Entorno

Manu Díaz (CIE): “Medias verdades”

“Es momento de tirar de orgullo textilero, de quitarse las caretas y arrinconar apriorismos que jamás nos llevarán a buen puerto”, reflexiona el presidente del Consejo Intertextil Español (CIE), Manu Díaz. El portavoz de la patronal señala que adaptar la industria 4.0 es “conveniente pero no suficiente”.

Tribuna: Manu Díaz

10 jul 2017 - 04:48

Medias verdades

 

 

Nuestro sector está acostumbrado a olvidar pronto el pasado, instalarse en un presente permanente y mirar sólo de refilón hacia el futuro, pues lo cambiante del mundo textil nos obligaría a un ejercicio continuo de adivinación. Tenemos bastante con interpretar lo que sucede hoy mismo, y ya es una tarea lo suficientemente complicada.

 

Dentro de ese presente, nos flagelamos analizando el fenómeno de la relocalización, que continúa siendo una falsa ilusión o, como se suele decir, una mentira que queremos que se convierta en verdad a base de repetirla muchas veces.

 

Y esto es así porque existe una vuelta muy limitada a la provisión en cercanía, sólo cuando hay una urgente necesidad, cuando las exigencias de un servicio excelente e inmediato son las que imperan. Porque, no seamos inocentes, cuando se trata de la vida cotidiana, la relocalización ha llevado la producción a Turquía o al Magreb, dejando sólo la pedrea en nuestro entorno más cercano.

 

Si todavía hay creyentes de la vuelta a la compra en cercanía, les invito a dar un repaso a las etiquetas de las prendas de las tiendas de referencia para comprobarlo. Y ya que estamos en la tarea de cuestionar mitos, podemos decir algo similar con el mantra de la digitalización y la industria 4.0, piedra filosofal de un nuevo tiempo en el que, gracias a los gurús de moda y de la moda, seremos capaces de defendernos de todo tipo de amenazas.

 

 

 

 

Pues bien, llegado este momento conviene recordar que buena parte de las empresas de este sector vienen ya digitalizadas y robotizadas de serie, a la vez que realizan un enorme esfuerzo en desarrollo de nuevos procesos y productos orientados no sólo a la ropa de vestir, sino a los segmentos más exigentes de los tejidos técnicos. Pensar que continuamos siendo una industria tradicional y poco evolucionada es uno de los factores que impide que al textil se le asigne una imagen de modernidad y pujanza, lo que, entre otros perjuicios, deteriora su atractivo a la hora de captar talento entre los jóvenes.

 

Así que es hora de dejar de perder el tiempo en análisis estériles y de centrarse mucho más en seguir apostando por la innovación y el desarrollo, que en esa liga jugamos mucho mejor. De orientarnos a mercados que aprecian la calidad de lo que ofrecemos y a los que hoy estamos obligados a acudir, porque actualmente Corea del Sur está a la misma distancia que Zamora.

 

De no dar un paso atrás en las políticas de internacionalización. De exigir unas condiciones de comercio internacional justas para las empresas europeas. De prestigiar la formación profesional tan socialmente denostada por estos pagos. Y, por supuesto, de centrarnos en aspectos que ya están siendo determinantes, como la sostenibilidad a todos los niveles o los retos relacionados con la economía circular.

 

Es momento de tirar de orgullo textilero, de quitarse las caretas y de arrinconar apriorismos que jamás nos llevarán a buen puerto. Los retos del sector textil van mucho más allá de la adaptación a las políticas de la industria 4.0, conveniente pero no suficiente,  y las soluciones no van a venir por la vía de la relocalización ni del cambio de criterio de las grandes distribuidoras a la hora de aprovisionarse.