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Jil Sander, la reina del menos

Jil Sander, la reina del menos

S. García

24 feb 2012 - 05:00

Heidemarie Jiline ‘Jil’ Sander nació en 1943 en Wesselburen (Alemania). Tanto la época como el país de nacimiento de Sander han marcado su estilo y han hecho de ella la reina del menos, la diseñadora minimalista por excelencia. 

 

Jil Sander estudio diseño textil en Krefeld y se graduó en 1963. Realizó dos años de su carrera como estudiante de intercambio en la Universidad de California, en Los Angeles. Allí trabajó como editora de moda para la revista alemana Petra antes de abrir su primera tienda en un suburbio de Hamburgo en 1967 a los 24 años.

 

La diseñadora comenzó vendiendo algunos de sus diseños propios junto a creaciones de Thierry Mugler y Sonia Rykiel. Finalmente, en 1968 fundó su propia casa de moda.

 

La austeridad y la simplicidad que Sander vivió durante la posguerra en su infancia, tanto en la vida cotidiana como en las prendas de vestir, hicieron de ella una diseñadora minimalista desde los inicios. Ese rasgo característico de su estilo hizo que sus primeras colecciones no cuajaran en el París del exceso y el colorido de finales de los setenta y principios de los ochenta.

 

No obstante, su estilo empezó a ganar adeptos en los noventa y a finales de la década la diseñadora y su minimalismo lujoso estaban más de moda que nunca.

 

Además de la ropa, Jil Sander desarrolló, a partir de 1978, una línea de cosméticos con su nombre, fabricados por Lancaster. Más tarde, las licencias de Jil Sander se extendieron y llegaron a las gafas y a los accesorios de piel.

 

En 1989 la compañía inició su cotización en la bolsa de Frankfurt y fue una de las primeras en saltar al parqué. El capital que consiguió la empresa con la entrada en bolsa sirvió para realizar la expansión en Asia y Norteamérica. El éxito conseguido permitió a Sander lanzar, en 1997, la primera colección de hombre.

 

La diseñadora tenía éxito y la empresa crecía a buen ritmo, pero su intención de centrarse sólo en la parte creativa y de diseño hizo que la compañía necesitara un socio financiero para poder continuar con su actividad.

 

En 1999, Jil Sander encontró a su socio: el grupo Prada compró el 75% de la compañía. La diseñadora continuó como directora creativa y se convirtió en presidenta de la empresa. Seis meses después, abandonó su firma por desavenencias con Patrizio Bertelli, marido de Miuccia Prada y consejero delegado del grupo italiano.

 

Sin la diseñadora al frente de su firma, Jil Sander empezó a perder dinero y nivel creativo y la mayoría del personal de producción dejó la empresa tras su marcha.

 

Tres años después, la diseñadora volvió a la firma como directora creativa con un contrato de seis años de duración. Además, Patrizio Bertelli le dio un puesto en el comité estratégico de Prada.

 

El regreso de Sander fue un éxito para la firma y para el resultado económico de la compañía pero el idilio volvió a durar poco. En noviembre de 2004 la diseñadora volvió a dejar la firma por diferencias irreconciliables con Bertelli. Un año más tarde el creador Raf Simons fue contratado como sustituto de Sander.

 

En 2006, el fondo de capital riesgo británico Change Capital Partners compró Jil Sander y convirtió a la firma en independiente de nuevo.

 

Casi dos décadas después de iniciar su cotización en bolsa, Jil Sander abandonó el parqué en 2008 y, ese mismo año, fue adquirida por el grupo de moda Onward Holdings.

 

Por su parte, la diseñadora firmó un contrato de colaboración con la marca de moda japonesa Uniqlo, propiedad del grupo Fast Retailing. Ahora que el acuerdo con Uniqlo ha finalizado y Raf Simons deja la firma para quizás unirse a Dior, Jil Sander podría volver por tercera vez a la firma que fundó en 1968.