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Mário Jorge Machado (ATP): “Tenemos la obligación de ser un ejemplo de que el sector puede ser innovador y sostenible”

Machado tomó las riendas de la patronal portuguesa del textil y el calzado en agosto de 2019, justo antes del estallido del Covid-19. Dos años después, el sector roza ya los niveles de exportación previos a la pandemia.

I. P. Gestal. Oporto

11 oct 2021 - 04:53

Mário Jorge Machado (ATP): “Tenemos la obligación de ser un ejemplo de que el sector puede ser innovador y sostenible”

 

Mário Jorge Machado dice que la esperanza del sector es que la última vez que su hija fue a comprar unas zapatillas deportivas, al final se echó atrás porque no eran de piel vegetal. El presidente de la Associação Têxtil e Vestuário de Portugal (ATP) desde 2019 rechaza que la rápida recuperación que está experimentando el sector en el país se deba sólo al efecto coyuntural de la búsqueda de seguridad y cercanía ante las disrupciones de la cadena de valor en Asia. “Es cierto que el coste del transporte influye, pero la percepción de que tenemos que disminuir la huella medioambiental también juega un papel”, asegura. A medio plazo, Machado cree que Europa debe “dar ejemplo” y arrastrar a todo el sector, y que el avance de la normativa europea en materia de residuos textiles generará en el continente una renovada industria de fibras que tendrá un impacto positivo en toda la cadena. 

 

 

Pregunta: ¿A qué ritmo va la recuperación de la industria portuguesa de la moda?

 

Respuesta: Está recuperándose bien. Las exportaciones portuguesas hasta julio ya están ligeramente por encima de las de 2019, y esto es un buen indicador de que el sector se está recuperando. Esa recuperación no es igual en todos los subsectores: mientras el textil hogar y el punto están remontando rápido, prendas de vestir todavía está por debajo de 2019, también porque fue el segmento más impactado. Prevemos terminar 2021 ligeramente con más exportaciones que en 2019, lo que demuestra que hay muchas marcas europeas y americanas que se dieron cuenta de que era mejor opción comprar en proximidad que en Asia. Ha habido muchos contactos. Y 2022 será un buen año para el sector portugués del textil y de la confección.

 

 

P.: ¿Cuánto es coyuntural por la paralización de Asia y por el incremento del precio del transporte?

 

R.: En las ferias en las que hemos participado en París, Alemania y Escandinavia, el factor que motiva a las empresas a venir a producir a Portugal es la sostenibilidad, y eso no va a pasar de moda. Es cierto que el coste del transporte tiene influencia, pero la percepción de que tenemos que disminuir la huella medioambiental también juega un papel.

 

 

P.: ¿Es una cuestión de percepción o es que la normativa obliga?

 

R.: A partir de diciembre de 2024 no se podrán incinerar los residuos textiles, y eso motivará que haya mucha fibra en el sector. Los proyectos del plan de recuperación contemplan también inversiones muy importantes para empezar a producir más fibra en Europa a partir de residuos industriales y alimentarios. Europa se va a transformar en un productor de fibras y de biofibras, y eso va a arrastrar a toda la cadena de valor textil en el continente, que será más sostenible y más circular. El sector tiene una gran oportunidad. Europa es el segundo mayor exportador mundial de productos textiles y de vestuario, un sector en el que trabajan 1,5 millones de personas. Tenemos la obligación, el conocimiento y la tradición para ser de nuevo un ejemplo de que el sector puede ser innovador, sostenible y circular. Todo este proceso va a ayudar a que el resto del mundo aprenda de las empresas europeas.

 

 

 

 

P.: La última vez que el resto del mundo aprendió de Europa lo hizo igual, pero más barato.

