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Toda la excelencia Lacroix para un posible adiós

8 jul 2009 - 00:00

Christian Lacroix subió ayer a la pasarela de la alta costura de París haciendo lo que sabe hacer bien: vestidos que quitan el hipo. Y no defraudó. Los 24 modelos recibieron largos aplausos y se le despidió con una ovación sentida y no exenta de lágrimas. No es para menos. Éste podría ser su último desfile si no resuelve en breve sus problemas financieros. Había mucha expectación por ver la propuesta de Lacroix, que había sido duda hasta el último momento en el programa de desfiles de la alta costura de París. Su situación económica es grave: presentó concurso de acreedores en mayo y Falic, la empresa propietaria de la marca, la tiene en venta y por el momento no encuentra comprador. Subirse a la pasarela de la alta costura fue una opción arriesgada por el coste que implica, pero era la única manera de recordar quién es y lo que sabe hacer.Fue un desfile de crisis. El escenario lo puso el Museo de las Artes Decorativas, que le cedió el espacio, y sólo cobraron las 12 modelos. El aforo se redujo a 280 invitados, eso sí, incondicionales. Hubo incluso una pancarta de Christian Lacroix Forever que se desplegó al final del desfile. El diseñador obtuvo una cálida y emotiva respuesta de su público, que se deshizo en aplausos y lágrimas. El mismo Lacroix explicó que no puede creerse que esto pueda ser el final. "Es el principio de algo. Espero", subrayó. Aseguró que todo esto se debe a una "falta de química" entre los negocios y la creatividad, y tiene la esperanza en poder relanzar la marca con una línea de alta costura y otra de prèt-â-porter de gama alta, así como colecciones más asequibles de gafas de sol y perfumes. El modisto calcula que relanzar la marca puede costar unos 50 millones de euros y espera que este desfile sirva para seducir a posibles inversores. "Hemos querido mostrar lo que sabemos hacer, lo que podemos hacer", aseguró. Y lo ha conseguido. Fue una colección 100% Lacroix, de volúmenes, de encajes, en su mejor exuberancia chic. Y el traje de novia, con el que acostumbra a poner punto y final al desfile, lo sustituyó por el de una virgen católica, propia de un paso sevillano. Toca rezar. Ayer también desfiló Givenchy. El joven diseñador italiano Riccardo Tisci elaboró para la casa francesa una colección de alta costura de espectaculares reinas moras en versión siglo XXI. Armani, por su parte, presentó Privé, su línea de alta costura, en el Palais de Chaillot, donde al finalizar el desfile aprovechó para lanzar su nuevo perfume, Idole, en los alrededores del Museo del Hombre.