Look

París c´est fini

10 mar 2011 - 00:00

C.Pareja.-  Ayer cerraba sus puertas una París Fashion Week marcada por escándalos y alguna que otra sorpresa. De la austeridad de la moda a los insultos de Galliano, de modelos anónimas a top models que reaparecen en escena, como es el caso de Kate Moss, y se fuman un cigarrillo en la pasarela para asombro de muchos, o de diseñadores superestrella a las petites mains de Dior. Durante 9 días, París ha vuelto a ser la capital de la moda, pero el prêt-à-porter ya no es sólo una prenda, sino que evoca a un estilo de vida.

Karl Lagerfeld para Chanel ha sido uno de los desfiles más esperados de toda la semana. El creador dejó a muchos de los asistentes helados, y no porque al Kaiser se le haya ocurrido de nuevo volver a instalar en el Grand Palais un iceberg de hielo, no, si no porqué es una de las colecciones con menos color hasta la fecha y ha rozado lo rudo, dejando a las siluetas femeninas que tanto caracterizan a la firma a un lado.

 

Una pasarela de madera, que imitaba a un puente, rocas volcánicas y humo, mucho humo, acompañaron a las modelos durante todo el desfile. De la reina de las nieves a la mujer de las tinieblas, y es que este nuevo Lagerfeld ha asegurado que la moda está cambiando, y él ha sido uno de los primeros en predicar con el ejemplo. Punto grueso a modo de capas, monos de trabajo en materiales desgastados y botas de montaña para las mujeres. Un desfile de los más criticados, pero también de los más arriesgados para una maison como Chanel.

 

Un día antes de acabar la semana de la moda parisina, en la bóveda de la Conciergerie de París, se celebraba el desfile de Alexander McQueen. Sarah Burton fue quien cogió el relevo obligado del ya fallecido diseñador. Fue su brazo derecho durante muchos años y ha sabido plasmar en esta colección el espíritu de la firma, ya legendaria, en cada uno de los looks que se mostraron en la pasarela, algo que hizo que pareciera que Lee no había muerto y que todo había sido una simple pesadilla.

 

Desde el día de su muerte, todos los desfiles de la firma se ven envueltos por un halo de frialdad y misticismo, algo que ha reflejado perfectamente esta colección retratando, con mucho estilo, una versión revisitada de la reina blanca de Alicia en el país de las maravillas.

 

Looks en color blanco puro y otros en negro rebajados con grises. Cremalleras, mosaicos de porcelana a modo de corsé en acompañamiento con una gran falda de volantes en tul, tweed, pequeñas piezas de visón adornando vestidos e incluso cuero. Todo ello rematado con unos zapatos con correas y una punta de hierro en el tacón que han hecho que la nueva silueta de McQueen sea una guerrera en la lucha entre el bien y el mal.

 

El punto y final de los diseñadores consagrados, a excepción de Miuccia Prada y su línea Miu Miu, lo ponía Louis Vuitton y su director creativo, Marc Jacobs, que ha llevado a los seguidores de la firma a un hotel regentado por camareras sugerentes, porteros en ropa interior y amas de llaves envueltas en cuero y lamé.

 

La sorpresa del día ha sido ver a Kate Moss volviendo a las pasarelas de la mano de Marc Jacobs, pero más excitante aún ha sido verla desfilando con un cigarrillo en la mano y vestida con sólo un short negro y una chaqueta negra de encaje y piel. La colección ha sido un seguido de looks en color negro con materiales como el cuero, el encaje y la piel. Los maxi botones han sido protagonistas de muchas prendas en una idea creativa que tiene ciertas reminiscencias al cine pornográfico de los años cuarenta. Provocación en estado puro.