Entorno

Rana Plaza: avances y tareas pendientes diez años después de la catástrofe que cambió la moda

Tras el accidente, las empresas del sector firmaron un acuerdo histórico y comenzaron un control exhaustivo de las condiciones en sus cadenas de suministro, presionadas por el impacto reputacional de la segunda mayor catástrofe industrial de la historia.

Rana Plaza: avances y tareas pendientes diez años después de la catástrofe que cambió la moda
Rana Plaza: avances y tareas pendientes diez años después de la catástrofe que cambió la moda
El sector copa el 83% de las exportaciones y emplea a cuatro millones de personas en el país, un 58% de ello femenino.

M. T. / I. P. G.

20 abr 2023 - 05:00

El lunes hace diez años desde que más de 1.130 trabajadores de Bangladesh murieron y 2.500 más resultaron heridos al derrumbarse el complejo fabril Rana Plaza, en las afueras de Dacca (Bangladesh). El desastre ocupó portadas y cambió la moda, imponiendo a las marcas responsabilidad sobre las condiciones laborales en su cadena de suministro y motivando la firma de un acuerdo histórico que hoy es un macro global. Las cadenas globales de producción del sector son hoy más seguras, más controladas y más transparentes, pero el camino es largo y queda todavía mucho por hacer.

 

Muchas empresas del sector fabricaban en esas nueve plantas que se vinieron abajo, y si no lo habían hecho en el pasado. Sus etiquetas, presentes en los armarios de medio mundo, se encontraron entre los cascotes del derrumbe.

 

Pero el impacto trascendió al de las marcas señaladas y motivó un cambio en toda la industria. “No se focalizó en las empresas, porque era algo representativo que involucraba a todo el sector”, recuerda Isidor Boix, exdirector del departamento de Responsabilidad Social Corporativa de Fiteqa (CCOO).

 

Apenas unos días después, más de doscientas empresas del sector firmaron el Accord on Fire and Building Safety in Bangladesh, el primer acuerdo multiempresa sobre seguridad y condiciones laborales.

 

 

 

 

El nuevo pacto se centraba no sólo en resolver el problema de la fábrica, sino que se revisaron varios cientos de instalaciones y se hizo frente a problemas económicos y de organización del trabajo en todo el país”, añade Boix.

 

Desde las compañías del sector, reconocen que el incidente supuso un cambio de mentalidad. “Desde el colapso del Rana Plaza en 2013, nuestra compañía, así como toda la industria textil y el sector, hicieron un cambio de mentalidad uniéndose para analizar en profundidad las causas del accidente y mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores”, apuntan desde Mango.

Entre las 200 empresas que subscribieron el acuerdo estaban Inditex, Mango y El Corte Inglés. También se añadieron federaciones sindicales como IndustriAll o UNIglobal.

 

Inditex ha sido muy activo en el Accord desde el principio y forma parte del órgano de gobierno del Accord”, explica Joris Oldenziel, executive director de International Accord. “Las otras compañías españolas que conocemos también han sido bastante activas, no podemos hacer públicas acciones particulares de las empresas, pero la experiencia ha sido positiva”, añade.

Mango trabaja hoy con 132 fábricas en el país, incluyendo las de proveedores Tier 1, 2 y 3. Inditex, por su parte, tiene en el país uno de sus hubs estratégicos de aprovisionamiento, con 452 fábricas, y Tendam concentra en Bangladesh el 30% de sus compras, con 42 proveedores.

 

 

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El Rana Plaza es también parcialmente responsable de que las compañías hayan aumentado significativamente la trazabilidad de su cadena de suministro, y, posteriormente, también hayan aumentado la transparencia. Mango, por ejemplo, se convirtió el año pasado en la primera empresa española en comunicar su lista de proveedores Tier 3.

 

A escala internacional, H&M, Primark, Gap o Fast Retailing también detallan las fábricas con las que trabajan, mientras que Inditex o Tendam sólo hacen públicos los datos agregados. 

 

“Cuando empezamos el Accord, las marcas necesitaban tener muchos más detalles sobre exactamente que proveedores trabajaban”, apunta Oldenziel. “Al trabajar con agentes, muchas veces no son totalmente conscientes de su cadena de suministro, uno de los puntos que trabajamos muchos al principio”. Conocer en detalle su cadena de suministro no era algo que el Accord pidiera por sí mismo, pero era necesario para cumplir los requisitos del Accord.

