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La tormentosa saga familiar tras el lujo de Gucci

27 sep 2011 - 00:00

Modaes.- Gucci es uno de los principales símbolos del mundo del lujo, pero también supone un buen ejemplo de los problemas a los que se enfrentan las empresas familiares de cualquier sector. Ahora, la historia de Gucci (y las complicadas relaciones de sus herederos) se podrá observar de cerca en un museo en Florencia.

En 1921, Guccio Gucci puso en marcha una empresa marroquinería y artículos de equipaje en Florencia, su ciudad natal. Inspirándose en la refinación de la nobleza inglesa, el emprendedor italiano lanzó una marca que se posición entre la clase más alta y que en los años treinta vio nacer un símbolo que perdura hasta la actualidad, el Horsebit.


Tras superar la escasez de los años cuarenta, Gucci entró en los cincuenta dejando atrás la experimentación con nuevos materiales de la década anterior. Sería en los años cincuenta cuando Gucci, inspirándose en el mundo de la hípica, apostaría por la combinación de colores rojo, verde y rojo.

 

El éxito de esta innovación llevó a la firma a abrir tiendas en Milán y Nueva York y a sentar las bases del símbolo del lujo que representa actualmente. Celebridades como Jackie Kennedi o Liz Taylor se convirtieron en clientas, mientras la firma continuaba con su expansión internacional en Londres o París, incorporando ya el logotipo de la doble G.

 

Pero mientras la firma ganaba repercusión internacional, la saga empresarial iba complicándose. Cuando Guccio Gucci falleció, en 1953, sus hijos Aldo, Vasco, Ugo y Rodolfo se hicieron con el negocio, en un momento de gran desarrollo internacional.

 

Rodolfo terminó abandonando la compañía para dedicarse al cine, utilizando el nombre artístico de Maurizio Dancona. Rodolfo, que tuvo un hijo y le llamó Maurizio, terminó regresando a la empresa familiar para enfrentarse a su hermano Aldo, que contaba con cuatro hijos.

 

La lucha entre los hermanos, en la que se introducían a su vez sus hijos, continuó más allá de la década de los ochenta, con demandas entre los miembros de la familia incluidas. En 1982, Gucci se convirtió en una sociedad anónima y el mando pasó al hijo de Rodolfo, Maurizio Gucci, suscriptor del 50% de las acciones de la empresa.

 

En 1987, Investcorp, una sociedad de inversiones con sede en Bahréin, empezó a comprar acciones de Gucci y acabó haciéndose con el cien por cien de la empresa a principios de los años noventa, mientras los miembros de la familia continuaban enfrentados.

 

Tom Ford no llegaría a la firma hasta 1994, cuando se convirtió en director creativo. Un año más tarde, Domenico De Sole fue nombrado director ejecutivo. Ford y De Sole lideraron la transformación de Gucci y su relanzamiento, que se convirtió en una empresa tan atractiva que hasta LVMH y PPR se enfrentaron por ella.

 

A finales de los noventa, Bernard Arnault (LVMH) acusó a François Pinault (PPR) de haberse hecho ilegalmente con acciones de Gucci. Este conflicto llegó incluso a los tribunales y continuó hasta que Arnault vendió las acciones que tenía en su poder, lo que permitió a PPR hacerse con el control de Gucci.

 

La historia de Gucci, comenzando por las primeras creaciones de Guccio Gucci y pasando por creaciones como el lujoso Cadillac Seville de 1979, estará a partir de ahora recogida en un museo, ubicado en un antiguo palacio florentino propiedad del presidente de PPR, François Henry Pinault.