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Eastman: la relocalización que vino de Tennessee

La última inversión en industria de cabecera en España llegó de la mano de una empresa que tiene sus orígenes muy lejos del sector textil. Eastman, el productor de la fibra Naia, nació hace cien años en Tennessee produciendo materias primas para Kodak, películas de rayos X no inflamables y briquetas de carbón.

Modaes

16 jul 2021 - 04:54

Eastman: la relocalización que vino de Tennessee

 

 

 

El fundador del gigante de la fotografía, George Eastman, sufría por la escasez de metanol y acetona que había dejado la Primera Guerra Mundial, y decidió crear sus propias plantas de producción para abastecerse. En la década siguiente, la compañía dio el salto al acetato y los plásticos celulósicos, pero con el estallido de la Segunda Guerra Mundial tuvo que adaptar sus fábricas para producir explosivos para el Gobierno de Estados Unidos y los directivos de Eastman pasaron a liderar las operaciones de la planta Y-12 en Oak Ridge (Tennessee), que ayudó a desarrollar la bomba atómica.

 


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El salto al textil llegó en la década de los cincuenta, cuando la empresa diversificó ampliamente su producción para servir a la creciente clase media estadounidense que estaba dando forma a la sociedad de consumo. 

 

La compañía, que asegura ser el primer productor en Estados Unidos en desarrollar tecnología para producir químicos a partir del carbón, en lugar del petróleo, empezó su andadura en el textil con la producción de poliéster, con fábricas en Estados Unidos y Reino Unido.

 

Sin embargo, con el paso de los años el grupo mantuvo su producción de fibras, pero el textil comenzó a perder cada vez más peso. Hasta que en 2017 la empresa (escindida de Kodak desde la década de los noventa) volvió a intentarlo, esta vez con una fibra celulósica en un momento en el que la sostenibilidad comenzaba ya a ganar relevancia en el sector. “Habíamos vendido en el mercado textil durante años, pero nuestro mercado objetivo se había visto limitado debido a problemas de rendimiento”, reconoció la empresa en su informe anual de ese año.

 

 

 

 

La empresa lanzó Naia, una marca de fibras celulósicas que “son sostenibles, cómodas y fáciles de cuidar como una fibra natural, pero con las características funcionales de una fibra sintética”, recalcaba la compañía. Ese mismo año, Eastman desarrolló Avra, una marca de poliéster para el segmento performance. Sólo ese año, la compañía comercializó cincuenta fibras más que el año anterior y sumó cuarenta nuevos clientes. Un año después, la empresa engordó todavía más su negocio de fibras con el lanzamiento de Vestera, otra fibra celulósica destinada al sector del cuidado personal.

 

En 2018, todo este negocio rozó los mil millones de dólares de facturación, apenas un 1% de la cifra de negocio total de la compañía, que continúa generando el grueso de sus ventas con aditivos para sectores como la aviación, la construcción o la automoción.

 

 

 

 

Aun así, los planes de la compañía pasan por reforzar todavía más este segmento y en 2019 justo antes del estallido de la pandemia, desembarcó en España con la compra de Industrias del Acetato de Celulosa SA (Inacsa). La empresa se hizo con sus formulaciones, la propiedad intelectual y con sus clientes, así como con la planta de producción de la compañía en La Batllòria (Barcelona). España se convirtió así en la única planta de producción de fibras del grupo fuera de Estados Unidos.

 

En 2020, con el golpe del Covid-19, el negocio de fibras se contrajo un 8%, hasta 837 millones de dólares, lastrado por un descenso del 6% en volumen y un 2% en el precio. Aun así, el grupo confía en que el avance de la sostenibilidad, acelerado también por el Covid-19, dé nuevas alas al negocio. Eastman ya trabaja para operadores como el gigante sueco H&M, y Naia acaba de ser incluida en la lista de materias primas de la etiqueta Join Life de Inditex, la línea de productos más sostenibles de la compañía.

 

 

 

 

Las fibras celulósicas son ya las terceras más usadas del negocio de la moda, tras el poliéster y el algodón, copando un 6,4% de la producción mundial. La fabricación ha pasado de 6,5 millones de toneladas en 2017 a 7,1 millones en 2019, y se prevé que alcance 8,5 millones en 2022.

 

Para hacer frente a este incremento de la demanda, Eastman ha vuelto a apostar por España. La compañía incrementará la producción de su hilo de filamento continuo en La Batllòria en un 30% para mediados de este año y un 50% para finales de 2022. El objetivo es que la facturación de Naia crezca a doble dígito en este ejercicio.

 

En su conjunto, el grupo cerró el ejercicio 2020 con una facturación de 8.473 millones de dólares, frente a los 9.273 millones de dólares del año anterior. De ellos, unos 3.000 millones de dólares procedieron del segmento de aditivos y productos funcionales. El grupo está liderado por Mark Costa, emplea a 14.500 personas y tiene más de cincuenta plantas de producción y oficinas comerciales en todo el mundo. Tras la compra de Inacsa, la compañía acaba de cerrar otra operación corporativa en el mercado español: 3 Feed&Food, un grupo industrial con sede en Getafe (Madrid) y destinado a la producción de aditivos para la alimentación animal y humana. 

 

 

Próximos planes

 

Eastman, especializada en la producción de químicos a partir del carbón, ha comenzado también a diseñar una estrategia de sostenibilidad. La compañía empezó en 2019 un proceso de reciclaje químico a gran escala para dar una nueva vida a los desechos plásticos, una nueva línea de negocio para el grupo en pleno avance de la legislación medioambiental. En 2021, el grupo también anunció planes para construir una planta de transesterificación que convertirá residuos de poliéster en nuevos productos. La empresa invertirá 250 millones de dólares en la nueva planta, que está previsto que comience a operar en 2022. La planta tendrá capacidad para procesar más de 100.000 toneladas métricas de desechos plásticos que no se pueden reciclar con los métodos mecánicos actuales.