Entorno

La industria de la moda frente al Ttip: los principales escollos en la negociación comercial

Alemania y Francia han dado por rotas las negociaciones del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos, aunque Bruselas insiste en alcanzar un acuerdo antes de finalizar el año.

S. Riera

1 sep 2016 - 04:50

 

La industria española de la moda no quiere echar a perder la oportunidad de un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Sin embargo, el sector exige que la negociación contemple cuestiones clave para eliminar también las barreras no arancelarias, como la armonización de la normativa y las certificaciones para facilitar y agilizar los trámites a la exportación.

 

Las conversaciones para el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (Ttip) alcanzaron esta semana un punto muerto, después de que los portavoces de los gobiernos alemán y francés decidieran ponerles fin. Uno de los motivos que esgrimen los detractores a la negociación son los desequilibrios y la falta de reciprocidad.

 

La Comisión Europea, por su parte, asegura que las conversaciones continúan y esperan alcanzar un pacto antes de finalizar el año, es decir, antes de que se celebren las elecciones estadounidenses. Los representantes españoles de la industria de la moda, por su parte, consideran que un acuerdo en este sentido les sería beneficioso, siempre que se armonizaran las normativas de ambas partes.

 

 

Los expertos sostienen que no tendría ningún sentido que Estados Unidos diera el arancel cero a los productos de la Unión Europea para después frenarlos en las aduanas porque la normativa no se ajusta. En este sentido, la legislación estadounidense para la importación es mucho más exigente y compleja que la europea.

 

“A la empresa estadounidense le resulta más sencilla llevar su producto hoy a Europa, que un europeo llevarlo a Estados Unidos”, afirma Ángel Asensio, presidente de la Federación Española de Empresarios de la Confección (Fedecon). El empresario asegura que un acuerdo que simplificara las barreras no arancelarias sería positivo porque se trata de un mercado estratégico para el sector por su tamaño.

 

La industria del calzado, por su parte, también es favorable a que se alcance un acuerdo entre ambas partes. El presidente de la Federación de Industrias del Calzado Español (Fice), José Monzonís, señala que “si se hace balance entre lo positivo y lo negativo del acuerdo, gana lo positivo”. “Estados Unidos es un gran mercado para la moda española y, en el caso concreto del calzado, es el primer destino de las pymes españolas del sector fuera de la Unión Europea”, asegura.

 

 

Según Monzonís, el calzado europeo no tiene cuotas para entrar en el mercado estadounidense ni tampoco aranceles elevados, sin embargo, las empresas del sector pueden tener dificultades con las normativas propias del país, que son diferentes a las europeas.

 

Manuel Díaz, el nuevo presidente del Consejo Intertextil Español (CIE), afirma que el sector es favorable a un pacto, pero asegura también que lo están siguiendo con “cautela y prudencia” porque desconocen “qué y cómo se está negociando”. “Tenemos malas experiencias previas, en otras negociaciones similares, en las que el textil ha sido moneda de cambio y en las que hemos salido perdiendo”, señala Díaz.

 

Las reglas de origen preferenciales

Uno de los principales escollos que los expertos ven en parte de la negociación comercial radica precisamente en la normativa referente al origen de la mercancía. En el caso del textil, la confección y el calzado, las reglas de origen preferenciales para obtener beneficios arancelarios, son diferentes entre Estados Unidos y la Unión Europa.

 

 

El Gobierno estadounidense, por ejemplo, exige una triple transformación, en una normativa conocida como yarn forward (del hilo hacia delante). Es decir, las empresas de un país que tenga un tratado de libre comercio con Estados Unidos se beneficiarán del arancel cero siempre y cuando los tres últimos procesos manufactureros significativos se hayan realizado en aquel territorio.

 

De este modo, en el caso de las prendas, las empresas europeas de moda que quisieran exportar a Estados Unidos bajo el arancel cero deberían demostrar que la hilatura, la tejeduría y la confección se han realizado en la Unión Europea. En cambio, la normativa europea es más laxa en este sentido y sólo exige dos transformaciones y, en el caso del calzado, sólo una, el ensamblaje de las piezas.