Entorno

Brasil: la promesa agridulce para la moda internacional

Agustina Chirio

9 dic 2013 - 04:46

Brasil es punto y aparte en Latinoamérica. Es el país más grande y más poblado del continente sudamericano, y su imagen de mercado extenso y pujante se ha propagado por el mundo en los últimos años, aumentando su notoriedad y robusteciendo el comercio y el turismo. Hoy por hoy, Brasil es la quinta potencia del mundo en el sector textil y la segunda en el ramo del tejido denim. El mercado interno está muy desarrollado y crece permanentemente por la mejora del poder adquisitivo de la población. El salario mínimo en Brasil está cerca de los 700 dólares (516 euros), y es de los más altos en la región.

 

Brasil es un país emergente lleno de oportunidades y con una clase media cada vez más numerosa con propensión al consumo. Constituye el primer mercado del lujo en Sudamérica, seguido por Chile, y en las últimas décadas su crecimiento económico lo ha colocado en el ojo de los inversores internacionales, que lo eligen a menudo como primer destino a la hora de iniciar un negocio en Latinoamérica. No obstante, Brasil es uno de los países más complicados y caros en términos de aranceles y costos de importación, y la burocracia excesiva es uno de los principales desafíos a los que se enfrenta el país en el ámbito comercial.

 

En lo referido a alianzas comerciales, el gran socio de Brasil es China. Según ha señalado el vicepresidente brasileño, Michel Temer, el comercio entre los dos países superó en 2012 los 75.000 millones de dólares (55.295,9 millones de euros), y se espera que los intercambios comerciales "crezcan exponencialmente". China es, desde 2009, el mayor socio comercial de Brasil y uno de los principales orígenes de la inversión extranjera directa en el país sudamericano. A su vez, Brasil es el principal socio comercial chino en Latinoamérica.

 

Durante el mandato del carismático Luis Inácio Lula da Silva (2003-2010), el Estado realizó reformas y cambios radicales que produjeron la transformación social y económica de Brasil, empujando al país hacia el podio de las potencias mundiales. En este período, el Gobierno impulsó tanto el consumo de sus trabajadores que, por primera vez en su historia, y después de dos siglos de pobreza extrema, más de la mitad de los brasileños lograron integrarse en la clase media.

 

Actualmente, Brasil se encuentra bajo el liderazgo de la sucesora de Lula da Silva, Dilma Rousseff, la tercera mujer electa presidenta en Sudamérica. Su plan de gobierno sigue esencialmente los mismos pasos que su antecesor en áreas sociales, económicas y el ámbito internacional, focalizando su acción en el objetivo de terminar con la pobreza extrema. Otra cuestión que representa un desafío para el país es la mejora de sus infraestructuras, que ralentizan (y muchas veces imposibilitan) el comercio y el traslado de mercancía.

 

 

Contexto socioeconómico del país

La República Federativa de Brasil es el quinto país más grande del mundo en área total,  equivale a un 47% del territorio sudamericano y tiene frontera con todos los países de Sudamérica, excepto Ecuador y Chile. Su población actual supera los 201 millones de habitantes, que hacen de Brasil el quinto país más poblado del mundo. No obstante, es un país que presenta un bajo índice de densidad poblacional, ya que la mayor parte de su población se concentra a lo largo del litoral, mientras el interior está marcado por enormes vacíos demográficos. Se organiza en 27 unidades federativas y su capital es Brasilia, aunque sus ciudades más importantes son Sao Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte.

 

Según datos de CIA Factbook, el PIB per cápita de 2012 fue de 12.000 dólares (8.915,4 euros), y el crecimiento real del país en el mismo año fue de un 0,9%, colocándolo en el puesto 164 del ránking de crecimiento por países en 2012. Por otra parte, se estima que la media de crecimiento en Latinoamérica en ese año fue del 3%, según datos del Banco Mundial. El salario mínimo fijado por el Gobierno para todo el territorio nacional en 2012 era de 622 reales brasileños.



Brasil tiene una forma de gobierno presidencialista. En los últimos años, ha sostenido un nivel relativamente constante de estabilidad macroeconómica, se ha convertido en potencia energética y ha reducido su deuda. Después de un fuerte crecimiento en 2007 y 2008, el inicio de la crisis financiera global afectó a Brasil en 2008 y experimentó, en consecuencia, dos trimestres de recesión. Sin embargo, Brasil fue uno de los primeros mercados emergentes en comenzar el proceso de recuperación. En 2010, la confianza de consumidores e inversores revivió y el crecimiento del PIB alcanzó un 7,5%, la tasa más alta de los últimos 25 años. A pesar de esta mejora, el aumento de la inflación llevó a las autoridades a tomar medidas para enfriar la economía; esto, sumado al deterioro de la situación económica internacional, desaceleró el crecimiento en los últimos años.

 

Actualmente, el desempleo ha alcanzado su mínimo histórico, y los tradicionalmente altos niveles de desigualdad de ingresos en Brasil han disminuido. Los elevados tipos de interés del país lo han convertido en un destino atractivo para inversiones extranjeros. La presidenta Dilma Rousseff ha mantenido el compromiso de la administración anterior con las metas de controlar la inflación, sostener un tipo de cambio flotante y lograr el control fiscal. En un esfuerzo por impulsar el crecimiento, en 2012 el Gobierno aplicó una política monetaria más expansiva que ha logrado estimular el crecimiento. No obstante, el real brasileño está tan fuerte (1 real = 0,42 dólares = 0,31 euros) que reduce la competitividad de las marcas, y los aranceles elevados hacen inviable la entrada de enseñas internacionales si no es de la mano de un fabricante local.

