Herencia textil
31 ene 2017
Me fascina escuchar y leer a los gurús que se acercan al sector textil como llovidos del cielo, tocados con la sabiduría del último master de gran universidad, y se empeñan en aplicar las recetas de otras actividades, hayan sido eficaces o no, como queriendo empujar a empresas centenarias a adoptar una gestión moderna porque, según muchos de ellos, se están jugando su futuro. Parecen pensar que estamos ante un sector viejuno necesitado de ayuda para adaptar sus obsoletas herramientas de gestión a los cambios en nuestro entorno.
También me fascina el acercamiento con cierto aire de superioridad de algunos expertos en comercio online dispuestos a enseñar el camino a la tierra prometida a los que tienen un pasado exitoso, como si para entrar en los nuevos canales de venta la experiencia no contara.
Y cada vez que me encuentro con ese tipo de asesor, consultor, guía espiritual o lo que sea, me acuerdo de una pareja a la que conocí en una colonia textil en Gironella y no puedo evitar sonreír. Me viene a la mente una empresa con ciento veinte años de historia, dirigida con mimo por varias generaciones de una misma familia, que ha superado todas las crisis que caben en siglo y pico, y supongo que son una cuantas, guerras incluidas. Además, lo han hecho aplicando recetas que siguen siendo válidas, con una estrategia de negocio que se traduce en palabras que están cayendo en desuso como ilusión, tenacidad, trabajo, experiencia, sentido común, conocimiento del negocio, respeto máximo por los trabajadores y unas cuantas más que no deben puntuar en los sesudos informes financieros que se manejan por ahí.
Basta dar una vuelta por su fábrica, colonia textil pata negra, y sobre todo por un pequeño museo que la pareja, retirada hace tiempo, cuida con el mismo esmero como en su día cuidó de una empresa que hoy dirigen sus hijos. Uno de los mejores momentos en el cuarto de siglo que llevo en estos quehaceres textileros fue, sin duda alguna, visitar esa joya en Gironella acompañado de los guardianes del tesoro, escuchar sus apasionadas explicaciones y entender que la emoción por crear es la clave para conseguir un éxito duradero. Sentir que, con el paso de los años, los mayores que triunfaron dejan su legado orgullosos y hay nuevas generaciones de emprendedores que cogen el guante y son capaces de pilotar la nave con energías renovadas.
Eso, queridos analistas, consultores y similares, sí es un master sobre este negocio. Cuando quieran la receta de la poción mágica, no se sumerjan en proyecciones financieras. Vayan a Gironella y déjense llevar.
Manu Díaz
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