Entorno

Ignacio de la Torre (Arcano): “Vamos a un mundo de crecimientos mediocres”

El economista jefe y socio de Arcano defiende que la economía española es hoy más sólida que diez años atrás, que en Estados Unidos habrá, como mucho, una recesión técnica

Iria P. Gestal

14 oct 2019 - 04:51

Ignacio de la Torre (Arcano): ““Vamos a un mundo de crecimientos mediocres”

 

 

Diez años después del estallido de la última gran crisis global, la amenaza de un nuevo cataclismo económico lleva casi un año poblando titulares y análisis de Europa a Estados Unidos. Los recortes a las previsiones de crecimiento se suceden, y el avance de los populismos a uno y otro lado del Atlántico inoculan en los mercados el enemigo número uno del progreso económico: la incertidumbre.

 

Desde el Círculo Ecuestre, en uno de los salones en los que cada trimestre da conferencias ante el empresariado barcelonés, Ignacio de la Torre hace una llamada a la calma: no estamos ante una nueva gran crisis en Occidente. El economista jefe y socio de Arcano defiende, casi entre susurros y a velocidad de vértigo, que la economía española es hoy más sólida que diez años atrás, que en Estados Unidos habrá, como mucho, una recesión técnica, y que a los mercados poco le preocupan los populismos en Europa, donde pertenecer a la zona euro es una garantía frente a políticos impredecibles.

 

“Hasta el político más simple sabe utilizar una calculadora”, asegura. De la Torre, licenciado en Derecho y Empresariales, doctor en Historia y MBA por el Insead, sostiene que la demografía y la productividad, los dos motores del crecimiento, han encendido ya las luces rojas, pero que eso no implica una nueva recesión, sino sólo un escenario de menor crecimiento.

 

China, en cambio, es otra historia: “es una economía muy endeble; la gran crisis que viene será allí”, afirma. Pese a su aparente optimismo, el economista también alerta sobre el gran desafío de futuro: la desigualdad, semilla del populismo, y que podría ocasionar un grave problema social a medida que una gran masa de población se descuelgue en la cuarta revolución industrial.

 

 

Pregunta: ¿Viene otra crisis?

Respuesta: Este año hemos tenido un crecimiento muy mediocre, el peor de los últimos cinco años. Pero eso no es una crisis. Una crisis es ir a negativo, que es muy difícil, o tener una recesión fuerte en bloques económicos concretos. Eso no va a ocurrir. Lo más razonable es que tengamos años de crecimiento mediocre en el mundo, por factores muy complejos, y a lo mejor una recesión técnica en Estados Unidos en 2020.

 

P.: Pero el mundo crece menos… ¿Por qué? 

R.: La economía crece por dos motivos: número de horas trabajadas, que depende de la demografía, es decir, cuánta gente joven entra en el mundo laboral, y por crecimiento de la productividad. Como hay una crisis demográfica muy fuerte y cada vez entra menos gente en el mercado laboral, cada vez crecemos menos. La gente se retira o se muere y no se renueva con gente joven. Y la productividad, si crecía un 3% más o menos hasta 1970, ahora crece un punto o un punto y medio.

 

P.: ¿Hay menos innovación tecnológica?

R.: No tanto. La verdad es que no se sabe muy bien por qué está ocurriendo esto. Hay más innovación tecnológica, lo que ocurre es que eso no siempre supone un aumento en la productividad. Además, las innovaciones tardan a veces hasta décadas en tener un fuerte impacto en la productividad. La máquina de vapor estaba fenomenal, pero tardó treinta años en cambiar los procesos industriales masivos en Reino Unido y con esta nueva oleada de

innovaciones podría ocurrir algo parecido.

 

 

 

 

P.: Christine Lagarde insistió mucho en aquello de “reparar el tejado mientras brille el sol”. ¿Lo hemos hecho?

R.: En el caso de España, sí. Será el país occidental que más crezca de los grandes. Pero lo que importa no es tanto el crecimiento sino el riesgo asociado al crecimiento. Y en España los riesgos son muy acotados. No como en 2007, que crecíamos mucho pero había grandes desequilibrios. El problema es a largo plazo: cómo financias las pensiones, la crisis demográfica, la reforma del sector público, la reforma educativa, cómo afrontar la cuarta revolución industrial, la robotización del empleo… Son asuntos que hay que trabajarlos ahora y que son cruciales.

 

P.: ¿Qué país está mejor preparado para estos desafíos?

R.: En materia de pensiones influye mucho la demografía. En España tenemos 1,28 niños por mujer; en Estados Unidos, 1,7, así que en esto están mejor ellos que nosotros. También influye cuánto prometes a los pensionistas. En España nos gastamos un 13% del PIB en pensiones. En otros países, el 8%. ¿De dónde sale ese dinero? De que usted pague seis euros a la Seguridad Social por cada hora que trabaja, de ahí sale la fiesta. En España los sueldos son quince euros la hora, son bajísimos, y parte del motivo es que pagamos seis euros la hora a la Seguridad Social. Es consecuencia directa de ese 13% en las pensiones que los sueldos estén deprimidos.

