Entorno

Un Mundo en Transformación: Europa del Este, economía al ralentí a la sombra del populismo

La región, que se transformó rápidamente en la década de los noventa, ha ralentizado su desarrollo económico en los últimos años.

Iria P. Gestal

19 mar 2019 - 04:45

Un Mundo en Transformación: Europa del Este, economía al ralentí a la sombra del populismo

 

 

El tablero de juego del negocio de la moda ha dado un vuelco. La herencia de una crisis, la inestabilidad, el auge de movimientos populistas, los intentos de dar marcha atrás a la globalización y la amenaza de ralentización de la economía global han hecho fracasar uno a uno casi todos los pronósticos. El mundo está en transformación, y la moda, como actor global, debe adaptarse y transformarse con él. Modaes.es recorrerá, a lo largo de una serie de reportajes, las claves del nuevo orden en los principales mercados para el sector y cómo este puede afectar a uno de los negocios más globalizados del planeta.

 

 

Un Mundo en Transformación: Europa del Este, economía al ralentí a la sombra del populismo

 

 

Treinta años después de la caída del Muro de Berlín, las promesas no terminan de cumplirse en Europa del Este. Tras su rápida transformación en la década de los noventa, la región continúa a la zaga de Europa occidental y su desarrollo no ha sido tan rápido como se esperaba. Tampoco la transición democrática ha sido tan fácil: muchos de estos países se han convertido en los últimos años en la puerta de entrada del populismo de extrema derecha a Europa, poniendo una piedra más en las ruedas del crecimiento.  

 

Europa del Este es una de las veintidós subregiones en las que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) divide el mundo. Comprende, según esta clasificación, trece países: Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Bulgaria, Eslovaquia, Georgia, Hungría, Moldavia, Polonia, República Checa, Rumanía, Rusia y Ucrania.

 

Prácticamente todos ellos comparten haber formado parte, o haber estado bajo la órbita de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (Urss), y haber experimentado una rápida transformación económica durante la década de los noventa.

 

 

 

 

Entre 1993 y 2017, los ingresos per cápita se duplicaron en República Checa, Hungría y Eslovenia, y se multiplicaron por más de 2,5 en Eslovaquia y Polonia. En su conjunto, la región comenzó a crecer en 1999, y mantuvo tasas de en torno al 7% casi cada año hasta el estallido de la crisis en 2009, cuando retrocedió un 6,2%.

 

En 2015, la economía volvió a caer, lastrada por la crisis de Rusia que arrastró a gran parte de los países de su entorno. Con el comienzo de la recuperación en el país, la zona ha vuelto a registrar fuertes tasas de crecimiento, aunque no han sido tan altas como se esperaba.

 

En 2017 y 2018, Europa del Este creció un 2,8%, y se prevé que su economía se ralentice en los próximos años, con alzas del 2,5% en 2019, del 2,4% en 2020 y del 2,2% en 2021, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

 

 

 

 

“A pesar de la actividad económica en la región, la convergencia entre Europa occidental y central con la oriental y sudoriental es probable que tome más tiempo de lo que se pensaba anteriormente”, explica el organismo en su último informe sobre la región.

 

“Esto se debe a que el crecimiento potencial a más largo plazo en la mayoría de los países de Europa central, oriental y sudoriental continúa siendo significativamente menor que antes de la crisis financiera mundial”, apunta.

 

A medio plazo, Europa del Este se enfrenta a desafíos como la amenaza proteccionista global y un posible paso atrás en su integración económica global fruto del creciente descontento público, lo que podría dañar su desarrollo económico.

 

En este sentido, el FMI apunta varias recomendaciones para la región, como el fortalecimiento de las instituciones, la mejora de la eficiencia del sector público y el aumento de la participación en el mercado de trabajo, principalmente en lo que se refiere a participación femenina y a reducir los incentivos para las jubilaciones anticipadas.

 

 

 

 

 

 

Inestabilidad política

La inestabilidad política continúa siendo otro de los grandes desafíos de la región. En los últimos años, el avance de movimientos antieuropeístas y populistas ha puesto todavía más palos en las ruedas al desarrollo en algunos de sus países, frenando también su entrada en la Unión Europea.

