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Especial 2021: el año en que la cadena se rompió

2021, el año en que la industria emborronó su recuperación con una tormenta perfecta de costes

Después de un 2020 para olvidar, la industria ha podido capitalizar la recuperación de la demanda, pero a costa de la rentabilidad. La escalada de costes y la inversión necesaria para encarar la transformación sostenible ponen de nuevo al sector en una situación crítica.

C. D. A.

23 dic 2021 - 04:47

Hombre en una fábrica

 

 

 

 

Cuando el tercer trimestre acababa de comenzar, la industria textil española levantó la voz de alarma: una tormenta perfecta amenazaba con emborronar la recuperación tras el desastroso 2020. El tejido empresarial de cabecera del país, de tejeduría a hilatura o acabados, alertó entonces de que el aumento de costes de la energía, de las materias primas y del transporte, unido a un débil consumo de moda, estaba provocando una “tormenta perfecta” que podía llevar a una nueva oleada de cierres. La industria textil española ha resistido a 2021, aunque con márgenes debilitados por el aumento de costes y por la presión de precios de sus grandes clientes, que trasladan al proveedor la responsabilidad de la sostenibilidad.


Un 93% de las empresas de la industria textil se han visto afectadas durante los últimos doce meses por el incremento de los precios de la energía, mientras un 97% lo están por los precios de las materias primas y un 70% por los costes del transporte, según una encuesta realizada por el Consejo Intertextil Español (CIE) entre sus asociados. 

 
En el caso de la energía, el incremento medio de los costes energéticos de la industria textil fue del 72% en 2021. El aumento medio de costes de las materias primas se situó en el 33%, alza que fue acompañada también de escasez de productos (para un 83% de las empresas) y de retrasos en la producción (71%).


Según datos del CIE, en octubre los costes de los fletes habían aumentado en un 234%, especialmente los marítimos, a lo que había que sumar los retrasos en el transporte y la baja disponibilidad de contenedores.  


La patronal europea del textil y la confección Euratex también lanzó un SOS, reclamando a la Unión Europea reducir el IVA de la factura energética y, a largo plazo, desarrollar una estructura de oferta de energía sostenible a un coste “razonable” para la industria. “El coste de la energía, particularmente el del gas, se ha más que triplicado desde principios de año; esto tiene un impacto inevitable en nuestra competitividad, especialmente en un contexto global”, destacó Alberto Paccanelli, presidente de la patronal.

 

 

 

 

Ante esta situación, que en el textil se compara con la de 2011, cuando una escalada de los precios del algodón ahogó al sector, la industria ha comenzado a advertir a los retailers de una subida de precios. Un 73% de las empresas han trasladado en 2021 los costes parcialmente (una media del 32%) a sus precios y un 8% de las compañías ha asumido el coste en su totalidad. Los que todavía no los han trasladado prevén hacerlo en el futuro.


Sin embargo, la mayoría de compañías se encuentran con la imposibilidad de subir precios hasta el punto de compensar los costes, pues la gran distribución presiona, condicionada, por un lado, por el débil consumo y, por otro, por el auge de la sostenibilidad. En 2021, la industria ha comenzado a denunciar que la gran distribución está trasladando a los primeros eslabones de la cadena de valor la responsabilidad (y los costes) de materias primas y procesos más sostenibles, con los primeros proveedores ahogados en países como Bangladesh.


El Índice de Precios Industriales (Ipri), un indicador coyuntural que mide la evolución mensual de los precios de los productos industriales fabricados y vendidos en el mercado interior, en el primer paso de su comercialización (los precios de venta a salida de fábrica, excluyendo los gastos de transporte y comercialización y el IVA facturado), ha vivido un rally alcista a lo largo del ejercicio, especialmente a partir de mediados de año, con meses, como junio, en los que se registraron las mayores subidas desde 2012.


Con el Ipri general en sus cotas más altas desde 1976, en octubre, según el último dato disponible a cierre de esta edición, el Ipri de la industria textil registró un incremento interanual del 3,1%, posicionándose 0,8 puntos por encima de la escalada del mes anterior, según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los precios industriales de la confección de prendas de vestir se incrementaron un 1% respecto a octubre de 2020, mientras la industria del cuero y el calzado fue la única rama de actividad cuyos precios suben por debajo de la unidad porcentual y registraron un incremento del 0,6% en octubre respecto al mismo mes de 2020.

 

 

 


El Índice de Precios de Importación de Productos Industriales (Iprim) de la confección, que se había mantenido en tasas negativas durante toda la pandemia, comenzó a escalar a partir de agosto y en octubre se situó en un extraordinario 1,7%. En el textil, la subida en octubre fue del 5,4%, el máximo desde 2015. En cambio, las exportaciones, es decir, a cuánto vende al extranjero la industria española, se encarecieron de forma más moderada, con alzas del 4,9% en el caso del textil y del 1% en el de la confección.