 

P.: Si tuviera que apostar por un país de futuro, ¿dónde pondría el dinero?

R.: No hay un país ideal. Los alemanes lo han hecho muy bien en la reforma de la FP dual, y hoy tienen un desempleo que está por debajo del 4%. En Alemania y en otros países la primera pensión que cobras es la mitad de tu último sueldo. En España es el 70%. Parte del problema es este, que nos jubilamos con pensiones muy altas y eso tiene que salir de algún sitio, y sale del sueldo de los más jóvenes. España hoy en día está haciéndolo muy bien: estamos creciendo sin endeudarnos, estamos reduciendo la deuda. Lo hemos hecho muy bien en la revolución exportadora… No digo que sea un país icónico, quedan tareas por hacer.

 

 

 

 

P.: ¿Y la política?

R.: ¿Qué es lo que le importa a un inversor de Nueva York? Lo primero, que los dos partidos de toda la vida sigan existiendo, y en España tienen un 50% de voto, más o menos. Compare eso con Italia, con Francia, con Alemania o con Reino Unido. Por otro lado, tiene más confianza en un país en que la gente vota opciones relativamente centradas. Criticamos nuestra política pero desde el punto de vista de un extranjero estamos relativamente bien. Creo que es consecuencia de que somos una sociedad que tiene casas, por lo que la gente acaba votando de una manera más moderada.

 

P.: ¿Los ciclos económicos se están acortando?

R.: No, se están alargando. El ciclo actual en Estados Unidos es el más largo de la historia. El motivo es que antes había economías relativamente cerradas, así que cuando había un shock, bajaban los precios de las casas, o bajaban los salarios o subía precios la Fed, había una recesión. Pero hoy en día hay medios para fluctuar y evitar shocks como había en el pasado, por lo que los ciclos están durando más.

 

P.: La crisis llegará con poco margen en política monetaria. ¿Es un riesgo?

R.: En Estados Unidos sí, pero en Europa no, porque yo creo que no habrá crisis. Tenemos una economía que crece mediocremente, pero no veo riesgos de recesión, no hay desequilibrios como los que había en 2007. Si hubiera una crisis en Europa, podríamos hacer más quantitative easing, es la única alternativa. En cualquier caso, el que crezca o no el PIB depende de la demografía y la productividad, y ahí los bancos centrales no pueden hacer magia.

 

 

 

 

P.: ¿Mario Draghi ha sido un buen presidente del BCE?

R.: Sí, porque lo que se estaba jugando era la supervivencia de la zona euro. En general, todos vivimos mejor con el euro que sin él, el apoyo al euro está en máximos históricos, y hacía falta alguien que tuviera la audacia de hacer cosas como las que él hizo y comunicarlas bien a los mercados.

 

P.: ¿Trump tiene algo que ver con la desaceleración del crecimiento?

R.: Sí, porque el principal problema de una economía es la incertidumbre.

 

P.: ¿Es el mismo impacto que tiene el avance del populismo?

R.: El populismo tiene diferentes vertientes. En el caso de Europa está muy constreñido, porque en la práctica está limitado. Se ha visto en Grecia o en Italia, a la hora de la verdad siempre reculan. ¿Por qué lo hacen? Italia tiene 2,2 billones de euros de deuda. Los políticos empiezan a decir tonterías, y sube la prima de riesgo. Y hasta el político más simple sabe utilizar una calculadora. Al final se dan cuenta de que por decir tonterías acaban pagando 20.000 millones de euros más de tipos de interés. ¿Y de dónde los sacan? De la gente más humilde: pensiones, educación y sanidad. Entonces reculan. La raíz del populismo es buscar una solución sencilla para un fenómeno complejo, asociado a las desigualdades.

 

P.: ¿El mundo es hoy más o menos desigual que antes?

R.: Este problema está asociado a la cuarta revolución industrial, que genera economías de escala en ciertos trabajos y la creación de empleo muy bien pagado. Trabajo poco cualificado sigue habiendo, pero los del medio están despareciendo, y esto explica por qué la clase media se está reduciendo ligeramente en Occidente. Esto es un problema muy complejo que sólo se puede combatir desde la educación, que la gente tenga habilidades adecuadas a la demanda laboral. Por ejemplo, saber programar. No hablo de educación universitaria, ni de bachillerato, sino de formación continua, que en España es muy mediocre. Permitir que la gente se pueda adecuar a las necesidades de la cuarta revolución industrial. Pensar que con más gasto social se mejora la desigualdad es mentira. Cuando más ha aumentado la desigualdad en España fue con Zapatero.

 

 

 

 

P.: Pero tampoco podemos tener un país sólo de programadores, ¿no?

R.: No lo vea como un fin, sino como un medio. Los periodistas, los médicos, los abogados… tendrán que programar. Es como saber inglés.

 

P.: ¿Quiénes serán los más perjudicados?

