Entorno

La industria textil española ante el coronavirus: entre el repunte de la producción y el riesgo de desabastecimiento

Falta de materias primas y desabastecimiento de productos complementarios son algunos de los problemas a los que se enfrenta el sector ante la crisis.

C. Juárez

4 mar 2020 - 04:56

La industria textil española ante el coronavirus: entre el repunte de la producción y el riesgo de desabastecimiento

 

 

Una de cal y otra de arena en el inicio de la cadena de valor. Mientras la moda mira a los grandes retailers y a cómo el coronavirus impactará en sus estructuras de sourcing y en la llegada de prendas a las tiendas, el inicio de la cadena de valor en España mira de reojo a las derivadas de la epidemia iniciada en China. El sector asegura que se detecta un repunte de pedidos, aunque advierte del riesgo de desabastecimiento de componentes.

 

Aunque no es un alud, “ha habido un ligero aumento de pedidos”, asegura Marta Castells, secretaria general de la Confederación de la Industria Textil (Texfor). “Muchos clientes que se aprovisionaban en China ahora han trasladado su producción en proximidad”, destaca. El incremento de la producción, según Castells, se ha visto reflejado sobre todo en productos básicos y commodities. Pero, aunque, según la experta, la situación es temporal, es una preocupación que tanto China como Italia tengan su producción a “medio gas”.

 

El abastecimiento de productos auxiliares es el principal riesgo para el textil español ante la amenaza del coronavirus, según explican los expertos. La mayoría de hilaturas, tintes, cremalleras y otros componentes proceden de China, y en el mercado español “no hay tanto producto”, asegura Castells.

 

 

 

 

“Algunas fábricas de aquí no tienen materiales, falta hilo”, explica, por su parte, David García, secretario general del clúster catatán de la moda, Modacc. La preocupación del sector, según el experto, tiene una doble vertiente. Por un lado, la incapacidad de la industria, no sólo la española, sino el resto de la cuenca mediterránea, de hacer frente a toda la producción que hasta ahora se realiza en China si la situación persiste a largo plazo.

 

Sin embargo, García asegura que la situación todavía no es alarmante, y que “no es difícil recuperar el retraso de dos semanas”. Por ahora, “no hay nada definitivo”, señala el directivo, aunque los grandes retailers ya hayan pensado en un plan B para aprovisionarse en proximidad.

 

 

 

 

Lo mismo asegura Carmen Torres, secretaria general de la Federación Española de Industrias de la Confección (Fedecon). La directiva advierte que el impacto será mayor en las colecciones de invierno, ya que la mayoría de empresas ya se habían aprovisionado para la campaña de verano antes del Año Nuevo Chino.

 

Ante el traslado de parte de la producción de los grandes retailers a regiones de proximidad, Torres advierte que algunos fabricantes pueden “morir de éxito”, ya que de la misma manera que señala García, no están preparadas para servir pedidos masivos y pueden “dejar de lado” a las empresas pequeñas con las que trabajan ahora.

 

Precisamente esas empresas son las que menos preocupadas están ante la amenaza del coronavirus. Jorge García Margariños, consejero delegado de The Extreme Collection, que realiza su producción en España, asegura que “no estamos teniendo ningún tipo de problemas” ya que todos sus proveedores son europeos. El ejecutivo explica que las empresas que más sufrirán son las que van “al céntimo”, ya que no se pueden permitir los costes de producir en cercanía.

 

 

 

 

La preocupación de los retailers estriba más en la caída del consumo, como advierte Ricardo Fraguas, director general de Mirto, ya que en algunas ciudades se ha dejado de comprar. El responsable de la compañía, que cuenta con una fábrica propia en Madrid, señala que por ahora “no hemos tenido ningún problema”, sino que la preocupación está en que “afecte al consumo y al turismo”.

 

Con todo, los expertos apuntan que tras esta crisis, el sector de la moda, y toda la industria en general, tiene que realizar una obligada reflexión sobre la debilidad de la cadena de suministro y la dependencia a otras regiones. “Es una lección desagradable, pero aprendemos a coscorrones”, asegura Torres.