Entorno

Explotación laboral, ¿se puede demostrar?

S. Riera

5 nov 2012 - 04:40

H&M y Forever 21 vuelven a estar en el punto de mira acusadas de permitir, supuestamente, la explotación laboral en sus centros de producción. Estas nuevas denuncias se suman a un largo listado de casos que acumula la gran distribución de moda y que no deja prácticamente a ningún grupo sin mácula. Pero el control de los proveedores es difícil, sobre todo en cuestiones laborales, y no todas las acusaciones son fiables, explica a Modaes.es el secretario de acción sindical internacional de la Federación de Industrias Textil-Piel de CCOO, Isidor Boix.

 

El grupo sueco H&M fue citada en un reportaje de la televisión de su país sobre las precarias condiciones laborales de los trabajadores de las plantas textiles en Camboya. En el espacio televisivo se denunciaba al grupo y a otras empresas que se aprovisionan en el país de aprovecharse de la situación para reducir costes en la producción. La compañía sueca se defendió alegando que en su Código de Conducta especifica que los trabajadores de sus proveedores deberán cobrar al menos el salario mínimo del país de origen, con el que les sea posible vivir.

 

El grupo recordó que está en conversaciones con las autoridades pertinentes en Camboya para pedir que se aumente el salario mínimo de los empleados de la industria textil de los 61 dólares al mes actuales a los 131 dólares. H&M también está presionando al Gobierno de Bangladesh para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del textil, que en los últimos meses han reactivado las protestas y han protagonizado graves disturbios y enfrentamientos con la policía.

 

En el caso de Forever 21, ha sido el Departamento de Trabajo del Gobierno de Estados Unidos quien ha dado la voz de alarma sobre un posible abuso de los derechos de los trabajadores en las plantas que tiene en el país. El caso ha saltado a los medios porque Forever 21 ha declinado comparecer ante la justicia americana para exponer su versión de los hechos y ha negado el acceso de los investigadores a la información relativa a los horarios, los salarios o la actividad de los trabajadores en las fábricas.

 

Isidor Boix asegura que no todas las acusaciones de incumplimiento de los códigos de conducta de los grandes grupos de distribución son ciertas. "Algunos supuestos informes están hechos con impresiones y formulaciones más ideológicas que comprobadas", afirma el representante sindical, quien considera que las denuncias más fiables son aquellas que proceden de los mismos trabajadores y sindicatos.

 

El año pasado, Inditex también se vio implicada en un conflicto de este tipo. El Ministerio de Trabajo de Brasil abrió una investigación contra la empresa gallega al haberse descubierto tres talleres en los que se empleaba, según su terminología, “mano de obra esclava”. Inditex negó responsabilidad directa, pero asumió que uno de sus proveedores brasileños había incumplido su código de conducta para proveedores externos.

 

Para garantizar el correcto cumplimiento de los códigos de conducta, Boix señala que se trata de una tarea en la que están implicados los proveedores, las marcas y el sindicalismo internacional. A pesar de ello, el control es difícil. El representante de CCOO afirma que, a pesar de que hay empresas que realizan auditorías serias con empresas auditoras solventes, "las relaciones laborales son bastante difíciles de auditar".

 

De la misma opinión es el presidente de la Federación Española de Empresas de la Confección (Fedecon), Ángel Asensio, quien subraya que, en muchas ocasiones, es complejo controlar al proveedor porque éste a su vez subcontrata. Asensio recuerda que los confeccionistas españoles cumplen con la normativa europea y que, en nuestro país, casos de abuso de los trabajadores sólo se da, a su juicio, en talleres ilegales propiedad de ciudadanos de origen asiático.