Entorno

Nuevas rutas del aprovisionamiento global del textil

S. Riera

28 ene 2014 - 04:54

Los países que lideran el aprovisionamiento mundial del textil reajustan sus posiciones. Los grandes grupos de la moda se ven obligados a adaptarse a los cambios económicos y sociales de los principales países productores. China, Bangladesh, Camboya, Vietnam, Pakistán, Turquía y Marruecos siguen siendo los principales polos industriales del sector, pero su protagonismo ha variado en el último año, ya sea como consecuencia de la presión social, por la obtención de un trato a favor por parte de la Unión Europea o por la crisis de consumo por la que atraviesa el mercado europeo.

 

China continúa siendo el principal exportador global de artículos textiles. Pese haber reducido su capacidad productiva en los últimos años por el encarecimiento de los costes laborales, el gigante asiático mantiene el liderazgo en el comercio mundial de este sector. El país sigue el hilo del último de sus planes quinquenales, que comprende el periodo 2011-2015, en el que no prevé frenar la pérdida de competitividad de su industria local. China renuncia a la industria como su principal motor económico a favor del consumo interno, que alcanza ya el 40% y el objetivo es que alcance el 60% el año que viene.

 

A pesar de ello, el mercado chino atrae la producción de mayor valor añadido, que compense el incremento de los costes. De hecho, la industria textil trata de mimar a sus trabajadores con incentivos para retenerlos en sus puestos de trabajo. Las empresas del sector garantizan aumentos de sueldo y ofrecen premios a la fidelidad o a la captación de otros trabajadores.

 

El encarecimiento de la producción en China impulsó el traslado de parte de su actividad a otros países del sudeste asiático, como Bangladesh, Camboya y Vietnam, entre otros. Bangladesh fue el que captó una mayor inversión, gracias sobre todo a ser beneficiaria del Sistema de Preferencias Generalizado (GSP), que le permite exportar todos sus artículos (excepto armas) a la Unión Europea con arancel cero o con tasas muy bajas.

 

En los últimos años, el país asiático se ha convertido en el segundo exportador mundial de prendas de vestir tras despertar el interés de los grupos de moda de China, primero, y de los grandes operadores internacionales, después, atraídos por los bajos costes laborales. Bangladesh, una de las regiones más paupérrimas del continente asiático, ha aprovechado el tirón de la industria de la confección, intensiva en mano de obra, sobre todo femenina.

 

El crecimiento de la industria textil en Bangladesh dio un giro en abril de 2013 con el derrumbe de un edificio en las afueras de la capital, que provocó la muerte de más de un millar de personas y que albergaba cinco talleres de confección de prendas. La tragedia puso en evidencia a ojos de todo el mundo las condiciones laborales del textil en el país y obligó al Gobierno, la patronal del sector y a los grupos de distribución, a negociar una mejora de los salarios y las instalaciones fabriles.

 

En los últimos meses, el Gobierno bengalí ha aprobado un incremento salarial de los trabajadores del textil y ha concluido el pacto entre 120 grupos de moda internacionales, sindicatos globales y ONG’s para mejorar la seguridad en los talleres. Bangladesh continúa siendo el segundo exportador mundial de prendas de vestir, pero la tragedia del Rana Plaza ha provocado que muchos operadores empiecen a buscar nuevos emplazamientos ante el temor de que el consumidor en Occidente rechace comprar artículos con la etiqueta Made in Bangladesh.

 

El primer destino inmediato después de Bangladesh era Camboya, con una industria textil potente y algo más calmada, gracias a unos salarios más elevados. Pero la tensión social que vivió Bangladesh tras la catástrofe se contagió al país vecino, donde las manifestaciones de los trabajadores del sector fueron ganando volumen hasta que obligaron al Gobierno a aprobar un incremento salarial.

 

Las protestas de los trabajadores de la industria de la confección de Camboya persisten. Los sindicatos consideran que el aumento de los salarios es insuficiente y mantienen el pulso con el Gobierno y la patronal del sector en el país, que teme perder la confianza de los grupos de distribución.

 

Por otro lado, Vietnam se perfila como un nuevo destino para la industria de la confección, sobre todo tras haber entrado en el Sistema de Preferencias Generalizado (GSP) de la Unión Europea el 1 de enero de 2014. El país tiene una estructura productiva menor que Bangladesh o Camboya, pero que ha ido creciendo en los últimos años. En 2013, Vietnam incrementó sus exportaciones textiles un 18,9% hasta los 17.946 millones de dólares.

 

Vietnam, uno de los grandes productores de calzado del mundo, sobre todo calzado deportivo, está negociando con la Unión Europea un tratado de libre comercio. El país asiático es el segundo proveedor español de calzado, por detrás de China.

 

Pakistán es otro de los grandes países que podría atraer parte de la producción de prendas, sobre todo con destino al mercado europeo. El país centroasiático pasa a beneficiarse este año del GSP europeo. El Gobierno de Islamabad puso en marcha el año pasado un plan para impulsar la inversión en la industria de la confección. A diferencia del resto de países asiáticos, Pakistán es productor de algodón y cuenta con una estructura industrial verticalizada.

 

Mientras Pakistán impulsa la fuerza productiva del textil y la confección, Turquía y Marruecos siguen beneficiándose de los nuevos hábitos de consumo del ciudadano europeo, fruto de la crisis económica. La caída del consumo en toda la Unión Europea ha provocado una nueva política de aprovisionamiento entre los grandes grupos de moda, basada en las series cortas, las reposiciones y las actualizaciones. Esta nueva exigencia de la industria obliga a una producción más en proximidad que beneficia a dos de los polos del aprovisionamiento textil europeo: Turquía y Marruecos.

 

Turquía prevé alcanzar cifras récord en las exportaciones de prendas de vestir en 2014. El país espera que la recuperación del consumo en los países europeos sea decisiva para que la industria del sector dispare las exportaciones a lo largo de este año. En la actualidad, Turquía es el segundo país de origen de las importaciones españolas de prendas de vestir.

 

Marruecos, por su parte, refuerza su posición como quinto proveedor de la Unión Europea en materia de confección, por detrás de China, Bangladesh, Turquía e India. El país trata de establecerse como la alternativa a la producción en Asia, ante el encarecimiento de los costes y la incertidumbre de las protestas sociales, pero también a la industria textil del Norte de África, donde los conflictos políticos han frenado la inversión en países como Egipto, Siria o Libia.

 

Por otro lado, el Gobierno de Rabat se ha marcado el objetivo de incrementar las exportaciones textiles hasta 95.000 millones de dírhams (8.400 millones de euros) y crear alrededor de 250.000 puestos de trabajo. Para poder alcanzar estas cifras, el Ejecutivo del país destinará una inversión de entre 25.000 millones y 30.000 millones de dírhams (2.200 millones y 2.600 millones de euros).