Entorno

Los pedidos vuelven, las condiciones no: despidos, impagos y rebajas de salarios en los ‘hubs’ del ‘sourcing’

Los empleados de las fábricas de confección en Asia cobran hoy un 25% menos que hace un año y muchos han tenido que endeudarse para subsistir.

Iria P. Gestal

16 jul 2021 - 04:57

Los pedidos vuelven, las condiciones no: despidos, impagos y rebajas de salarios en los ‘hubs’ del ‘sourcing’

 

Un año y medio después de la pandemia, los pedidos han vuelto a llegar a las fábricas de Asia, pero para los trabajadores todo ha cambiado. Un nuevo estudio de la organización Asia Floor Wage Alliance (Afwa), que representa a empleados de la confección en el continente, denuncia que hoy trabajan en peores condiciones, que han tenido que asumir deudas para comer y que muchos han sido despedidos.

 

“Como las marcas ajustaron sus negocios para responder al impacto de la pandemia en sus mercados a través de prácticas de compras depredadoras, los proveedores se vieron obligados a asumir producción a costes todavía más bajos, aceptando fluctuaciones de pedidos, menores precios y retrasos, lo que causa un mayo robo de salarios para los trabajadores de la confección”, denuncia la organización en el informe Money Heist.

 

Afwa ha entrevistado a 2.185 empleados del sector en 189 fábricas de seis países: Sri Lanka, Pakistán, Indonesia, India, Camboya y Bangladesh. Las empresas para las que trabajan producen para quince marcas como Inditex, Macy’s Levi Strauss o H&M.

 

 

 

Bangladesh

Bangladesh, el segundo mayor productor de ropa del mundo ha sido también uno de los más penalizados por la pandemia. El sector genera en el país un 11% del Producto Interior Bruto (PIB) y el 80% de las exportaciones, con 4,4 millones de trabajadores.

 

La encuesta apunta a descenso de los salarios del 27% desde el estallido de la pandemia, aunque la caída ha aumentado hasta final de año llegando al 60% en noviembre y diciembre, respecto a enero y febrero.

 

Casi la totalidad de los trabajadores (un 99%) han asumido deudas para pagar la alimentación, el alquiler de su vivienda o servicios sanitarios, y un 28% de los que fueron despedidos no han vuelto a encontrar trabajo. Además, la mayoría de los que perdieron su empleo no han recibido ningún tipo de subsidio.

 

Afwa alerta además que la segunda ola del Covid-19 está tensionando todavía más la situación de los empleados del textil y la confección. “Los sindicatos han manifestado su preocupación porque no se están siguiendo los protocolos de salud en las fábricas”, indica.

 

 

 

 

Además, recuerda que el Accord on Fire and Building Safety, que entró en vigor tras el desastre del Rana Plaza y expiró este año, no se ha renovado, “renovando los debates sobre la responsabilidad corporativa en las cadenas de suministro de la confección”, precisa.

 

“La consecuencia de estas prácticas es soportada de manera desproporcionada por los trabajadores, a quienes se les paga salarios paupérrimos por trabajar en fábricas inseguras”, denuncia.

 


India

El textil y la confección es el segundo mayor empleador de India, sólo por detrás de la agricultura, con 45 millones de trabajadores directos y 60 millones indirectos. El país es todavía hoy uno de los más golpeados por el Covid-19, lo que ha motivado los mayores confinamientos del planeta.

 

Entre marzo y diciembre, el salario medio se redujo un 23% respecto a enero y marzo, y en los confinamientos llegó a caer un 73%. En diciembre, continuaba un 5% por debajo de los niveles precrisis.

 

En total, las empresas dejaron de pagar 29,67 millones de dólares en salarios y 5,3 millones en concepto de bonus, fundamentales para que complementar salarios que no llegan al mínimo para sobrevivir.

 

 

 

 

Además, un 88% de los trabajadores se quedaron sin empleo en algún punto de la pandemia, lo que motivó que su deuda se más que duplicara, de 152 dólares por empleado antes de la pandemia a más de 360 dólares en diciembre.

Sólo el 67% de los empleados tuvieron acceso a algún tipo de ayuda. El informe también alerta de los impactos que la crisis puede tener a medio plazo para los trabajadores, especialmente porque muchos están ahora trabajando pese al confinamiento temiendo una nueva oleada de cancelación de pedios.

 

 

Camboya

Camboya es uno de los pocos polos productivos de la confección que tuvo una tasa de contagios de Covid-19 relativamente baja. Sin embargo, el país sí se vio afectado por la disrupción de las cadenas de valor en China, donde se aprovisiona de materias primas, y la caída del consumo en Estados Unidos y la Unión Europea.

 

Esto motivó que un 73% de los trabajadores perdieran su empleo en algún punto de la pandemia y que la reducción o suspensión temporal de salarios fuera la norma. Además, la crisis aumentó la desigualdad entre hombres y mujeres, ampliando la brecha salarial al 21% a finales de año, frente al 12% de antes de la pandemia.

