Entorno

Sourcing keys (XII): Bangladesh, la nueva meca del ‘low cost’ en Asia

El país asiático también se ha alzado como emblema de la transformación de la cadena de suministro de la industria de la moda, después de la tragedia del Rana Plaza en 2013.

Silvia Riera

14 ago 2017 - 05:00

El aprovisionamiento se ha convertido en uno de los pilares estratégicos para el negocio de la moda. Saber dónde, cómo y cuándo producir son cuestiones decisivas para el devenir de las empresas del sector. Modaes.es aborda las claves en las políticas de compras de las compañías y pone el acento en definir los principales hubs del sourcing y en los núcleos productivos de las materias primas. Bajo el título de Sourcing Keys, se irá trazando durante varias semanas una radiografía exhaustiva de los principales ejes geográficos en los que se concentran los distintos procesos manufactureros de la cadena de valor de la moda.

 

 

Sourcing keys (XII): Bangladesh, la nueva meca del ‘low cost’ en Asia

 

 

Bangladesh reina en la guerra del precio. El país asiático se ha convertido en la última década en la meca de la producción low cost de prendas de vestir tras heredarla de China. El territorio también se ha alzado como el emblema de la transformación de la cadena de suministro de la industria de la moda, después de la tragedia del Rana Plaza. Hoy, las empresas del país tratan de subir un peldaño en derechos laborales y seguridad para continuar siendo competitivas.

 

La industria de la confección es en la actualidad uno de los pilares de desarrollo de la economía bengalí. Pese a sus deficiencias, el sector ha tomado un protagonismo estratégico en la riqueza del territorio, con cuatro millones de personas empleadas en él. El textil empezó a tomar posiciones en el país en la década de los ochenta, aunque no fue hasta 2005, con el fin del Acuerdo Multifibras, que no se le puso en el mapa global del aprovisionamiento.

 

La producción de prendas de vestir empezó a tomar cierto volumen propiciada por la inversión desde China, que entonces ya empezó a derivar a Bangladesh algunas de sus líneas más económicas, cuya producción había dejado de ser rentable para el gigante asiático. A finales de la primera década del 2000, fueron los mismos grupos internacionales de retail los que acudieron a Bangladesh en busca de proveedores. La fuerte tensión social que vivía el país por los bajos salarios y las precarias condiciones de trabajo también ralentizó la llegada de los gigantes de la moda.

 

 

 

 

El punto de inflexión fue el hundimiento del Rana Plaza en 2013, que provocó más de 1.100 muertos y centenares de heridos. Por primera vez, los grupos globales de distribución atendieron a las necesidades de la cadena de suministro en Asia creando agrupaciones empresariales para mejorar las instalaciones de las fábricas. Con su industria textil en el punto de mira, el Gobierno bengalí subió también el salario mínimo y se comprometió a presionar al sector para mejorar las condiciones de trabajo.

 

En 1980, Bangaldesh contaba con cincuenta fábricas de confección con un millar de puestos de trabajo. Ahora, son cerca de 4.330 compañías. El grueso de las prendas que produce el país son de punto. La confección bengalí representa el 13% del Producto Interior Bruto del territorio. La mitad de los trabajadores del sector son mujeres procedentes de entornos rurales. En la estructura empresarial del sector, existe una fuerte concentración: unas 3.000 empresas emplean 1,5 millones de trabajadores.

 

Pese a las mejoras introducidas en el mercado laboral del país, éste continúa siendo el principal hub de la moda a bajo coste. Un estudio del Institute for Global Labour and Human Rights concluyó que el coste de fabricar una camisa vaquera en Bangaldesh era de aproximadamente unos 1,30 dólares, mientras que confeccionarla en Estados Unidos supondría 7,47 dólares.

 

Pese a los bajos costes, Bangladesh tiene otros inconvenientes: la falta de una cadena de valor del textil, que le obliga a importar la materia prima, así como la lejanía, y la falta de inversión tecnológica. Sin embargo, en los últimos años, hay grupos industriales que han empezado a invertir en fábricas sostenibles y con procesos respetuosos con el medio ambiente.

 

 

 

 

Estados Unidos es el principal mercado de destino de las exportaciones de la confección de Bangladesh. Le siguen diferentes países europeos, como Alemania, Reino Unido y Francia. No obstante, pese a los esfuerzos de la industria bengalí para mejorar en cuestiones sociales y de competitividad, las exportaciones de prendas de vestir han empezado a disminuir su ritmo de crecimiento.

 

A lo largo de su ejercicio 2016-2017, la industria bengalí de la confección empezó a frenar su pulso exportador con avances de un solo dígito. Al final, concluyó el periodo con un leve aumento del 0,2% respecto al año anterior. Las ventas al exterior de prendas de vestir hechas en Bangladesh ascendieron a 28.150 millones de dólares (24.695 millones de euros) durante el periodo, un 7,3% por debajo del objetivo marcado para el ejercicio.

 

Entre las razones para el descenso, los industriales del país citan la ralentización de la demanda en mercados clave, la debilidad del euro y la apreciación de la moneda local, el taka, frente al dólar estadounidense.

 

Pese al parón de este último ejercicio, la Unión Europea ha multiplicado por dos sus compras de prendas de vestir a Bangladesh en tan solo cinco años. Las importaciones europeas de ropa bengalí en 2011 se situaron un 6.925,7 millones de euros mientras que el año pasado alcanzaron 13.296 millones de euros, convirtiendo al país en su segundo proveedor mundial.

 

En España, la industria bengalí de la confección también le ha arrebatado esta posición a Turquía. El mercado español ha duplicado las importaciones de prendas de vestir procedentes de Bangladesh entre 2011 y 2016, hasta rozar los 1.900 millones de euros. Sus compras al país asiático representan ya el 13,5% del total.