R.: Usted apunte todas las tareas que hace durante el día y marque cuáles son automatizables. Si dos tercios de las tareas están marcadas, terminará sustituida por un robot. Según esa metodología, en España el 50% de los trabajos están en riesgo, lo cual no quiere decir que el desempleo vaya a subir un 50%. Cuando apareció el tractor en 1905 la gente se murió de miedo porque el 60% vivía del campo. Es verdad que hoy ya no vive del campo tanta gente, pero hemos creado otros trabajos. El problema son las personas que tienen cincuenta años y les hemos condenado para los próximos quince años. Personas que se han dedicado a un oficio durante toda su vida y hoy no saben hacer nada. Ese es un problema social y hemos de centrarnos en ellos antes de que llegue lo peor.

 

P.: ¿Entonces la desigualdad es sólo cuestión de formación?

R.: No. El otro problema de la desigualdad es que hasta la década de los setenta, si eras de Pamplona, tus hijos, como clase media, tenían un futuro, igual que tú. Hoy ya no. No tienen un futuro ni en Pamplona, ni en Glasgow, ni en Montpellier. Porque en todo Occidente y en los países emergentes se está centrando toda la riqueza en una o dos ciudades muy grandes en todo el país. Todo lo demás no tiene ni creación de puestos de trabajo ni sueldos razonables, y eso provoca la migración, mucha falta de cohesión dentro del país y mucha frustración. Los chalecos amarillos es una revuelta de Francia frente a París; el Brexit, de Reino Unido frente a Londres.

 

 

 

 

P.: ¿Tiene vuelta atrás la globalización?

R.: Sí, por supuesto, esto es un péndulo. La apertura de los mercados genera más prosperidad: hoy vivimos mejor que nuestros abuelos. Pero es una cuestión de percepción: el ser humano tiende a pensar, en general, que el pasado fue mejor, aunque es falso. Es muy goloso que un político populista defienda que si China es la fuente de todos los problemas, se limite el comercio con ella. Sí es factible que vayamos a un mundo con más aranceles, como ocurrió después de la Gran Depresión.

 

P.: ¿Cómo acabará la guerra comercial entre Estados Unidos y China?

R.: Estados Unidos tiene todas las cartas en la mano. China es una economía muy endeble y la gran crisis que viene será allí. Ha cometido los mismos errores que España antes de 2007. En materia arancelaria, como los americanos compran a China el triple de lo que les venden, tienen todas las de ganar.

 

P.: ¿Y en materia tecnológica?

R.: La historia nos enseña que sólo en los regímenes de pensamiento libre, combinado con la iniciativa privada, se produce la innovación científica. Pensar que el liderazgo científico y tecnológico lo va a llevar un país comunista y sin libertad… Yo no lo veo. No hay ningún precedente.

 

 

 

 

P.: Pero China tiene grandes compañías tecnológicas…

R.: Porque es un mercado muy grande. Es normal que Alibaba tenga su cuota de mercado. Pero el liderazgo científico se mira por el registro de patentes internacionales, y ahí la primacía de Estados Unidos es absoluta.

 

P.: ¿Europa debe preocuparse por el Brexit?

R.: Es un riesgo para la economía británica, y en menor medida, para Irlanda. Para Europa, sólo dos décimas del PIB. Es una relación asimétrica, mucho más dañina para Reino Unido.

 

P.: Mencionaba que la clase media se estaba reduciendo… ¿Se puede revertir?

R.: La clase media ha bajado en porcentaje sobre el PIB sólo tres puntos. Ha habido una ligera reducción asociada a los trabajos industriales, pero no es una tendencia estructural. Además, por primera vez en cuarenta años, los sueldos empiezan a subir por encima de la inflación y de la productividad.

 

 

 

 

P.: ¿Qué implicaciones tiene?

R.: Si sube más la productividad que los sueldos reales, netos de inflación, la empresa mejora el margen. Este año los sueldos ya han empezado a subir más que la inflación y que la productividad. En otras palabras, empiezan a caer los márgenes. Esta tendencia va a ser lenta, pero si dura muchos años va a motivar una caída del populismo y una reducción de las desigualdades.

 

P.: ¿Y el impacto de la caída de márgenes?

R.: No pasa nada. Una empresa normal, de cada diez euros gana cinco. Ahora gana diez. Pues si gana siete estará encantada. Nunca ha habido empresas tan rentables como las actuales, a mí no me preocupa nada.

 

P.: El gobernador del Banco de España dijo que los españoles están viviendo por encima de sus posibilidades. ¿Está de acuerdo?

R.: No. Lo preocupante es que gastáramos por encima de nuestros ingresos, en un mercado inmobiliario en burbuja o cuando estamos perdiendo competitividad. Pero no se dan esas condiciones.

 

P.: La deuda pública, en cambio, ¿es preocupante?

 R.: Cien puntos de deuda es mucho. Pero las crisis empiezan con la deuda privada, no con la pública. Es un problema más bien moral, porque le vamos a dejar a la siguiente generación diez puntos de una deuda de la que no se han beneficiado y con un sistema laboral injusto.