de la guerra. ¿La moda debe hacer una reflexión en ese sentido también?

 

R.: Sí, es parte de la conversación, cada vez se habla más del friendshoring. Ese es otro elemento clave en la perspectiva europea. Tenemos que depender menos de China y tener más control y garantías de cumplimiento con las normas. Claro que hay que traer de vuelta parte de esta producción: la pregunta es a dónde. Hay capacidad en el norte de África, en países como Marruecos o Túnez, y en Europa del Este. ¿Pueden convertirse en una alternativa a la producción que tenemos en China? En cierta medida, sí. Pero si nos fijamos en los volúmenes, no hay suficiente capacidad y no deberíamos intentar traerlo todo de vuelta a Europa. Tampoco tenemos al personal para absorberlo… El foco debe estar en asegurarnos que la producción cumple con las normas y la regulación. Así que traer de vuelta parte de la producción, sí, pero nunca todo el volumen: sencillamente, es demasiado. Es más importante asegurarnos que cuando se produce un producto textil, se haga respetando los mismos estándares. En lugar de construir un muro alrededor de Europa, hay que asegurarse de que todo el mundo cumple con las reglas.

 

 

P.: ¿Cómo se puede garantizar eso desde Europa?

 

R.: Ese es el mayor miedo. Básicamente, en Europa estamos subiendo el listón con la regulación. Habrá un coste para cumplir con la legislación, hacer cambios requiere inversión. Y si el resto del mundo no está haciendo lo mismo, la diferencia será mayor entre los que cumplen y los que continúan haciendo las cosas sin respetar las reglas. El riesgo de que la igualdad de condiciones desaparezca es creciente. Cuando más regulación haya, mayor el riesgo. Por eso insistimos mucho a la Comisión en que hay que controlar más y mejor los productos que entran en el continente, y eso requerirá muchos recursos de las autoridades de aduanas que ahora mismo no tenemos. Lo hemos visto con Shein, que introduce la ropa en Europa en muy pequeñas cantidades, así que no hay control. Muchos de los productos no cumplen la normativa, y eso supone un gran problema. La competencia siempre ha sido dura en el sector, pero cuando Europa aumenta la ambición, el riesgo es mayor. Tenemos que trabajar de forma conjunta con nuestros colegas de todo el mundo. La estrategia textil de la Unión Europea debe convertirse en un plan textil global, con el mismo nivel de ambición, las mismas normas y el mismo control. Entonces todo el mundo podrá competir por calidad o precio.

 

 

P.: Si eso no ocurre, ¿se encamina el sector hacia cadenas de aprovisionamiento duales?

 

R.: No lo creo. La cadena de aprovisionamiento en el textil y la ropa está tan globalizada que veo muy difícil volver a hacer en Europa los productos para Europa, y en China para China. No es factible. Sí puede haber una relocalización hasta cierto punto, pero dependemos del aprovisionamiento de materias primas, que nunca se puede relocalizar. En general, la cadena de valor está tan globalizada que el foco debe estar en que todo el mundo cumpla las mismas normas.

 

 

 

 

P.: ¿Es compatible el sector que plantea la Unión Europea con el volumen actual de ventas?

 

R.: Depende. El volumen, lejos de ser incompatible, puede incluso ayudar a la sostenibilidad, en la medida en que un mayor volumen implica más economías de escala, por lo que los costes de inversión son más interesantes. El problema para avanzar hoy en sostenibilidad es que el coste todavía es alto, especialmente en desarrollo industrial. Si somos capaces de aumentar el volumen, podría reducirse el precio de los productos sostenibles. Vinculado con eso, probablemente una de las barreras actuales es la promoción de ropa sostenible entre el consumidor, y ahí los grandes también pueden ayudar. No es incompatible, más bien al contrario.

 

 

P.: Si el volumen ayuda a la transformación, ¿dónde quedan las pequeñas y medianas empresas?

 

R.: Son el gran desafío. Primero, por el reto que supone entender las normas de la Unión Europea y el coste del cumplimiento. Siempre insistimos en Bruselas en que se ha de tener cuidado con el impacto en las pymes. En Europa, en España, la mayoría de las empresas que producen textil son pequeñas compañías. Tenemos que procurar no ir demasiado rápido y ser demasiado ambiciosos con las regulaciones, porque las pymes pueden pensar que es demasiado y rendirse. Y terminaríamos sin industria textil. También por eso es bueno ver cómo cada vez más grandes compañías interactúan con pequeños proveedores para ayudarles a ser más sostenibles. Esa interacción es fundamental para asegurar que este universo de negocios familiares continúe existiendo.

 

 

P.: ¿Las marcas han trasladado la presión a los retailers?

