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Incusa, piel de lujo en la cuna española del calzado

S. Riera

10 jul 2015 - 04:30

Loewe, Tom Ford, Prada, Massimo Dutti, Mephisto, Clarks, Polo Ralph Lauren, Panama Jack o El Naturalista tienen un mismo denominador común para su calzado y complementos en piel: la valenciana Incusa.

 

Silvino Navarro Casanova es el representante de la tercera generación de una saga familiar dedicada por accidente al curtido de pieles. Su abuelo, Silvino Navarro Rico, tomó el 50% de la fábrica en 1932 como pago de una deuda.

 

El desarrollo de Incusa vino motivado por los planes de desarrollo del Gobierno y la llegada de clientes estadounidenses, que acudieron a España en busca de una producción a precios competitivos. La entrada de la segunda generación a la dirección de la compañía sentó las bases para su despegue. Durante los setenta y ochenta, la empresa llegó a tener más de un millar de trabajadores y creció a través de nuevas sociedades.

 

Incusa, que cotizó en las bolsas de Valencia, Madrid y Barcelona, llevó a cabo hace cinco años una opa de exclusión. A través de esta operación, la familia Navarro se hizo de nuevo con el control de la compañía, aunque dividió el negocio entre primos. La saga de los Navarro se quedó el negocio de las pieles de vacuno, que incluye Incusa, Dercosa y Tenerías Omega, esta última dedicada a la producción de curtidos para la industria de la automoción y con sede en Navarra.

 

El grupo, que cerró 2014 con una cifra de negocio de alrededor de trece millones de euros, cuenta en el actualidad con 250 trabajadores en los tres centros de producción. La compañía es de las pocas curtidurías que queda en la Comunidad Valenciana. Según Navarro, los nuevos aires de relocalización tan solo han llegado a la curtiduría en el lujo y las gamas más altas. A los que tratan las pieles, que se sitúan en la parte más baja de la cadena de valor de la industria del calzado y la marroquinería, tampoco les alcanza el creciente interés por el made in del producto acabado. “La marca todavía es más importante para el consumidor que el lugar en el que aquel producto esté fabricado”, subraya el empresario. “Un Gucci Made in China continúa siendo un Gucci”, asevera.

 

Sin embargo, también los grupos de gran distribución empiezan a ser cada vez más exigentes en las cuestiones sociales y medioambientales de sus proveedores y esto permite que Incusa gane atractivo respecto a países con costes laborales más bajos. “Los clientes son cada vez más exigentes, piden más certificados y trazabilidad”, señala.

 

“Dentro de diez y quince años, la piel será un producto de lujo”, afirma Navarro. “La piel es un bien cada vez más escaso porque el consumo de carne roja se estabiliza y la demanda de piel crece en otros sectores, como la automoción”, señala. El empresario considera que, en el futuro, cada vez será más habitual un calzado hecho a partir de materiales sintéticos y que la piel derive hacia otros artículos, como los complementos de piel o los automóviles, “en los que la gente puede tocarla”. En este sentido, Navarro apunta que ha sido precisamente el negocio de la automoción en el que la compañía más ha incrementado las ventas en las últimos años, mientras que en el calzado mantiene la facturación.