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Impulsar un sector circular a golpe legislativo de la UE

Cáliz Ebri, independent senior advisor de 4AM EY, abre debate sobre que las empresas del sector de la moda van a tener que pensar muy bien en cómo poner en marcha acciones que ayuden a definir el futuro de sus modelos de negocio.

Tribuna: Cáliz Ebri

11 abr 2022 - 04:47

Impulsar un sector circular a golpe legislativo de la UE

 

 

Abierto el debate sobre si la industria textil es o no la segunda más contaminante del mundo, lo que queda claro es que el sector ha entrado de lleno en una etapa de diagnóstico para entender y definir cambios ligados a la producción y uso de las prendas textiles. Dada la deuda pendiente con el medio ambiente y las implicaciones de la taxonomía que está por venir, las empresas del sector de la moda van a tener que pensar muy bien en cómo poner en marcha acciones que ayuden a definir el futuro de sus modelos de negocio.

 

 

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Hasta ahora, el compromiso con la sostenibilidad de las empresas dependía de la visión y estrategia individual de cada una. Aunque muchas ya han recorrido un gran camino, y otras incluso nacieron con un componente sostenible o pensadas para ser circulares, la situación general entre ellas es muy dispar. A lo largo de los últimos años el foco ha estado mayoritariamente centrado en mejoras productivas, así como en medir y disminuir el impacto generado en la cadena logística y en el derivado de la actividad de sus espacios de oficinas y tiendas físicas. Pero esto ya no es suficiente. La Unión Europea (UE) viene con fuerza para acelerar y asegurar que el sector en su conjunto coja las riendas y avance en la dirección que ya ha empezado a marcar. 

 

Como ya se inició en el 2015 con el Primer Plan de Acción para la Economía Circular, la UE está trabajando en formato work in progress apoyándose en diferentes estrategias sobre las que articular la transición de los modelos económicos de los países miembro. Con este plan se persigue también reducir la alta dependencia de materiales de países fuera de la UE. Una manera de garantizar la autosuficiencia es a través de la recuperación de los materiales y su reintroducción en el circuito.

 

Es posible que, a través de la Directiva 2018/851 sobre residuos, la UE marcase el inicio de una nueva etapa para el sector con el objetivo de potenciar la circularidad textil, evitando que las prendas lleguen a vertedero y poder así reintroducir los productos y/o materiales textiles en el circuito. A través de esta directiva, el textil llegado a su fin de vida pasa a considerarse un “residuo” y deberá recogerse selectivamente, separado de los otros residuos.

Este cambio conlleva que se le considere un “residuo” más, como los envases o los neumáticos usados, y que se le aplique la carga legal existente bajo el principio: “quien contamina, paga”, poniendo en marcha la famosa Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP). 

 

 

 

 

Dicho esto, con la ley de residuos aprobada en España por el Senado el pasado 23 de marzo, nuestro país dispone ahora de un máximo de 3 años (aunque recordemos que la recogida tiene que estar en marcha a 1 de enero del 2025 como estipula la directiva) para el desarrollo reglamentario de los regímenes de RAP. ¿Y por qué es tan relevante este desarrollo? Porque es ahí donde se van a marcar los objetivos de recogida y otras obligaciones que aún están en el aire y que sin duda pueden afectar a las estrategias que se pondrán en marcha dentro de los modelos de recogida del “residuo”, ya sean colectivos, como el Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (Scrap), o individuales, que, quitando algunas excepciones de marcas monoproducto o segmentos especiales, no parece que sea el modelo a seguir para este residuo.

 

A través de esta directiva se busca impulsar la toma de conciencia sobre la necesidad de interiorizar el residuo en la estrategia de la empresa. Porque integrar el residuo en el modelo de negocio es indispensable para formalizar y capitalizar el cambio hacia una economía circular. Una oportunidad para acelerar la transformación, pero también para rentabilizarla y asegurar un modelo sostenible en el tiempo.

 

Además del residuo textil, es importante mencionar las potenciales implicaciones de la nueva ley de residuos con relación al uso de plásticos de un solo uso que puedan (o no) afectar a la operativa según las empresas, en particular en su cadena logística y en el ecommerce.

 

Es obvio que la apuesta de la UE por pasar a un modelo de economía circular textil es contundente, y ya está trabajando a marchas forzadas en nuevas directivas que pronto verán la luz. Hasta ahora, el modelo lineal ha provocado una desconexión entre las distintas fases del ciclo de vida de las prendas y los diferentes actores. Como resultado, el producto desechado no tiene las características necesarias para ser reciclado, los materiales reciclados carecen de demanda suficiente y la falta de tecnología escalable no permite que sean competitivos.

 

 

 

 

Por eso, cabe destacar la futura directiva sobre ecodiseño, que busca tanto alargar la vida útil de los productos (“darles más usos” y retrasar su fin de vida) como garantizar su reciclaje. Aún no sabemos con qué carga vendrá definida la directiva, pero muy probablemente se busque marcar estrategias y objetivos que apoyen un diseño más circular. Una manera de diseñar pensando en todo el ciclo de vida del producto y en sus implicaciones antes de ser producido.

 

Aplicar el concepto de alargar la vida de los productos fomenta la creación de valor sobre un producto ya existente (nuevas vías de ingresos o una forma diferente de definir la rentabilidad). Ya hay muchas empresas que han visto en este enfoque una oportunidad para capturar valor, como las plataformas de reventa o servicios de reparación o reacondicionamiento.

 

Otra de las iniciativas en el tintero de la Comisión Europea es en relación a la diligencia debida, principio por el que las empresas se hacen responsables de ejecutar labores de vigilancia para prevenir y mitigar los impactos de sus operaciones y los de su cadena de suministro en los derechos humanos. Una forma de fomentar la integración y el trabajo con todos sus colaboradores.

 

 

 

 

En el radar, la directiva de green claims contra el greenwashing de las empresas. Teniendo en cuenta la importancia de la labor de la UE para proteger y capacitar a las personas en un consumo e inversión más responsables, se persigue a través de esta futura directiva que las empresas sean capaces de justificar que sus afirmaciones “verdes” son reales y pueden ser cuantificadas y verificadas. A día de hoy existe mucha confusión de cara a la información compartida con la sociedad a través de etiquetados, logos o mensajes publicitarios.

 

Con todo, esto no ha hecho más que empezar. Es importante que las empresas se preparen para asumir e implementar cambios estratégicos, organizativos y financieros que afectarán no sólo a su forma de trabajar interna y externa (con sus partners y proveedores) sino también a cómo concebir, diseñar y vender sus productos.

 

Una transformación que debería apoyar la colaboración entre todos los grupos del sector (marcas, fabricantes, productores, recicladores…), pensando en el ecosistema textil en su globalidad. Una reflexión por un modelo que integre los conceptos de eficiencia y circularidad y que aporte soluciones conjuntas a problemas compartidos.

 

Una movilización coordinada para que se tenga en cuenta la realidad del sector y sus capacidades en el corto y medio plazo. Porque abordarlo por separado nos aleja del objetivo final, que no es otro que el de cerrar el círculo.

 

 

Cáliz Ebri es independent senior advisor de 4AM EY.