 

Uno de los retos que afrontan ahora las marcas del sector es extender el conocimiento de su cadena de suministro hasta el campo. “Es lo esencial en este momento y algo que se asumió por parte de Inditex desde el primer momento”, recuerda Boix. La compañía gallega junto a Comisiones Obreras realizó un viaje el año pasado a Uzbekistán, donde realiza parte de su producción, para inspeccionar las condiciones laborales de sus proveedores.

 

Además, la mayoría de las empresas cuentan hoy con estrictos códigos de conducta que se exigen a todos los proveedores, y que suponen una limpieza de socios cada año. En 2022, por ejemplo, Inditex descartó 47 proveedores, que se suman a los 25 de 2021, los 44 de 2020 y los 56 de 2019.

 

 

 

 

El Accord es jurídicamente vinculante entre marcas de moda y sindicatos globales en Bangladesh. Mediante este acuerdo se creó un programa de inspección y subsanación destinado a mitigar los riesgos constructivos, eléctricos, de incendio y seguridad de calderas para evitar que un desastre como el de Rana Plaza pudiera volver a suceder. El programa también contempla un mecanismo de denuncia para que los trabajadores presenten quejas sobre consideraciones de salud y seguridad y de su derecho a asociarse.

 

El acuerdo ha permitido a los sindicatos adentrarse en las fábricas de Bangladesh y obliga a las empresas a que, cuando haya fallos en los sistemas de seguridad de la fábrica, no pueden simplemente abandonar al proveedor, sino que han de apoyar medidas para subsanarlo y conceder a las fábricas suficientes oportunidades para arreglar los riesgos.   

 

“Lo más importante de estos últimos diez años ha sido que las fábricas que producen para las mayores empresas de moda del mundo han realizado grandes avances en materia de seguridad”, resume Oldenziel. En concreto, desde la asociación señalan que se han inspeccionado más de 2.000 fábricas y 93% de los peligros identificados han sido subsanados.

 

Boix coincide en que ha habido una disminución notable de los problemas de seguridad en las fábricas de Bangladesh, a la vez de un avance en materia de sindicación con el establecimiento de comités de seguridad, “que han sido elementos aglutinadores de la actividad sindical”, añade Boix. La sindicalización en el sector se ha duplicado en los últimos diez años, pero Boix advierte que era baja.

 

Este es también la principal tarea pendiente que destaca Kalpona Akter, presidenta de la Bangladesh Garment & Industrial Workers’ Federation (Bgiwf), que insiste también en la necesidad de alcanzar un salario mínimo.

 

El salario mínimo en Bangladesh se subió por última vez en 2018, y actualmente se sitúa en 8.000 takas (67 euros). “Es difícil para un trabajador mantener a su familia, comprar carne o pescado, enviar a sus hijos al colegio, pagar el médico o ahorrar para el futuro”, dice Akter.

 

“La gente trabaja para salir de la pobreza, pero nuestros trabajadores trabajan muy duro y continúan por debajo de ese umbral”, insiste Akter, que añade también otras tareas pendientes como mayor seguridad en las fábricas y protección social.

 

Actualmente, en Bangladesh hay unas 4.500 fábricas de confección. El sector copa el 83% de las exportaciones y emplea a cuatro millones de personas en el país, un 58% de ello femenino.

 

En España, el impacto social del Rana Plaza se sigue sintiendo. Para el próximo viernes, la Campaña Ropa Limpia ha preparado movilizaciones en Barcelona, Granada, Madrid, Pamplona y Vitoria-Gasteiz. En cada ciudad se colocará una gran lona con los nombres de las 1.138 personas que murieron en la fábrica textil de Rana Plaza, flores, antorchas y, después de la lectura de un manifiesto, se realizará un minuto de silencio. Detrás de la lona, se situará una gran pancarta con el texto: “El recuerdo que exige un acuerdo. Levis, Ikea, Amazon y Decathlon firmad el Acuerdo para la Seguridad en la Industria Textil”.

