Entorno

El ‘Made in’ enfrenta de nuevo a los lobbies europeos de la industria y la distribución

S. Riera

12 nov 2012 - 04:45

El Made in vuelve a causar polémica. La industria europea del calzado pedirá a la Comisión Europea que reintroduzca la obligación de usar el Made in en los productos en la agenda de 2013, tras comprobar que no tiene previsto legislar sobre ello en el próximo año. En cambio, la industria textil y de la confección, si bien se muestra conforme al Made in, no reclama que sea obligatorio. La distribución y algunas marcas de lujo continúan contrarias a etiquetar el origen.

 

El calzado español, a través de la patronal europea (CEC), reivindica que Bruselas legisle a favor de la obligatoriedad de etiquetar la procedencia de los artículos que se comercializan en la Unión Europea. La industria española del calzado considera que el Made in “contribuiría a reforzar la imagen de los artículos fabricados en la Unión Europea y ayudaría a mantener la industria local”, explica Patricia Piñeiro, responsable de Asuntos Europeos en la patronal del sector, a Modaes.es.

 

Los fabricantes de calzado en España consideran legítimo saber dónde se fabrica un producto. Según Piñeiro, reivindican el Made in para dar una información clara al consumidor en su decisión de compra y porque, para el calzado, estar fabricado en Europa es un valor añadido.

 

En cambio, la industria textil no coincide en este aspecto. El Consejo Intertextil Español (CIE), al igual que la mayor parte de la patronal europea, es contrario a su obligatoriedad. En cambio, la industria italiana del textil es totalmente favorable a un etiquetaje de origen obligatorio. La cadena de valor del textil y la confección en España considera que el Made in es un “debate obsoleto a estas alturas de la película”, afirma Salvador Maluquer, vicepresidente de CIE.

 

La polémica sobre el Made in, que se inició en 2005, escribe así un nuevo capítulo. Con la deslocalización de la industria en Europa, países con fuertes estructuras industriales, como Italia o España, exigieron a la Comisión Europea la necesidad de etiquetar los artículos de fuera de la comunidad con el país de origen. “Hubo tal batalla campal entre los países a favor y en contra que fue imposible encontrar un mínimo consenso”, asegura Maluquer.

 

El año pasado, la reivindicación del Made in tomó fuerza a raíz del reglamento sobre el etiquetaje de la composición de las materias primas que aprobó por mayoría el Parlamento Europeo, en el que se recogía una declaración a favor de indicar el origen. El reglamento consideraba que el consumidor precisa de esta información para su decisión de compra, que en otros países sí es obligatorio dar, como Estados Unidos, Japón o Canadá.

 

El calzado europeo tiene en su agenda reclamar que Bruselas incorpore de nuevo en su agenda el debate sobre la obligatoriedad del Made in. El textil, en cambio, cree que es muy difícil que la Comisión Europea legisle ahora sobre una cuestión en la que ya evitó pronunciarse en 2005, cuando se liberalizó el comercio textil.

 

El lobby de la distribución y los países que lo defienden, como Reino Unido, Alemania, Suecia o Finlandia, entre otros, se mantiene firme en su opción de vetar cualquier tipo de medida que consideren proteccionista.