Opinión

Inés, Coco y el algoritmo loco

Inés, Coco y el algoritmo loco

Inmaculada Urrea

22 abr 2025

Lo de Inés de Robles (@INES) me tiene fascinada. No sé por qué el algoritmo de TikTok decidió regalármela esta Navidad... De repente, un día se me apareció una hierática #chicaantigua sacada del siglo pasado y más atrás, que, vestida como pocas de su generación hoy se atreverían, movía los labios al ritmo de un reggaetón de fondo. Su coreografía consistía en cruzar su pierna derecha en un momento dado, para descruzarla inmediatamente después. Quince segundos que me fliparon tanto como me fascinaron.

 

El caso es que, desde entonces, TikTok no hizo más que enseñármela cada vez que entraba en la red y yo observaba hipnotizada a esta mujer salida de otro tiempo haciendo un playback estático de un género que no le pega nada. Surrealismo puro. Inés de Robles, un oxímoron encarnado. Por si fuera poco, lo mejor son los comentarios. Me he reído hasta llorar del ingenio de algunos.

 

Y, de repente, Inés se ha vuelto viral. Acumula más de 200.000 seguidores y más de ocho millones de me gusta, amén de miles de comentarios. Ahora todos quieren salir con ella replicando su coreografía (incluidos Omar Montes, Ceciarmy, Béele e Iker Casillas) y algunas marcas ya han apostado por ella. No he visto forma más alternativa de publicitar un serum, ni una copistería.

 

Hasta aquí, un fenómeno curioso de este loco mundo de las redes sociales, que veremos el alcance que tiene, porque todo tiene un límite. De hecho, aunque los comentarios ya no son tan graciosos como al principio. Ya se sabe, lo que está de moda, pasará de moda. Pero la #chicaantigua está aprovechando su momento, y bien que hace.

 

Sin embargo, Inés de Robles representa mucho más. Ha roto esquemas. Ha hecho saltar por el aire las reglas del juego. Su independencia de los criterios establecidos ha marcado la diferencia: se ha convertido en un fenómeno sin hablar, sin apenas moverse, vestida como una institutriz decimonónica y sin rastro de maquillaje, algo absolutamente inusual entre las influencers de moda, que, por muy empoderadas que se crean, no dejan de someterse voluntariamente a la corporalidad normativa y al ojo del deseo (sobre todo masculino, que para eso el patriarcado sigue mandando), convertidas en mujeres objeto.

 

En cambio, Inés triunfa presentándose como una mujer sujeto, una rebelde que se ha independizado de un canon de belleza opresor, la jaula del cuerpo de la que habla Naomi Woolf. Inés se limita a mostrar su originalidad. Salvo la música, todo en esos quince segundos habla de nostalgia, de pasado, de otra manera de entender la vida. Según las escenografías que muestra, Inés es hija de casa bien. Probablemente sea norteña, baila ballet y monta a caballo. Tiene dos hermanas y su entorno respira old money y discreción.

 

Inés encarna una forma inusual del empoderamiento femenino que ya inventó Coco Chanel a principios del siglo pasado. En un entorno sobresaturado de imágenes hipersexualizadas, ella irrumpe con su modesta y recatada estética. Muy alejada de buscar la mirada de deseo masculina, Inés habla de una mujer segura y determinada, que no necesita mostrarse como las demás para validarse. Inés elige vestir como quiere, sin necesidad de hacer hauls de Zara. Sin ella saberlo, Inés tiene más en común con Mademoiselle y Rei Kawakubo que con Marta Díaz y María Martín de Pozuelo. Y sin haber inventado nada. Ni siquiera su estilo. Me declaro fan.

 

Inés de Robles interpreta un personaje propio, a la vez tierno e irónico, que destaca porque se salta un sistema diseñado para generar deseo, liberándose, como diría Simone de Beauvoir, de las representaciones que otros han impuesto. Inés no es “para otros”, sino para ella misma. Con su aparente antimoda, Inés habla de estética, de poder y de representación femenina. Como no la conozco personalmente, hoy sólo puedo decir que su diferencia es lo que la ha llevado a destacar. El tiempo dirá si Inés es auténtica o si todo ha sido una coreografía de márketing. Pero, por ahora, ha ganado la partida.

Inmaculada Urrea

Inmaculada Urrea

Inmaculada Urrea. Mi lema: “No es marca si no pasa por el corazón”. Soy una consultora free spirit y me gusta ayudar a crear identidades de marca memorables. Llevo más de 30 años dedicada al sector de la moda y casi 20 como consultora de todo tipo de marcas. Me apasiona el branding y mis clientes, por este orden. Soy honesta, independiente y con criterio propio. Para mí, la marca está por encima de todo y de todos. Es una ética, además de una estética. Pienso siempre que a mis clientes su marca les importa tanto como a mí, así que me encanta enseñarles a gestionar su identidad, porque la marca es suya, no mía. Por cierto: tener un brandbook es necesario, pero no suficiente: sin implementación, no hay paraíso, ni beneficio. Sólo branding de postureo. Más información en mi antiweb: inmaculadaurrea.com