Entorno

Del ‘efecto dominó’ de la crisis china a los retos de la recuperación española: las claves del nuevo orden mundial

Iria P. Gestal

29 ene 2016 - 04:57

¿Qué alcance tiene la desaceleración china? ¿Qué suponen los acuerdos de libre comercio como el TTP? ¿Está consolidada la recuperación española? Estas son algunas de las preguntas que planean sobre la actualidad económica, que ha arrancado el año marcada por la nueva caída de las bolsas chinas, el desplome del petróleo y la subida de los tipos de interés en Estados Unidos.

 

China estuvo en el centro de la actualidad durante el año pasado por los decepcionantes ritmos del crecimiento y ha vuelto a protagonizar las noticias económicas al comienzo de este año. El modelo del gigante asiático se tambalea y sus consecuencias se hacen notar en todo el mundo.

 

Esta desaceleración es el resultado de una serie de medidas y acontecimientos que han tenido lugar durante la última década, según explicó Xavier Mena, profesor de la escuela de negocios Esade, que la semana pasada impartió la conferencia Perspectivas económicas: volando con un solo motor.

 

 

 

 

Una de esas claves es el aumento de salarios, que comenzaron a elevarse poco a poco en la primera década del siglo XXI, sobre todo en relación a otros países del Sudeste Asiático como Vietnam y Camboya. Esto supuso un notable descenso de la rentabilidad corporativa de las empresas que operaban en China, que comenzaron el consabido traslado de la producción a otros mercados más baratos.

 

En paralelo, también se han elevado los costes energéticos, lo que suponía que la producción en otros países, aun con costes laborales más elevados que los chinos, se volvió más barata por la diferencia en los precios de la energía. De hecho, Boston Consulting Group publicó un informe titulado Made in America, again, que ponía de manifiesto que para muchas actividades fabriles salía más a cuenta producir en Estados Unidos que deslocalizar la producción a países como China.

 

Además, el profesor apunta que “China tenía un modelo basado en un tipo de cambio depreciado y costes de producción bajos pero, en 2005, el G7 le insta a que eleve los tipos de cambio a niveles de mercado”.

 

Esto se sumó a otros “cuellos de botella”, como señala el profesor, como el de la escasez de agua, de terreno y la pirámide demográfica, afectada por la política del hijo único que, a su vez, dio lugar a los llamados little emperors. Estos pequeños emperadores reciben toda la atención de sus dos progenitores y cuatro abuelos, resultando a menudo en un comportamiento indisciplinado y derrochador.

 

 

 

 

La suma de todas estas circunstancias comenzó a reflejarse en las exportaciones, que empezaron a descender. “Todo esto lo empieza a reflejar también la bolsa”, dice Mena. “Los chinos utilizaban los mercados como si fueran casinos y muchos pensaban que era un índice que siempre subía”, añade. El año pasado, esta burbuja pinchó, resultando en días negros como el pasado 24 de agosto en que el Gobierno se vio obligado a suspender la cotización.

 

Cayó entonces la primera ficha del dominó que amenaza con impactar en todo el mundo. En este sentido, Mena alude a una frase del magnate Warren Buffet: “toda burbuja tiene su aguja, y cuando la burbuja se encuentra con su aguja una oleada de nuevos inversores aprenden lecciones muy antiguas”.

 

De hecho, buena parte de la economía mundial había dependido de ese crecimiento narcotizado del gigante asiático. “Incluso Estados Unidos ha pospuesto la subida de los tipos de cambio a después del verano por China”, explica el profesor.

 

Aunque, en principio, la desaceleración China no afectará directamente a España, sí impactará duramente, por ejemplo, en los exportadores de materias primas, como Brasil, Chile o Perú. “China importa el 60% del hierro mundial, y cantidades similares de otras materias primas como el cobre o el níquel”, dice Mena.

 

“Pero sobre todo les va a afectar a ellos mismos; tienen que convertir la rentabilidad fácil que tenían en un modelo normal de una economía de desarrollo medio”, apunta el profesor. “Está en fase de adelgazamiento”, añade.

 

Para la moda, China es un país clave, tanto como proveedor como por mercado de consumo. Si bien el sector lleva años trasladando su producción a otros países de la región como Vietnam o Bangladesh, el gigante asiático continúa siendo el mayor proveedor de Europa de prendas de vestir.

 

Por otro lado, China es un enorme mercado de consumo del que se han aprovechado desde el lujo al mass market. Mientras firmas como Louis Vuitton, Gucci o Prada ya están sufriendo el fin de la era de los crecimientos a doble dígito en el país, otras como Zara continúan apostando por el dragón asiático, su segundo mercado mundial por número de tiendas.

 

Con China tambaleando, el orden mundial se está reorganizando. “Después de años de tratar de organizar acuerdos globales de comercio sea demostrado que la Organización Mundial del Comercio (OMC) es una organización fracasada”, afirma Mena. De hecho, ahora proliferan cada vez más las negociaciones bilaterales, como el Tratado Transpacífico (TTP), el Acuerdo Transatlántico (TTIP) o el Acuerdo en comercio de servicios (TISA). Todos ellos se han puesto en marcha en los últimos dos años, o se aplicarán durante este año, y todos excluyen a China.

 

 

El fin de los estímulos en occidente

Mientras, también la economía doméstica en los países occidentales comienza a volver a su lugar tras la combinación de ajustes y estímulos para combatir la recesión. En diciembre, Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, anunció la esperada subida de los tipos de interés, la primera desde hace casi diez años.

 

La medida supuso el fin de las políticas monetarias expansionistas que su antecesor, Ben Bernanke, había puesto en marcha tras la caída de Lehman Brothers, y una señal al mundo de que Estados Unidos ya había dejado atrás la recesión.

 

La subida de tipos, sin embargo, tendrá efectos negativos en otros mercados. Los capitales están desinvirtiendo de otros países para apostar por Estados Unidos. Como consecuencia, las bolsas de los mercados que abandonan están cayendo, y se deprecian las monedas locales. “El dinero se está yendo a Estados Unidos, lo que aprecia el dólar: para evitar que los inversores se vayan, los países emergentes están subiendo los tipos, lo que, en consecuencia, daña la economía doméstica”, dice Mena.

 

Mientras, en Europa, el Banco Central mantiene el quantitative easing ante el peligro de deflación. “Europa tiene mucho miedo a la hiperinflación; Alemania asocia inflación a hiperinflación después de la experiencia en el periodo de entreguerras y le tienen pavor, pero la deflación es todavía más temida”.

 

Por su parte, en España los índices económicos vuelven a volver a la normalidad, aunque con salvedades. “Si no hubiera cotizaciones, en cuatro meses se agotaría la hucha de las pensiones”, dice el profesor.

 

Además, todavía falta ajuste en la ejecución de los presupuestos del Estado, a falta de saber quién ocupará la Moncloa los próximos cuatro años, y la deuda que ha dejado la recesión es, según Mena, prácticamente impagable.