 

El primer gran brote de Covid-19 en Camboya llegó en febrero de 2021, lo que motivó un confinamiento estricto en abril. Ahora, a diferencia de lo que ocurrió en 2020, los trabajadores no pueden acceder a la ayuda de setenta dólares al mes si son despedidos, aunque el Ministerio de Trabajo ha hecho un llamamiento a las fábricas a “apoyar a los trabajadores con cualquier ayuda posible”.

 

 

Pakistán

En Pakistán, el textil es el segundo mayor empleador del país, copa el 8,5% del PIB y un 70% de las exportaciones. El informe apunta que el país fue uno de los más golpeados por la reducción de sueldos, con un descenso del 29% en 2020, “si bien las exportaciones sólo cayeron un 2%”, precisa.

 

Los trabajadores con una media de cinco años de experiencia no tenían ahorros para afrontar ni un mes sin trabajar, por lo que un 81% cayeron por debajo del umbral de la pobreza entre marzo y mayo del año pasado.

 

A diferencia de lo que ocurre en el resto de polos productivos, los hombres son la mayoría en las fábricas de confección de Pakistán, y aunque las mujeres han ido ganando terreno en los últimos años, lo hacen con contratos informales, lo que ha motivado que muchas no hayan sido contratadas de nuevo tras la pandemia.

 

Tampoco los salarios se han recuperado: en diciembre continuaban estando un 5% por debajo de los niveles precrisis. En total, durante los peores meses de la pandemia las fábricas dejaron de pagar 85,08 millones de dólares en salarios por las cancelaciones de pedidos y los impagos de las marcas.

 

 

 

 

Además, sólo el 44% de los trabajadores de la confección aseguran que han tenido acceso a algún tipo de ayuda durante la crisis, y en la mayoría de los casos (un 41%), fue en forma de donaciones de comida de las ONG.

 

El informe alerta, además, del impacto a largo plazo que tendrá esta crisis. “La mayoría de mujeres que fueron despedidas están ahora trabajando en empleos que pagan a penas entre dos y tres dólares al día, mientras que las que fueron recontratadas están trabajando más horas y reportan mayores niveles de abuso verbal y psicológico”, sostiene la organización.

 

“A diferencia de lo que ocurre en otros países productores, nuestra muestra apunta que hay un significativo número de niños en las fábricas que han sido forzados a dejar la escuela y trabajan por entre uno y dos dólares al día”, denuncia.

 

 

Sri Lanka

En Sri Lanka, la industria de la confección tiene un peso del 7% en el PIB, representa un 46% de las exportaciones y un 15% del empleo, con más de 350.000 trabajadores. Desde el estallido de la pandemia, el 96% de los empleados han sido despedidos en algún momento, y el 85% de ellos no recibieron indemnización. Esos ajustes motivaron que el 78% de los empleados del sector cayeron por debajo del umbral de la pobreza entre marzo y mayo de 2020.

 

La falta de ingresos motivó un aumento de la deuda, que pasó de situarse en seis dólares por trabajador al mes antes de la pandemia a entre 15 y 17 dólares al mes en abril, y este nivel se ha mantenido desde entonces. El 60% asumieron más deuda para financiar alimentación; el 24%, para vivienda, y el 10% para educación.

 

Los salarios se han visto duramente afectados: el 94% cobraron menos entre marzo y diciembre de 2020 que en enero y febrero de 2020, con una caída media del 23% que se mantenía también a finales de año.

 

 

 

 

Sri Lanka es además el único país asiático donde un brote de Covid-19 se vinculó directamente a las condiciones de vida y trabajo de los empleados de las fábricas de ropa. Comenzó en octubre en la fábrica de Brandix Lanka en Minuwangoda, donde más de mil empleados dieron positivo por Covid-19. Los empleados denunciaron haber sido tratados como “criminales en lugar de pacientes”, incluyendo violencia física y malos tratos por parte del Gobierno y el ejército.

 

La nota positiva es que el 80% de los trabajadores pudieron acceder a algún tipo de ayuda durante la crisis. El 33% la obtuvieron de ONG; un 24% de las propias fábricas, y un 18%, del Gobierno.

 

 

Indonesia

En Indonesia, a la cancelación de pedidos se sumó la escasez de materias primas procedentes de China, de la que depende entre un 20% y un 50%. El estudio apunta que 81.633 trabajadores del país dejaron de cobrar 20,02 millones de dólares en sueldos y que el 72% perdieron su empleo. Además, el 70% asumieron deuda para hacer frente a necesidades básicas.

 

Los empleos nunca llegaron a recuperarse: en diciembre continuaban un 17% por debajo de los niveles precrisis. Con todo, el 95% recibieron algún tipo de ayuda, la mayoría de ellos del Gobierno, aunque Afwa la califica “inadecuada” para cubrir sus necesidades básicas.

 

El documento también alerta que en el arranque de 2021 la crisis del Covid-19 ha empeorado, lo que ha motivado confinamientos regionales, si bien las fábricas de confección pueden seguir operando.

 

Además, para atraer la inversión, el Gobierno ha flexibilizado las relaciones laborales y ha permitido que los empleados cobren menos del salario mínimo si se llega a acuerdos con los sindicatos, la empresa tiene más de 200 trabajadores y el coste laboral es al menos el 15% de sus gastos.