Entorno

El consumidor promesa de la moda se esfuma con la nueva pobreza juvenil

El ascensor social tiende a bajar con el Covid-19: la mayoría de jóvenes ha pasado a tener ingresos salariales bajos o a no tener.

Christian De Angelis

25 ene 2021 - 04:57

El consumidor promesa de la moda se esfuma con la nueva pobreza juvenil

 

 

Millennials, generación Z y generación Alfa han estado durante años en boca de todos. Medios de comunicación e institutos de estudio de todo tipo se han centrado en diseccionar qué quieren y cómo se comportan los nuevos protagonistas del mercado y sólo algunas voces han advertido de la necesidad de no olvidarse de la generación silver, los boomers o los seniors, en definitiva, los consumidores de más edad. Ahora, el Covid-19 acentúa los problemas de los consumidores más jóvenes, quienes, por influyentes que puedan ser en el mercado, tienen un poder adquisitivo muy inferior que el de sus mayores. En agosto, una tercera parte de los menores de treinta años se había quedado sin ingresos salariales y otro 21%, con ingresos bajos. El ascensor social sólo va hacia abajo para la promesa incumplida de la moda.

 

Abunda la idea en reuniones y foros de directivos del sector de la moda de que, tal vez, medios de comunicación y entidades de estudio han dado un protagonismo desproporcionado a las nuevas generaciones de consumidores. Dejando de lado la proyección que tienen las personas más jóvenes hacia el futuro y la influencia que han podido tener en algunos momentos sobre el conjunto de la sociedad (particularmente los millennials), probablemente su importancia real para el sector de la moda y el consumo en general es incluso más baja de la que les da su peso demográfico. ¿La razón? Los jóvenes tienen un poder adquisitivo manifiestamente más reducido que las personas más mayores y la brecha se acentúa con el paso de los años con problemas endémicos como el alto desempleo juvenil: en el tercer trimestre de 2020, la tasa de paro llegaba al 55,9% entre los jóvenes de 16 a 19 años, al 37,2% entre los de 20 a 24 y al 24,8% entre los trabajadores de 25 a 29 años, frente a una media nacional del 16,3%.

 

El Covid-19, lejos de haber revertido esta realidad, ha hecho incluso más acuciante la diferencia en ingresos entre los menores de treinta años con el resto de la sociedad, particularmente en comparación con los consumidores que ya están en la cincuentena o que superan incluso los sesenta años.

 

 

 

 

Una publicación reciente de CaixaBank Research, firmada por los profesores Oriol Aspachs, Ruben Durante, José García-Montalvo, Alberto Graziano, Josep Mestres y Marta Reynal-Querol, apunta que “la edad es, sin lugar a duda, una de las dimensiones en las que más se acentúan las diferencias entre los distintos grupos de población” en términos de cómo la crisis que ha generado el Covid-19 ha impactado económicamente en los diferentes segmentos de la población. “Los jóvenes de entre 16 y 29 años -prosigue el informe- tenían, de partida, un nivel de ingresos claramente inferior al de las personas de mayor edad y son los que están experimentando un mayor deterioro: entre febrero y abril, y antes de tener en cuenta las transferencias del sector público, el peso del grupo de jóvenes sin ingresos aumentó en 24 puntos porcentuales, frente al incremento de 15 puntos porcentuales que observamos en el conjunto de la población”.

 

En abril, cuatro de cada diez residentes en España de 16 a 29 años eran personas sin ingresos salariales, frente al 17,3% que representaban antes del estallido de la pandemia en España. Otro 22,3% de la población de esa edad tenía en abril, en pleno confinamiento, ingresos bajos y el 31%, ingresos medios. En agosto, las proporciones habían mejorado algo para las personas más jóvenes: pese a ello, el 32,8% (casi uno de cada tres) no tenían ingresos, el 20,9% tenía ingresos bajos y el 39,9%, ingresos medios. La proporción de jóvenes con ingresos altos se ha mantenido, en cambio, bastante estable antes y después de la llegada de la pandemia, pasando del 6,5% de febrero al 6,4% de la población de este segmento de edad en agosto.

 

 

 

 

Tal y como apuntan los autores del informe, el ascensor social también ha ido casi siempre a la baja en el periodo estudiado entre las personas de más edad, pero el mapa de la distribución de ingresos salariales entre los habitantes de 50 a 64 años no tiene nada que ver con el de los que no llegan a la treintena. A pesar del deterioro provocado por el impacto del Covid-19, el 23,6% de los habitantes más mayores en edad laboral tenían en agosto altos ingresos salariales, por otro 35,4% con ingresos medios.

 

CaixaBank Research apunta que el impacto de la crisis también ha sido más acusado entre los residentes que han nacido fuera de España. “Como en el caso de los jóvenes, los inmigrantes presentan una distribución de ingresos sesgada hacia rentas más bajas, que son las que más padecen durante la crisis”, afirma el informe. Casi la mitad de los inmigrantes que antes de la crisis tenían unos ingresos medios han pasado a tener ingresos bajos o a quedarse sin ningún ingreso salarial.

 

El laboratorio de estudios de CaixaBank también apunta a diferencias, aunque mucho menos relevantes, en el impacto de la pandemia en la pérdida de ingresos de la población por género. En concreto, antes de las transferencias del sector público, la proporción de mujeres que no tenía ingresos aumentó en 15,7 puntos porcentuales entre febrero y abril, mientras que, para los hombres, el incremento fue de 14,2 puntos.  

 

 

 

 

Afición por la moda

Para la moda, el empobrecimiento de las personas más jóvenes es particularmente preocupante por el hecho de que, cuando el nivel de renta lo permite, es uno de los segmentos más dispuestos a gastar en moda. Lo demuestra el hecho de que, en los pocos hogares en los que el sustentador principal es una persona de menos de treinta años, el gasto en moda es más elevado que en el conjunto de los hogares españoles.

 

Según los resultados correspondientes a 2019 de la Encuesta de Presupuestos Familiares del Instituto Nacional de Estadística (INE), sólo el 3,5% de los hogares españoles tienen a un joven de 16 a 29 años como principal sustentador. Ahora bien, en estos casos el gasto medio por persona en vestido y calzado asciende a 633 euros al año, frente a la media de 569 euros y medio que se da en el conjunto de los residentes en España.

 

Estos hogares dedican de media el 5,4% de su renta disponible a la compra de productos de vestido y calzado, frente a una media del 4,7% en el conjunto de la población española. No obstante, este tipo de hogares no sólo escasea por las dificultades de emancipación de los jóvenes (máxime cuando una proporción grande y creciente dentro de este segmento de la población se queda sin ingresos o con ingresos bajos por la crisis del Covid-19), si no por la propia pirámide demográfica de la población en España. Con datos a 1 de enero de 2020, el 29,9% de los residentes en España tienen menos de treinta años, frente al 31,8% del conjunto de la Unión Europea, y la tendencia es decreciente.

 

En este sentido, la pirámide de la población se estrecha en la base y muestra que sólo 357.554 personas en España tenía menos de un año en el arranque de 2020, por las 544.347 personas con treinta años, 762.755 residentes con cuarenta o 626.128 personas con sesenta años.