Por su parte, los datos del Índice de Precios Industriales (IPI) muestran una recuperación inestable. Es, además, una estadística muy afectada por una base comparable anómala, no sólo por la afectación del estado de alarma entre marzo y junio, sino también porque los datos del textil de 2020 están condicionados por la producción de mascarillas y otros artículos de protección. La pandemia también produjo en 2020 un efecto calendario extraordinario, ya que en agosto, un mes tradicionalmente inhábil, muchas fábricas mantuvieron su actividad. En este contexto, el IPI del textil anotó descensos interanuales del 4,8% en julio y del 8,7% en agosto, con un rebote del 2,3% en septiembre. En el caso de la confección, la producción aumentó un 3,9% en julio, se catapultó un 33,6% en agosto y subió otro 6,6% en septiembre. En el calzado, la curva es a la inversa, con subidas más moderadas en julio (3,5%) y agosto (1,4%) y un incremento del 21,7% en septiembre.


En términos de empleo, la industria española de la moda recuperó por fin en noviembre las cifras de afiliados previos a la pandemia, con 130.650 trabajadores. El hito fue posible gracias a la recuperación del empleo en el calzado, el único subsector que continuaba todavía por debajo de los niveles precrisis.


De hecho, esta recuperación desigual (liderada por el textil) ha dejado un mapa del empleo muy diferente que antes de la pandemia. Históricamente, la confección era el principal empleador de la industria de la moda en España, seguida de cerca por el textil y el calzado. Casi dos años después, el textil se ha convertido en el primer sector por número de trabajadores, con 47.244 afiliados, seguido por la confección, con 44.120 empleados, y el calzado, con 39.286 trabajadores, según los últimos datos disponibles.


La mayoría de estos empleados tienen desde 2021 un nuevo convenio laboral, pactado en julio por CCOO, UGT Fica y las organizaciones empresariales más representativas del sector. El nuevo pacto incluye subidas salariales del 0,5% en 2021 y del 2% en 2022, regula el  trabajo a distancia e introduce un compromiso de los firmantes para dar “visibilidad” al sector.

 

 

 

 

Los aventajados
En este contexto, las empresas que han salido reforzadas son aquellas que habían ya comenzado la transición hacia la sostenibilidad mucho antes de que estuviera en la agenda pública. Es el caso, por ejemplo, de Hilaturas Ferre, que a finales de 2020 vendió su negocio de fibras recicladas, Recover, al fondo estadoundiense Story3 Capital. En los últimos doce meses, el fondo ha dado gasolina a Recover,  con la puesta en marcha de nuevas plantas de producción en Vietnam, Pakistán, Bangladesh y Centroamérica, la firma de acuerdos con gigantes de la distribución como Primark y la creación de una  alianza con otros operadores a lo largo de la cadena de valor, como la española Happypunt y la surcoreana Hansae  (con quienes podrá ofrecer un servicio end-to-end a las marcas, del diseño a la fabricación) o la portuguesa Polopiqué.


Textil Santanderina, por su parte, acometió a principios de 2021 un reposicionamiento de su división de moda para focalizarse en producciones de mayor valor añadido, con el foco en la tecnología y la sostenibilidad. Dos de las fábricas del grupo más dependientes de la moda (Galicia Textil y Acabados del Bages) se vieron fuertemente afectadas por la caída de este negocio, y en la primera, la compañía presentó en enero un expediente de regulación de empleo (ERE).


Otro aventajado es Belda Llorens, especializada en hilatura a partir de residuos industriales y posconsumo bajo la marca Ecolife. En el último año, la empresa ha continuado apostando por la sostenibilidad como factor diferencial y ha lanzado una colección de hilos carbono positivos y producidos a partir de materiales trazables.


Jeanologia, especializada en maquinaria para el acabado, también ha aguantado el golpe mejor que sus rivales y, aunque en 2020 acometió un ajuste de personal y redujo notablemente su facturación, se ha mantenido en beneficios y ha evitado recurrir a financiación externa.

 

 

 

 

Mientras los proveedores de moda sufrían, los hiladores y tejedores especializados en textil hogar han logrado capear mejor la pandemia. Es el caso, por ejemplo, de Aznar Textil o Pagés Valentí, que han aguantado facturación y han puesto en marcha placas fotovoltaicas para esquivar en parte la subida de los costes de la energía.


A escala internacional, Lenzing es uno de los grupos que más está capitalizando los nuevos objetivos sostenibles de los principales distribuidores de moda del mundo. La compañía industrial, especializada en viscosa, dejó atrás las pérdidas en el segundo trimestre del año y ha trazado un nuevo plan estratégico que pasa por alcanzar un resultado bruto de explotación (ebitda) de 800 millones de euros en 2024, con la puesta en marcha de dos nuevas fábricas en Tailandia y Brasil.


Mientras, pequeñas start ups especializadas en materiales más sostenibles han continuado seduciendo a los gigantes del sector. La finlandesa Infinited Fiber, especializada en tecnología para la circularidad, cerró una nueva ronda de financiación en septiembre liderada por H&M (que estaba ya en el capital), Zalando, Bestseller y Adidas, que servirá para escalar el proyecto con una nueva fábrica de fibra en Finlandia. También en septiembre, el fondo estadounidense Carlyle lideró una ronda de 34.400 millones de yenes (363,5 millones de euros) en la compañía Spiber, especializada en la confección y desarrollo de biomateriales textiles de origen proteico, que está en proceso de abrir su primera fábrica en Estados Unidos.