 

R.: Los retailers tienen una gran responsabilidad hacia los proveedores y las pymes. Tienen que asegurarse de que ofrecen un precio justo por los productos sostenibles. Porque a veces la marca presiona a los productores para obtener un artículo certificado, pero a un mejor precio, y no siempre es posible. Los retailers han de reconocer el coste que supone para el fabricante el cumplimiento, el desarrollo de nuevos materiales… A veces ocurre, y otras no, pero las marcas han de asumir su responsabilidad. También tienen una responsabilidad hacia el mercado para ser más honestas y transparentes, y aquí entra toda la conversación sobre el greenwashing. Han de ser claros con el consumidor sobre qué es un producto sostenible, y empujar la demanda: son ellos quienes controlan el mercado, quienes tienen la maquinaria de márketing y la capacidad para influir en el consumidor, así que juegan un papel muy importante. Si no hay demanda de productos sostenibles, que tienden a ser un poco más caros, todo fracasará. Por eso desde Euratex también trabajamos con Inditex o Mango: dependemos los unos de los otros.

 

 

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P.: La transformación también requiere inversión. ¿Encuentran el capital necesario?

 

R.: Estamos haciendo lobby con intensidad para obtenerla. En Europa hay mucho dinero disponible, pero el textil no siempre tiene éxito a la hora de beneficiarse de ello. En ese sentido, hay otros sectores, como las baterías, los semiconductores, la energía limpia… Que son más atractivos, más sexies. Nosotros estamos presionando para tener un programa dedicado sólo al ecosistema textil. Está encima de la mesa y estamos en conversaciones con la comisión: hablamos de 2.000 millones de euros. Es un gran programa centrado en la innovación y la investigación en el sector para desarrollar nuevos materiales e impulsar la sostenibilidad. En los próximos tres o cuatro meses sabremos si ocurre. También tenemos que trabajar en formación, desarrollar nuevos perfiles educativos y en campañas para hacer la industria más atractiva. Tenemos algo de dinero, pero necesitamos más recursos para impulsar esta transición. Las empresas se enfrentan a facturas de la electricidad todavía altas, y necesitan algún tipo de apoyo: es crítico.

 

 

P.: España ha sido líder en moda durante años. ¿Se le sigue percibiendo como un líder en el sector Europa?

 

R.: España tiene a los gigantes, Inditex, Mango, Tendam… Que son realmente líderes europeos e incluso mundiales. Pero en el otro lado están todas esas compañías industriales para las que no es tan fácil competir. Comparado con Portugal, que es un país más pequeño, allí veo más foco, interés y apoyo en la innovación y la investigación textil por parte de las instituciones. Probablemente desde España se podría hacer más para apoyar a la industria local.

 

 

 

 

P.: ¿Qué le pide a la presidencia española en el Consejo de la Unión Europea?

 

R.: En junio estuve en Madrid y tuve varios encuentros con representantes del Gobierno español. La primera prioridad en todo lo que tiene que ver con la estrategia textil y el medio ambiente es tener cuidado para combinar sostenibilidad y competitividad y vigilar el impacto de la legislación en las pymes europeas y españolas. En segundo lugar, les hemos pedido que avancen en los acuerdos con Mercosur, que están bloqueados por diferentes motivos. Esperamos que las conexiones de España con Latinoamérica ayuden a impulsar el acuerdo. Por último, la propia presidencia española pone como prioridad la reindustrialización de Europa. Por supuesto, eso lo apoyamos, pero es necesario apoyar a las pymes para la innovación, la formación y para hacer frente a los costes de la energía. Es necesaria una estrategia industrial potente para promover la producción en España y en Europa, hacer que sobreviva.

 

 

P.: Antes aludía a los ránkings en los que siempre se menciona a la moda. ¿Cómo se cambia esa narrativa?

 

R.: La industria debe continuar haciendo esfuerzos para mejorar su huella. Reconocer que hay un impacto es el primer paso, pero también que hay muchas compañías en Europa y en todo el mundo que están realizando grandes esfuerzos. El segundo paso es que tenemos que comunicar mucho más y mejor cómo ha cambiado la industria, como es un empleo típico en el sector y la complejidad de hacer una camiseta. Porque si no estás en la industria, no lo sabes. Yo mismo lo desconocía. Necesitamos hacer una campaña de márketing también para captar empleo, para mostrar la creatividad, el cuidado, la complejidad, la belleza. La Comisión lo intentó, pero fue un esfuerzo muy pequeño. Se necesita una campaña más grande trabajando con las marcas y la industria para mostrar los hermosos productos que se crean, pero también la aplicación de los textiles en la industria de la construcción o del automóvil. Hay que informar al público y mejorar la imagen del sector.