 

Este será un año, de nuevo, inestable en varios de los mayores países de Europa del Este, con una oleada elecciones (tanto programadas como adelantadas) a la vista. En Ucrania, los ciudadanos acudirán en quince días a las urnas para decidir si reelige a su actual presidente, Petro Poroshenko, o a la candidata de la posición Yulia Tymoshenko, más cercana a Rusia. El actual presidente se presenta a las elecciones bajo el lema Ejército, idioma y fe: seguimos nuestro propio camino, que resumen las ideas del candidato.

 

En Bulgaria, el gobierno, liderado por el conservador Boyko Borsiov, podría caer antes de tiempo debido a guerras internas, mientras que en República Checa, el primer ministro centrista, Andrej Babis, podría adelantar las elecciones para asegurarse una mayoría más estable en el parlamento.

 

 

 

 

También acudirá a las urnas Polonia, que celebrará elecciones a finales de 2019 en las que se espera una nueva victoria de Ley y Justicia, el actual partido en el poder, de ideología conservadora, católica y de derecho.

 

En Rumanía se esperan elecciones presidenciales entre noviembre y diciembre en un entorno de crecientes tensiones entre el actual presidente, Klaus Iohannis, y el gobierno socialdemócrata, y Eslovaquia podría también celebrar comicios tras el escándalo que forzó la dimisión del primer ministro Robert Fisco a principios de 2018.

 

En Hungría, el populista y nacionalista Viktor Orban se enfrenta a su tercer mandato bajo sanciones de la Unión Europea, y en Rusia Vladimir Putin mantiene su política defensiva y conservadora sin despejar cuál será su futuro una vez culmine su mandato en 2024.

 

 

 

Una sociedad mermada por la emigración

En los países que componen Europa del Este viven casi 300 millones de personas. En las últimas décadas, el crecimiento demográfico en la región se ha visto mermado primero por las guerras y, en los últimos años, por el déficit migratorio.

 

Las previsiones pasan porque el número de habitantes en estos países continúe cayendo en las próximas décadas, hasta llegar a 263 millones de personas en 2045, menos de los que sumaba en 1965.

 

Aunque la región mantiene tasas de natalidad superiores a la media europea, la emigración está motivando también un envejecimiento de la población, un fenómeno que se prevé que se acelere en los próximos años, con la excepción de Turquía.

 

Polonia y Eslovaquia son, junto con Chipre, los países europeos que más rápido están envejeciendo: según Eurostat, la representación de los mayores de 65 años sobre el total de la población crecerá en más de diez puntos en ambos casos hasta 2080, y la edad media rondará los cincuenta años.

 

Este aumento en el número de pensionistas, sumado a un descenso de la fuerza laboral en los países de esta región, podrían suponer un freno al crecimiento y ampliar todavía más los déficits públicos.

 

 

 

 

Motor de la moda en Europa

El rápido desarrollo de los países del la Europa del Este los ha convertido en uno de los mercados de mayor crecimiento para el consumo de moda en el continente. Durante los últimos cuatro años, el mayor crecimiento de las ventas de ropa y calzado en Europa se ha registrado en uno de los países de esta región, según datos de la agencia estadística europea Eurostat.

 

El año pasado, el oro lo ostentó Polonia, donde las ventas minoristas del sector se dispararon un 14,4%, mientras que la media europea anotó una caída del 0,7%. Polonia tomó el relevo de Rumanía, que había liderado el crecimiento en los dos años anteriores con alzas del 27% y del 19,4%, respectivamente.

 

En los últimos cuatro años, un país de Europa del Este ha liderado el crecimiento de las ventas de moda en el continente

 

De hecho, en la última década las ventas de moda en Rumanía han crecido a doble dígito cada año, salvo en 2011, cuando repuntó apenas un 4% (frente al descenso del 1% registrado por la media comunitaria); 2012, cuando se desplomó un 18,6%, y el año pasado.

 

En Polonia, por su parte, el sector ha resistido incluso la crisis, registrando subidas cada año desde 2009 y llegando a anotar crecimientos de hasta el 20,7% en 2016. República Checa y Hungría son los otros dos países de Europa del Este que esquivaron la caída generalizada de las ventas de moda el año pasado, aunque sus crecimientos han sido más moderados. En República Checa, la facturación del sector se ha mantenido al alza desde 2010, con subidas de entre el 2,9% y el 11,1% en la última década.

 

En Hungría, por su parte, las ventas comenzaron a remontar en 2012 después de tres años en descenso, y llegaron a registrar alzas de hasta el 14,3% y 12% en 2014, y 2015, respectivamente.