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¿De qué vive una 'it girl'?

C. Pareja

4 jun 2012 - 04:42

Son jóvenes, estilosas y reconocidas socialmente. Llevan la ropa que todas las fashionistas quieren, consiguen convertir cualquier prenda que se pongan en bestseller, son lo que todas las chicas jóvenes quieren ser y acuden a las fiestas a las que todo el mundo quiere ir. Su oficio es estar, llevar y, sobre todo ser, pero, ¿de qué vive una it girl?

 

Algunos hablan de que el fenómeno it-girl surgió con el inicio del cine, otros dicen que es un personaje que fue creado por y para la moda. En lo que todos los expertos consultados por Modaes.es coinciden es que son chicas objeto y que, si una firma de moda quiere ver aumentar su cuenta de resultados, debe tener una it girl de su lado.

 

Olivia Palermo, Alexa Chung, o Sienna Miller son los ejemplos internacionales más claros de una it girl. “Estas chicas viven de ser imagen de firmas, de hacer publicidad de la ropa que les dan las marcas y de asistir a actos sociales”, asegura Paco Caro, propietario de la agencia de comunicación Equipo Singular.

 

“Una it-girl debe reunir cuatro requisitos: pertenecer a una clase social alta, ser considerada un icono de estilo, tener una gran actividad social, y ser joven –explica Caro-; aun así, ahora están proliferando chicas que no reúnen estos requisitos pero que opositan para ser it girl, como si de una carrera profesional se tratara”.

 

Laura Hayden es una de esas chicas que gracias a su carrera profesional en el mundo de la televisión, su blog de tendencias y sus trabajos como modelo ha logrado ser reconocida como una de las it-girl españolas del momento.

 

“Yo no me considero una it girl, y tampoco sé si es algo positivo o negativo –explica Hayden- pero sí que es cierto que me pagan por asistir a eventos y ser imagen de campañas (trabaja para la compañía española de calzado Mustang), algo que me está ayudando a profesionalizarme más e invertir en mis proyectos personales”.

 

Una de las empresas españolas que más ha apostado por trabajar con it girl y celebrities durante los últimos años ha sido Mango. “Nos caracterizamos por trabajar con grandes estrellas y las chicas del momento hasta que dejan de ser novedad –aseguran desde Mango-; estas acciones nos ayudan a vincularnos más con las tendencias y a comunicar la esencia de la firma”.

 

“Si eres el primero en tener a la chica del momento, ya sea una actriz muy reputada o la fashion blogger más transgresora, aportarás novedad, frescura y primicia a través de su imagen”, dicen desde Mango.

 

Pero una cadena de moda que cuente con una it girl como embajadora o madrina de su firma no quiere sólo transmitir novedad, sino que busca rentabilizar su imagen y traducir la estancia de ésta en la compañía en ventas. “Si hay una chica a la que las otras admiran todas querrán llevar lo que ella lleva, querrán vestir como ella y ser como ella; de esta forma, si esta chica está de tu lado tus ventas aumentarán seguro”, explican desde la agencia de comunicación Piazza.

 

“Uno de los mejores ejemplos en España ha sido el de Paula Echevarria que, tras su faceta de actriz, ha logrado darse a conocer como un icono de estilo, algo que Blanco supo ver y aprovechar, contratándola para que realizase una colección para la cadena”, afirman desde Piazza.

 

Uno de los secretos mejor guardados de la it girl es cuánto cobran por ser partícipes del negocio de la moda. Laura Hayden no quiere hacer declaraciones de cuánto le pagan por asistir a un evento, aunque asegura que “varía según el acto al que tenga que asistir”.

 

“Depende mucho de quién sea la it girl, de la repercusión que tenga y de quién vaya con ella, pero no hay una tarifa fijada ni algo universal –concluye Paco Caro-; una it girl puede ir a una fiesta y no hacer nada más o puede ofrecerse a hablar con la gente, llevar ropa de una marca en concreto... todo suma”.

 

Las it girl viven de su imagen, de acudir a fiestas y de explotar su juventud y su estilo. La industria de la moda, igual que pasa con las colecciones, también renueva a sus it girl temporada tras temporada así que su estilo y su imagen son efímeras. Como siempre, el consumidor es el que manda.