 

R.: La competencia es muy importante. Como dice, lo hicieron más barato, pero no usando las reglas que emplea Europa, y esa es una gran diferencia. En este momento, la Comisión Europea está preparando la visión estratégica para el sector textil y de la confección y presentará legislación para las empresas que fabrican aquí. Lo que tenemos que reclamar es que los productos que se venden en Europa tengan las mismas exigencias. No podemos producir productos de forma sostenible, lo que tendrá un incremento en el coste de la producción, y luego importar productos de Asia, fabricados de forma no sostenible, inclusive con algunos componentes químicos prohibidos aquí. La legislación tendrá que ser mucho más restrictiva, la entrada de productos tiene que ser fuertemente fiscalizada para cumplir en términos de productos químicos y de sostenibilidad con la forma en la que lo hacemos en Europa. De esta forma, el resto del mundo tendrá que evolucionar para vender aquí, estamos ayudando al planeta; no puede haber una Europa limpia y un planeta sucio. Esto entronca con la visión estratégica que estamos impulsando desde Euratex.

 

 

P.: ¿En qué consiste?

 

R.: Incluye dos componentes muy importantes. En primer lugar, las certificaciones. Para evitar el greenwashing tenemos que crear un sistema de certificación de lo que significa ser sostenible para que después esto sea comprensible para todos los consumidores. Y esto entronca con otra clave: como consumidores tenemos una gran influencia sobre las cadenas industriales. Si compramos productos sostenibles y no compramos productos que no lo son, inducimos el cambio en toda la cadena de valor, pero para eso el consumidor tiene que saber si un producto es sostenible. Sin información, el consumidor no puede escoger.

 

 

P.: ¿Y el segundo componente?

 

R.: Informar a los consumidores. Si no, corremos el grave riesgo de que esta transformación no esté acompañada por los consumidores, y si no hay consumo de producción más sostenible no sirve de nada. 

 

 

 

 

P.: Pero el consumidor quiere camisetas a dos euros.

 

R.: No es tan así. Ya empieza a haber muchos consumidores que entre un producto que es sostenible y otro que saben que no lo es están dispuestos a pagar un ligero suplemento de precio. Y el 25% de los consumidores se muestran preocupados por la sostenibilidad. Es cierto que es sólo una cuarta parte, por eso es necesaria la comunicación, para que eso que usted dice no sea verdad. Tenemos que llegar al 75%. El cambio nos atañe a todos: entidades gubernamentales, Comisión Europea, empresas y marcas. Todos tenemos responsabilidad. Muchas marcas que producen en Portugal ya exigen que los productos se produzcan de forma más sostenible, hay muchas compañías aquí que usan ya sólo energía de fuentes renovables…

 

 

P.: Pero luego los grandes se van a producir a Marruecos…

 

R.: Sí, pero si los consumidores de esos grandes grupos empiezan a valorar, por ejemplo, que las fábricas empleen energía renovable, entonces en Marruecos también tendrán que invertir en eso. Y eso es lo que pretendemos: no queremos que sólo Europa sea sostenible, sino que el resto del mundo haga ese cambio.

 

 

P.: Dice que el cambio está ya en marcha, pero el sector continúa teniendo mala imagen.

 

R.: Sí, marcas e industria tenemos muy mala imagen. Es célebre el mensaje de que para producir una camiseta se gastan 2.400 litros de agua. En Portugal, para fabricar una camiseta blanca se gastan cuatro litros. Con color, catorce litros. Y no se gasta, porque el agua se trata y se devuelve al ambiente. ¿Sabe cuántos litros gasta usted en su casa con una colada en la lavadora? Cada colada de cinco kilos, de media, gasta cien litros. Así que gastas cinco litros por camiseta cada vez que la lavas en casa. Así que nosotros como consumidores también tenemos que buscar soluciones para reducir la huella. Es verdad que el agua del proceso industrial sale con un nivel de contaminación más elevado, pero la de casa también requiere ser tratada. La imagen que se tenía de los ríos teñidos de índigo ya no existe en Europa y en buena parte del mundo. Esto es un buen ejemplo de cómo Europa se adaptó y el resto del mundo copió esas buenas prácticas. Hoy ningún consumidor compraría una prenda si supiera que en su fabricación se ha contaminado un río.