Entorno

Myanmar, el plan B del ‘fast fashion’

Modaes

10 feb 2014 - 04:47

Myanmar, la antigua Birmania, ha despertado el interés de los grandes grupos de distribución como un nuevo país al que dirigir su aprovisionamiento. La región, situada en el sudeste asiático, cuenta con un trato a favor por parte de las administraciones europeas y estadounidenses desde 2012, cuando el país abrió una senda a la democratización. Myanmar cuenta además con una fuerte industria de la confección y un salario mínimo de 30 euros, un 60% menor que el de Bangladesh, según el informe Myanmar 2014 - Aproximación a las condiciones de trabajo, que ha elaborado Isidor Boix director de RSC en CCOO y coordinador de IndustriAll Global Union para la aplicación del acuerdo global con Inditex.

 

La Unión Europea y Estados Unidos decidieron eliminar las sanciones económicas a Myanmar, después de que el Gobierno convocase unas elecciones parciales (sólo para cubrir una parte de los escaños) y se comprometiese a realizar una nueva consulta general en 2015. La situación actual hacia la democracia parece irreversible y está impulsando las iniciativas económicas.

 

Los grandes retailers de la moda se han fijado en Myanmar porque tiene también un fuerte tejido industrial. El sector de la confección cuenta con alrededor de 350 empresas, que emplean a 300.000 personas. La mayoría de estas compañías trabajan para la exportación. El 25% de estas empresas son propiedad de empresarios locales, mientras que el 75% restante son de capital extranjero, sobre todo de Corea, China y Japón.

 

La industria textil local exporta sobre todo a Japón (en torno al 50% del total de las ventas al exterior) y a Corea (30%). Por el momento, el único grupo español que confecciona en el país asiático es Cortefiel.

 

Para la realización del informe, Boix ha entrevistado a varios empresarios de la industria de la confección de Myanmar, que le aseguraron que durante el embargo internacional cerraron alrededor de un centenar de fábricas. El documento recoge la preocupación generalizada por parte de los empresarios de una baja productividad de la industria textil por la baja profesionalidad de los trabajadores, su escasa especialización y su elevada rotación.

 

Por otro lado, los empresarios aseguran que, a diferencia de otros países como Bangladesh o Camboya, en Myanmar no hay conflictos laborales, aunque los salarios y las condiciones de trabajo apuntan a una conflictividad potencial si no se produce una rápida mejora.

 

El salario mínimo recomendado es de 1,5 dólares al día, que se traducen en 30 dólares mensuales, teniendo en cuenta que se trabajan seis días a la semana. A pesar de ello, en el textil, los salarios más frecuentes son de entre 60 y 70 dólares una ayudante y entre 80 y 120 dólares, una costurera. Las oficialas pueden llegar a cobrar hasta 200 dólares al mes. La jornada de trabajo es de entre diez y once horas de lunes a viernes y de seis a ocho, los sábados.

 

El país se ha comprometido a erradicar el trabajo forzoso en 2015. En la industria de la confección no parece haber condiciones similares a la esclavitud, aunque sí se dan casos de trabajo infantil.

 

Myanmar cuenta con una población de 54 millones de personas, aunque según qué fuentes elevan la cifra hasta 60 millones de personas, con una esperanza de vida de 65 años. En la capital histórica Rangun (hoy Yangon) viven entre cinco y seis millones de personas. El índice de alfabetización del país se sitúa al 90%.

 

Colonia británica desde finales del siglo XIX, Myanmar sufrió diversas invasiones, japonesas en diversas ocasiones, en la Segunda Guerra Mundial. Con el fin del conflicto global, los japoneses abandonaron el territorio, que alcanzó su independencia en 1948. Desde la década de los sesenta, el país ha sufrido brutales dictaduras militares. En 2010, el país inició un tímido proceso hacia la democracia con unas primeras elecciones fraudulentas.