 

Desde Decathlon, una de las marcas interperadas por la asociación y que no han firmado el Accord, alegan que “entre los requisitos mínimos obligatorios de Decathlon, detallados en su Plan de Vigilancia y su Código de conducta para proveedores de fabricación, se refieren, entre otros, a las condiciones de trabajo justas y seguras”. “Decathlon Bangladesh tiene un equipo dedicado (el equipo de desarrollo sostenible) para monitorizar la salud y la seguridad de los trabajadores en las fábricas. Además, según la ley francesa del deber de cuidado, Decathlon también es responsable de controlar la implementación de los sistemas de gestión de la seguridad”.

 

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El Accord dio su primer salto internacional a finales de 2022. El nuevo Pakistan Accord on Health and Safety in the Textile and Garment Industry busca llevar las mejoras de seguridad a Pakistán y lo ha firmado la española Inditex junto a H&M, PVH, C&A y Bestseller, entre otras. Por ahora hay 94 empresas firmantes, un éxito menor al recabado con la creación del Accord en Bangladesh. “El país no tiene tanta presencia, la siniestralidad no ha sido tan espectacular”, destaca Boix. De nuevo, el riesgo reputacional como motor del cambio.

El Accord de Pakistán requiere que las compañías firmantes publiquen una lista completa de todas las fábricas con las que trabajan en el país y que se aseguren de que todas ellas cumplan con los programas de inspección y seguridad, además de que las ayuden a mejorar sus condiciones durante el proceso, asumiendo los costes necesarios.

 

La mejora de las condiciones laborales puede ser una fortaleza para Pakistán a la hora de captar empresas que quieran fabricar en el país. “A pesar de las tendencias de nearshoring, Bangladesh es atractivo porque es uno de los países más seguros para producir en el textil.”

 

Por el contrario, otros países con situaciones más precarias en materia laboral, como Myanmar, tras el golpe de estado de la junta militar, o China, que ha recibido acusaciones de trabajos forzosos. Para seguir expandiendo el pacto, el Accord mira a India, Sri Lanka y Marruecos, aunque ahora concentra sus esfuerzos en Pakistán.

 

El riesgo de un Rana Plaza en Bangladesh es muy pequeño. Hemos hecho mucho trabajo, pero sin ir más lejos, la semana pasada hubo un incendio en una fábrica de Pakistán”, destacan desde el Accord.

 

Más allá de acuerdos entre compañías y sindicatos, las administraciones públicas europeas también preparan su propia legislación al respecto. La Unión Europea está trabajando en una directiva que obligará a las multinacionales a hacer todo lo posible para evitar e impedir las malas prácticas en materia de normas medioambientales y de derechos fundamentales.

 

La llamada Directiva sobre Sostenibilidad Empresarial y Debida Diligencia se encuentra en fase de negociación, así que el único mecanismo europeo que ahora mismo atañe a las empresas en este la Directiva relativa a la presentación de información sobre sostenibilidad por parte de las empresas. Esta directiva, parte del Green Deal europeo, obliga a las empresas a divulgar información sobre lo que consideran riesgos y oportunidades derivados de cuestiones sociales y medioambientales, y sobre el impacto de sus actividades en las personas y el medio ambiente.

 

Desde el parlamento europeo, se está también trabajando en una propuesta que llegue también a los sueldos: un impuesto en frontera que sirva por atajar la extrema pobreza. La eurodiputada del grupo Renew Europe, Valérie Hayer, ha visto recientemente Bangladesh para conocer las condiciones laborales de los trabajadores y plantear esta medida entre las marcas y las autoridades locales. “Las marcas están a favor de un aumento de los salarios de los trabajadores del sector textil en Bangladesh”, asegura Hayer.

“Los trabajadores también están perdiendo productividad debido a esos bajos salarios y a unas condiciones (10 horas mínimas al día, 6 días a la semana) que no les permiten descansar y, a veces, comer hasta saciarse”, añade la eurodiputada. Sin embargo, apunta que las empresas suelen responsabilizar a las autoridades locales.

 

A pesar de que admite que la situación ha mejorado, Hayer indica que otro Rana Plaza podría llegar a suceder en aquellas fábricas que no exportan a marcas occidentales. “Para las fábricas orientadas al mercado nacional, los riesgos siguen presentes”, concluye.