Entorno

Moda y deflación: ¿son el vestido y el calzado culpables de que los precios bajen?

C. De Angelis

8 sep 2014 - 04:57

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo

 

Un fantasma recorre la economía europea. Se llama deflación y consiste en una caída continuada de los precios de bienes y servicios. Parece positivo para el consumidor, pero supone un agravamiento de la coyuntura económica, ya que si la tendencia a la baja de los precios se mantiene, la demanda se congela, la producción cae y, con ello, aumenta el desempleo.

 

Por ahora, esta situación no se ha materializado en Europa, pues la caída de precios no se ha mantenido durante un periodo prolongado ni generalizado, pero precedentes como el de Japón asustan a muchos economistas. Así, el riesgo de deflación es uno de los asuntos que ha llevado al Banco Central Europeo (BCE) a tomar una medida extraordinaria esta última semana: el presidente de la entidad, Mario Draghi, anunció una batería de estímulos monetarios que incluye un recorte del precio del dinero hasta un nuevo mínimo histórico del 0,05%.

 

En España, el sector de la moda lleva años con precios estancados, contribuyendo a la contención de los precios y, ahora, a los episodios de deflación que ha atravesado la economía. ¿Pero hasta qué punto la moda tiene responsabilidad y peso en la deflación europea?

 

Ciertamente, los productos de moda (agrupados en uno de los doce epígrafes que componen Índice de Precios al Consumo o IPC, indicador que mide la inflación o subida de precios) se llevan encareciendo desde hace muchos años por debajo del conjunto de productos que componen la cesta de la compra.

 

En 2013, por ejemplo, los precios de vestido y calzado registraron una evolución anual plana, es decir, del 0,0%, lo que significa que comprar moda costaba en diciembre de 2013 lo mismo que en diciembre de 2012. En cambio, el IPC general subió un 0,3%.

 

El año anterior la diferencia fue aún mayor: mientras el IPC general subió un 2,9%, la moda sólo se encareció un 0,3%, con un diferencial de 2,6 puntos. Esta situación se repite, de hecho, desde 2003, con diferenciales que han llegado hasta los tres puntos.

 

Aunque la moda ha contribuido de forma continuada a la contención de los precios, este efecto no es ni mucho menos negativo para la economía. Desde 2003, la inflación ha llegado a niveles del 4,2% (el máximo deseable es el 2%), de modo que vestido y calzado han ayudado a que la cesta de la compra no se disparara aún más.

 

Ahora, la contribución de la moda en la deflación es moderada, ya que su peso en la cesta de la compra (es decir, su participación en el gasto global de las familias) es bajo y, además, ha caído en los últimos años. Actualmente, vestido y calzado tienen un peso del 7,6%, frente al 9,9% que alcanzaba, por ejemplo, en 2003.

 

Mucho más responsable de la actual amenaza de deflación es, por ejemplo, la evolución de los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas, que en julio registraron una caída interanual de precios del 2% y que tienen un peso en la cesta de la compra mucho más importante, cercana al 19%.