Opinión

Economía circular y moda

Francisco Javier García Pérez

28 mar 2023

En esta segunda columna relativa a los principales aspectos del ESG en la industria de la moda, abordaremos el concepto de la economía circular y su impacto sector.

 

La economía circular supone la confluencia de tres conceptos: economía, medio ambiente y sociedad. En esencia, el objetivo del legislador es la transición de un modelo lineal consistente en la extracción de recursos, su transformación, transporte, comercialización, uso y finalmente deshecho, por un nuevo modelo circular en el que la vida de los productos se alargue al máximo posible (e. g., no desechar ropa en buen estado, remiendo de prensas, etc.) y, llegado el momento, se les dé una segunda vida (i. e., reutilización), reciclar en caso de que la reutilización no sea posible y, en última instancia, realizar una gestión consciente de residuos.

 

En el ámbito comunitario, el Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de junio de 2020, relativo al establecimiento de un marco para facilitar las inversiones sostenibles y por el que se modifica el Reglamento (UE) 2019/2088, define economía circular como “un sistema económico en el que el valor de los productos, materiales y demás recursos de la economía dura el mayor tiempo posible, potenciando su uso eficiente en la producción y el consumo, reduciendo de este modo el impacto medioambiental de su uso, y reduciendo al mínimo los residuos y la liberación de sustancias peligrosas en todas las fases del ciclo de vida, en su caso mediante la aplicación de la jerarquía de residuos”.

 

En España, ya se están dando los primeros pasos hacia una regulación en favor de la economía circular con un impacto tangible en el sector de la moda. En particular, la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, de la que hablamos en nuestra anterior columna en lo relativo a la gestión del residuo textil, prohíbe expresamente la destrucción de los excedentes que se producen en la industria, debiendo canalizarse estos a través de mecanismos de reutilización (entre ellos, la donación).

 

La Ley 7/2022 contempla el establecimiento de una responsabilidad ampliada del productor (RAP) del sector textil, mediante la aprobación de una norma reglamentaria antes de abril de 2025. El RAP consistirá en un conjunto de medidas para garantizar que los productores asuman la responsabilidad de la gestión de los residuos generados por sus productos. Bajo un RAP se establecen obligaciones de preventa (diseño de productos con menor impacto ambiental, utilización de materiales procedentes de residuos, etc.), postventa (asunción de la gestión de residuos, sistemas de depósito que garanticen la devolución de productos usados, etc.) y para con el consumidor (oferta de información, ampliación de plazos de garantía, etc.). Para el cumplimiento de estas obligaciones del RAP se pueden constituir Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP). Tendrán forma de asociación o de otra entidad sin ánimo de lucro, y podrán suponer que los productores paguen una tasa a cambio de que sea el SCRAP quien se encargue de los deberes del régimen RAP. Un ejemplo de SCRAP es la reciente constitución de la Asociación para la Gestión del Residuo Textil (AGRT).

 

Al margen de las iniciativas legislativas, están surgiendo diversos proyectos de diversa índole en materia de economía circular, tanto desde el sector privado como desde el sector público. A modo de ejemplo, la Comisión Europea ha lanzado la iniciativa Refashion, que pretende concienciar a los ciudadanos sobre el impacto ambiental de la industria textil y la importancia de realizar un consumo responsable de la ropa. De forma similar, algunos fabricantes de moda están impulsando canales que permiten a sus clientes dar a sus prendas una segunda vida, ocupándose la empresa de la higiene y reventa del producto (el denominado recommerce). Tampoco es menospreciable el notable impacto que están teniendo las plataformas digitales de venta de productos de segunda mano (bien genéricas, bien específicas de prenda de moda), que están generando un auténtico mercado de consumo circular entre particulares. De hecho, recientes estudios recogen que la industria textil de segunda mano está creciendo once veces más rápido que el tradicional retail.

 

Además del consumo consciente y de la reutilización, el siguiente —y ambicioso— objetivo del legislador comunitario es abogar por la regulación de un mercado textil en el que las prendas sean cada vez más duraderas y reciclables, ya desde su diseño. En efecto, en marzo de 2022 la Comisión Europea publicó su estrategia para la circularidad y sostenibilidad de los productos textiles. Como bien señala la propia comunicación, el objetivo de la Unión Europea es que, para 2030, todos los productos textiles comercializados en la UE sean duraderos y reciclables, fabricados en gran medida con fibras recicladas, libres de sustancias peligrosas y producidos con respeto de los derechos sociales y del medio ambiente. A mayores, se prevé que los productores se responsabilicen de sus productos a lo largo de la cadena de valor, incluso cuando se convierten en residuos. La finalidad última de tan ambicioso proyecto programático es reducir el consumo, fomentar la reutilización y el reciclado, dejando la eliminación del residuo textil (esencialmente a través de la incineración) como la última alternativa. Es previsible que este programa, por su importancia estratégica para la Unión Europea, se materialice en la aprobación de nuevos Reglamentos europeos que resulten directamente aplicables en todos los Estados miembros.

 

Ante este contexto normativo, no es descartable que la industria se anticipe y apruebe sus propios códigos sectoriales en materia de economía circular en los que se aborden estas cuestiones desde la perspectiva privilegiada que confiere el conocimiento de primera mano del sector, sus retos y oportunidades.

 

En definitiva, la regulación sobre economía circular que está previsto que se apruebe esta misma década tendrá un impacto normativo transversal profundo en la industria de la moda. En efecto, las reformas normativas sobre las que están trabajando tanto el legislador comunitario como el nacional, con el objetivo de que entren en vigor en 2030, van a modificar de forma sustancial el modo en el que se diseña, fabrica, comercializa y consume moda, así como la gestión de los residuos textiles que se generen cuando ya no sea posible darle una nueva vida a la ropa. Un cambio de paradigma para el que conviene que los actores de la industria vayan anticipándose si quieren que esta (r)evolución no resulte excesivamente abrupta y precipitada. Todo apunta a que estamos en un momento de transición de modelo, y conviene que las empresas empiecen a adaptarse si no quieren quedarse al margen de una nueva forma de hacer negocios, sostenible con el medio ambiente, que puede suponer también, si se aprovecha adecuadamente, una excelente oportunidad de negocio.

Francisco Javier García Pérez

Francisco Javier García Pérez

Francisco Javier García Pérez se incorporó a Uría Menéndez en 2011. Francisco Javier centra su práctica en el asesoramiento a empresas nacionales e internacionales en multiplicidad de sectores regulados o donde los activos intangibles tienen una importancia capital, tales como el sector farmacéutico, tabaco, ecommerce, IoT, software, productos cosméticos y empresas de moda. Asesora regularmente en todas las áreas de propiedad intelectual e industrial, con particular experiencia en operaciones mercantiles con un importante componente tecnológico, litigación en materia de propiedad industrial y competencia desleal así como en disputas de consumo y consultas vinculadas a la protección de datos personales. En el sector farmacéutico tiene gran experiencia en materia de publicidad de medicamentos, healthtech, contratación y compliance. Asimismo, es presidente de la sección de Fashion Law de la Unión International de Abogados.