Entorno

Estados Unidos, la relocalización al calor del proteccionismo de Trump

La industria textil estadounidense vuelve a ganar músculo tras décadas de deslocalización y afianza su continuidad en sus tres polos manufactureros históricos: Nueva York, Greensboro y Los Ángeles.

S. Riera

28 sep 2017 - 04:45

El aprovisionamiento se ha convertido en uno de los pilares estratégicos para el negocio de la moda. Saber dónde, cómo y cuándo producir son cuestiones decisivas para el devenir de las empresas del sector. Modaes.es aborda las claves en las políticas de compras de las compañías y pone el acento en definir los principales hubs del sourcing y en los núcleos productivos de las materias primas. Bajo el título de Sourcing Keys, se irá trazando durante varias semanas una radiografía exhaustiva de los principales ejes geográficos en los que se concentran los distintos procesos manufactureros de la cadena de valor de la moda.

 

Estados Unidos, la relocalización al calor del proteccionismo de Trump

 

 

Nueva York, Greensboro y Los Ángeles. Las cunas del textil en Estados Unidos vuelven a recuperar peso en una nueva industrial basada en la proximidad y la agilidad. La llegada al poder de Donald Trump con un programa proteccionista no ha hecho más que apuntalar una tendencia que venía afianzándose desde inicios de esta década y que volvía a poner en el mapa mundial del aprovisionamiento a los tres polos textiles del país.

 

La industria estadounidense del textil y la confección empleó en 2016 a 565.000 trabajadores, según datos del National Council of Textile Organizations (Ncto). El sector estadounidense cuenta con una balanza comercial deficitaria, con importaciones que en 2016 ascendieron a 74.400 millones de dólares, un 11% más que en 2009, y exportaciones de 26.300 millones de dólares.

 

Después de décadas de deslocalización industrial, el sector textil y de la confección en Estados Unidos frenó en seco la destrucción de empresas y de empleo a partir del inicio de esta última década, coincidiendo con el incremento de los costes laborales en China. Más allá del desarrollo de una nueva industria tecnológicamente más avanzada y orientada a la investigación en textiles técnicos y textiles inteligentes, recuperaron impulso manufacturas más tradicionales.

 

 

La reactivación de la manufactura textil en el país también ha despertado el interés inversor de grupos asiáticos, sobre todo de China. Se calcula que entre 2010 y 2015, el textil estadounidense había atraído más de 45.000 millones de dólares en inversiones chinas. La principal clave era tener acceso directo a todo el mercado estadounidense.

 

Uno de los principales ejes que captó el grueso de la inversión asiática en el país fueron precisamente los estados de Carolina del Norte y Carolina del Sur, dos de los pilares de la producción algodonera del país. Otro de los grandes atractivos de esta región es su acceso a la materia prima, el algodón, del que Estados Unidos continúa siendo el principal exportador mundial.

 

Una de las primeras operaciones en este sentido fue las que realizó el grupo chino Keer Group en 2013, que invirtió 218 millones de dólares en la construcción de una fábrica de hilatura en Lancaster County, en Carolina del Sur. Otro de los grandes movimientos en este sentido fue la de la compañía taiwanesa Everest Textile el pasado diciembre, que destinó 18,5 millones de dólares para la construcción de una fábrica de confección en Forest City, en Carolina del Norte.

 

 

En Carolina del Norte se encuentra además la ciudad de Greensboro, uno de los principales clústers algodoneros del sector y sede de VF Corporation (propietario de Wrangler y Lee, entre otras). Una de las históricas de esta localidad, International Textile Group (ITG), propietaria de la tejeduría Cone Mills, volvió a seducir al capital y el año pasado pasó a manos del fondo Platinum Equity. La localidad también es sede de Unifi, uno de los mayores fabricantes de hilatura del país.

 

También en la costa este, Nueva York intenta reactivar su Garment District. El pasado abril, el ayuntamiento de la ciudad aprobó una partida presupuestaria de 136 millones de dólares hasta 2018 para rehabilitar las instalaciones de la Bush Terminal, en el Sunset Park de Brooklyn para convertirlas en la nueva plataforma industrial del made in New York. Este nuevo complejo se equipará para albergar la producción de prendas textiles, además de destinar parte del espacio a estudios de cine y televisión, y una incubadora de start ups.

 

En cuanto al espacio destinado a la confección de prendas de vestir, este se dividirá en zonas de hasta 2.000 metros cuadrados, que podrán alquilarse a un precio asequible. Se prevé que el complejo se ponga en marcha en 2020. No obstante, su ubicación ha causado cierta controversia, sobre todo entre los ciudadanos más nostálgicos que hubiesen preferido que la ubicación de este complejo hubiera sido en el espacio original del Garment District, en Manhattan.

 

 

Pese al apoyo institucional a la fórmula, las cifras continúan siendo desalentadoras para el retorno de la industria de la confección en la Gran Manzana. En los años cincuenta, el 90% de la ropa que se comercializaba en Estados Unidos estaba fabricada en Nueva York mientras que ahora este porcentaje representa sólo el 1%. En cuanto al número de trabajadores, desde 1987, cuando se creó el Garment District, ha caído un 83%. Por otro lado, la superficie destinada a esta actividad ha disminuido un 90%.

 

Sin embargo, el principal polo del made in the USA está en el extremo opuesto del país, en Los Ángeles. En la actualidad, la ciudad concentra el mayor número de compañías de confección de prendas del territorio, situadas sobre todo en las zonas sur y este del downtown. En total son unas 2.000 empresas que emplean a alrededor de 40.000 trabajadores. Pese a ser una de las economías más avanzadas del planeta, los empleados de la confección en la ciudad se han manifestado en varias ocasiones en los últimos años denunciando sus condiciones laborales.

 

La mayoría de grupos de moda del país fabrican al menos una parte de su producción en Los Ángeles, incluso gigantes de la distribución como Ross o TJ Maxx, que trabajan a grandes volúmenes. Los Ángeles es también una de las mecas del país para la compra al por mayor. La ciudad cuenta incluso con el LA Fashion District específico para showrooms de marcas y diseñadores.

 

En la otra capital de la moda tienen sede American Apparel, que basó parte de su estrategia en hacer bandera del made in LA; además de Guess, Forever 21 o 7 for all Mankind.