Entorno

Del Brexit a Trump, la globalización da marcha atrás

El proteccionismo comercial es uno de los bastiones de los nuevos movimientos populistas en Occidente ante el impacto social de la globalización y la revolución tecnológica.

S. Riera

2 dic 2016 - 04:51

 

La globalización toca techo y da marcha atrás. El Brexit y la victoria de Donald Trump son vistos ya como las primeras señales de agotamiento de la globalización y de la entrada en una nueva era marcada por el proteccionismo, a favor de las economías globales. Ambos acontecimientos representan dar marcha atrás a décadas de búsqueda de una mayor integración global, en los que se ha apoyado una economía global en detrimento de la local, creando marcos favorables para la inversión extranjera, el comercio mundial y una mayor movilidad laboral con miras a impulsar el crecimiento de todo el planeta.

 

Sin embargo, hay otras votaciones en Europa que añaden aún mayor incertidumbre y que pueden acelerar la llegada de un nuevo orden económico mundial que pone en jaque el escenario trazado después de la Segunda Guerra Mundial. En Italia, el primer ministro Matteo Renzi se enfrenta a un referéndum para reformar el senado, pero que se percibe como un voto de castigo que podría reforzar a partidos populistas y xenófobos del país. En Austria, Holanda, Alemania y Francia, la extrema derecha continúa ganando adeptos con un discurso patriótico, proteccionista y xenófobo.

 

El auge de este giro político coincide con el agotamiento del modelo económico de la globalización. El comercio mundial, es decir, el conjunto de importaciones y exportaciones de bienes y servicios, el estandarte de la tendencia económica de los últimos 200 años, ha empezado a dar sus primeros síntomas de agotamiento. Si bien entre 1960 y 2008, el peso del comercio en el Producto Interior Bruto (PIB) mundial creció en 35 puntos porcentuales; en los últimos cinco años, ha crecido sólo en 0,2 puntos, según el informe What you need to know about globalization’s radical new phase, de The Boston Consulting Group (BCG).

 

 

En este mismo sentido se alinean también otros factores como el aumento de los costes laborales en las economías emergentes y la relocalización de la producción. Según BCG, más que hablar del fin de la globalización, sería más adecuado decir que se entra en una nueva etapa, con métricas diferentes y con un nuevo escenario en el que definir nuevas estrategias. De este modo, la fórmula que se define trata de casar la capacidad local con un mundo global.

 

La crisis de 2008 puso fin al modelo de crecimiento basado en el desarrollo de cadenas de suministro globales e integradas. Desde entonces, se avanza hacia un nuevo escenario, dentro de la globalización, liderado por el auge de la tecnología digital y la descentralización de la gobernabilidad global. Según el informe, la tecnología digital distorsiona el modelo actual de producción y competitividad, porque disminuye costes laborales y redefine de nuevo los mapas del aprovisonamiento, pero también en el consumo con el auge del ecommerce, que barre fronteras nacionales y transforma modelos de negocio tradicionales con ámbitos de actuación locales.

 

Sin embargo, los autores del documento subrayan que, si bien en el pasado la tecnología nueva reemplazó con rapidez a la anterior, la digital no tendrá una aplicación ni rápida ni masiva, no por la falta de trabajadores cualificados, sino por la necesidad de los Gobiernos locales de proteger el empleo. La digitalización no suplantará las viejas tecnologías, pero si transformará las reglas de la competencia y las cadenas de suministro y tendrá un impacto directo en la logística y la banca internacional.

 

 

En cuanto al cambio de la gobernabilidad global, hay movimientos contrarios que buscan su encaje: se ha pasado de un G7 a un G20; la firma de acuerdos comerciales regionales ha aumentado de 50 en 1995 a 280 en la actualidad, y en el ámbito financiero, han aparecido nuevos actores de incidencia global como el Banco Asiático de Desarrollo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y se ha duplicado el valor total de los fondos soberanos.

 

El informe concluye que, en esta nueva etapa, el crecimiento será menos dependiente del comercio mundial y lo será más de la demanda interna. Para los países desarrollados y China, el crecimiento será impulsado por las mejoras en la productividad con ayuda de las nuevas tecnologías y la innovación. Las nuevas cadenas de valor combinarán tecnología digital con la de bajos costes laborales.