Entorno

Cuba encara la era ‘post Castro’ con la moda tomando posiciones

El país celebrará elecciones el próximo 11 de marzo y, por primera vez en seis décadas, el próximo presidente del país no será un miembro de la familia Castro.

L. Molina

5 mar 2018 - 04:47

Cuba encara la era ‘post Castro’ con la moda española tomando posiciones

 

 

Urnas en el último territorio virgen para la moda en el Caribe. Cuba celebrará el próximo 11 de marzo unas elecciones en las que, por primera vez en sesenta años, el ganador no será un miembro de la familia Castro. Pese a que el embargo económico impuesto a la isla por Estados Unidos todavía está en vigor, Cuba inició hace dos años una leve apertura al exterior que reactivó el interés de la moda española por tomar posiciones en el país.

 

En diciembre de 2014, Obama y el presidente cubano, Raúl Castro, se comprometieron a poner fin a un distanciamiento que comenzó en 1959, cuando rebeldes liderados por Fidel Castro tomaron el poder. La visita en 2016 del mandatario estadounidense a la isla marcó un punto de inflexión: por primera vez en 88 años un presidente de Estados Unidos pisaba suelo cubano.

 

Sin embargo, el actual ocupante de la Casa Blanca, Donald Trump, anunció a las pocas semanas de asumir el cargo su intención de dar marcha atrás y cancelar el histórico acuerdo de Obama y Castro.En este contexto, el país se enfrenta ahora a unas elecciones de las que, con toda probabilidad, el vicepresidente Miguel Díaz-Canel dará el relevo a Raúl Castro. Aunque inicialmente era considerado un perfil relativamente aperturista, que continuaría el camino emprendido por el menor de los Castro, en los últimos meses Díaz-Canel ha endurecido su postura.

 

 

 

 

En los últimos dos años, empresas españolas como Mango y Grupo Cortefiel han desembarcado en la isla, así como operadores extranjeros como la francesa Celio. Todas ellas optaron por instalarse en complejos de alto interés turístico, como hoteles de lujo o tiendas multimarca locales de referencia.

 

No obstante, el país, con una población de once millones de habitantes, tiene ante sí enormes retos a solventar para convertirse en una plena economía de mercado. La fuerte posición de la familia Castro en varias de las instituciones de poder, el control militar sobre la economía y la mayoría de empresas que operan en el sector comercial, la debilidad del sector privado y las infraestructuras ponen en jaque que se abra una etapa de progreso económico en el país.

 

La economía cubana mostró signos de ralentización en 2016. El Producto Interior Bruto (PIB) per cápita del país se redujo un 0,9% ese año, hasta 11.900 dólares (9.749,7 euros), según CIA Factbook. Sin embargo, el Banco Mundial prevé que el bache El desempleo, por su parte, se mantiene relativamente bajo en la isla, con una tasa de paro del 2,2% en 2017.

 

 

 

 

El comercio exterior de Cuba tiene unas dimensiones muy reducidas. Mientras que los países de la Unión Europea paralizaron sus ventas al país siguiendo los pasos del bloque estadounidense, la isla mantuvo los intercambios de mercancías con Venezuela, Rusia y China.

 

Un pilar de la economía cubana continúan siendo las remesas, el dinero que envían ciudadanos que viven fuera a sus familias en la isla y destinado principalmente al consumo de los hogares. Sólo desde Estados Unidos, las remesas alcanzaron 3.444 millones de dólares (2.821,7 millones de euros) en 2016, según un informa de Havana Consulting Group. En los últimos cinco años, la cifra experimentó un alza del 50%.

 

El comercio de moda continúa produciéndose en parte en el mercado negro, a manos de los comerciantes que distribuyen por las calles prendas de marcas compradas en el extranjero. Los clientes son especialmente los jóvenes, un segmento que representa el 25% de la población.

 

En los últimos años, sin embargo, la mayor apertura del país y el deshielo de las relaciones con Estados Unidos ha motivado la llegada de cada vez más marcas internacionales, si bien continúan teniendo que aliarse con una empresa estatal para operar en territorio cubano.

 

 

 

 

 

Grupo Cortefiel desembarcó en Cuba en mayo de 2017, cuando abrió una tienda de Women’secret en Manzana Kempinsky, el primer hotel de cinco estrellas ubicado en el casco histórico de La Habana. En el complejo también operan otras compañías del sector como Mango, que realizó allí su primera apertura en el país desde 1996, Lacoste o Giorgio G. Vip, una tienda multimarca que distribuye varias líneas de Armani y Versace.

 

El pasado diciembre, Grupo Cortefiel subió la persiana de un segundo establecimiento en la isla con Springfield, instalándose en el centro comercial situado en el malecón habanero, uno de los puntos más turísticos. La próxima primavera, la compañía madrileña prevé abrir una segunda tienda de Women’secret en la isla caribeña.

 

 

 

 

También en 2017, las francesas Celio y Jennyfer desembarcaron en el país con corners de la mano de Giorgio Gucci, miembro de la tercera generación de la familia fundadora de la empresa florentina que opera con las tiendas multimarca Giorgio G. y Giorgio G. VIP.

 

Anteriormente, en 2016, el lujo también arrancó un tímido acercamiento a Cuba. En mayo de ese año, Chanel convirtió el Paseo del Prado de La Habana en una pasarela, a la que subió su colección crucero. Cuba fue la primera ubicación de Latinoamérica donde la compañía presentó sus colecciones. 

 

En febrero de 2017, Guerlain puso en marcha una tienda en La Habana tras sellar un acuerdo con Saint Rémy Trading, importador de bienes de lujo en Cuba desde hace veintitrés años. El socio de la compañía francesa de cosmética gestiona el establecimiento, ubicado en el Paseo del Prado y donde se venden perfumes de marcas como Givenchy, Dior, Hermès, Loewe, Issey Miyake y Thierry Mugler, entre otros.