 

Brasil continúa marcado por claroscuros socioeconómicos y por ello el principal desafío del Gobierno continúa estando en el campo social. El país, y en particular la ciudad de Rio, poseen tierras de acceso restringido controladas por grupos armados de narcotraficantes, y miles de personas en situación de pobreza instaladas en asentamientos precarios conocidos como favelas. Allí intenta penetrar el Estado, con planificación, asistencia social, educación e inversiones, pero de momento no logra resolver la situación.

 

 

 

 

Marcas internacionales en Brasil

Brasil es un mercado sumamente atractivo para los inversores internacionales, fruto de su permanente expansión y el lugar central que ocupa en el continente. Sin embargo, existe una contradicción llamativa con respecto a las marcas extranjeras, ya que a pesar de que el aparato estatal tiene interés en atraerlas, las políticas arancelarias que apuntan a proteger la industria nacional complican la entrada y la gestión interna de los grupos internacionales. Con todo, los inversores continúan apostando al país y muchas enseñas mundialmente reconocidas han abierto sus puertas en territorio brasileño.

 

Mientras la española Mango ha decidido salir del país, entre los gigantes de la moda que siguen presentes se encuentra Inditex, que tiene en Brasil uno de sus clústeres de aprovisionamiento a nivel internacional y cuenta con 41 tiendas Zara y tres Zara Home en todo el territorio. Enseñas como Zara se han convertido en marcas destinadas a la clase alta, ya que la mayoría de los brasileños no pueden acceder a sus elevados precios (inflados por los altos aranceles de entrada al país), lo que reduce el número de clientes y tiendas. Protocolo, Pretty Ballerinas, Pronovias y Rosa Clará también han aterrizado en Brasil (las últimas dos con catorce y nueve tiendas, respectivamente), así como Desigual, que cuenta con una tienda en Sao Paulo y un ambicioso plan de expansión que proyecta la apertura de medio centenar de tiendas para el 2016.

 

El grupo VF Corporation está en Brasil de la mano de sus marcas Reef, Kipling (con más de treinta tiendas en veinte ciudades, ocho de las cuales están en Sao Paulo) y Timberland (con más de diez puntos de venta en las principales ciudades), y también está presente C&A.

 

En lo que respecta al lujo, el grupo LVMH se encuentra en Brasil con Louis Vuitton (con seis tiendas en Sao Paulo, Rio de Janeiro, Curitiba, Brasilia y Barra da Tijuca) y Dior en Sao Paulo, mientras que Prada tiene cuatro puntos de venta en Rio, Sao Paulo y Brasilia, y Miu Miu está presente en Sao Paulo y Río. Michael Kors y Chanel también están en Brasil, y Puig tiene presencia con Carolina Herrera (con cuatro establecimientos en Sao Paulo y uno en Barra da Tijuca). Los gigantes Richemont y Kering no podían faltar, y han desembarcado en Brasil de la mano de Cartier y Montblanc, el primero, y Gucci y Bottega Veneta, el segundo. Tiffany & Co., Burberry, Salvatore Ferragamo, Hermès y Armani son otros grandes del lujo que distribuyen sus productos en Brasil.

 

En el sector calzado y moda deportiva, algunas de las empresas presentes son Merrell, Adidas, Reebok, Skechers, Nike, Converse, Puma, Adidas, Quicksilver, entre otras.

 

En lo referido a grandes almacenes y grupos de distribución que han aterrizado en Brasil son los chilenos Falabella y Cencosud, que tienen planes de expansión y proyectan abrir nuevos puntos de venta en 2014.

 

 

 

 

Marcas brasileñas destacadas

Brasil, que cuenta con grupos locales de importancia como Alpargatas (matriz de Havaianas) o Osklen, importó productos españoles de moda por 102,8 millones de euros en 2012. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el país crecerá un 3% en 2013 y la inflación llegará al 6,1%. La industria se está modernizando y se prevé que, tan pronto tenga la maquinaria que ameritan los volúmenes de producción, va a llegar a exportar aproximadamente 6.500 millones de dólares (4.792 de euros) sólo en el ramo textil, cuatro veces más que hoy.

 

El mercado interno brasileño es fuerte y está en proceso de crecimiento, gracias a una moneda fuerte y un salario mínimo elevado. El país fabrica productos textiles importantes, como denim y lencería, pero destaca en la producción de calzado, principalmente de mujer, que exporta a todo el mundo. Porto Alegre viene a ser el Elche brasileño, principal polo industrial de manufactura de calzado del país.

Algunas de las marcas destacadas en el rubro de indumentaria, distribuidas en todo el territorio brasileño, son Osklen, Colcci, Forum, Mandi, Animale, Rosa Cha, Ellus, Farm, Dudalina, Reserva, Mutatism, Sergio K, Red Nose, Mormaii, Alessa, Adriana Degreas, CecIlia Prado, GIG, Lolita, Mabel Magalhaes, Patricia Bonaldi, Vivaz y Martha Medeiros.

 

En calzado destacan Arezzo, Havaianas, Azaleia, Capelli Rossi, Cristófoli, Stéphanie Classic, Rio Couture, Itapua, Itsandal, New Face, Biondini, Para Raio, Tres Coroas, Cervera, Guilhermina, Jorge Bischoff, Loucos & Santos y Capodarte, entre otras.

 

 

 

 

Retail

Si bien las personas de clase media continúan comprando en tiendas a pie de calle, los ciudadanos brasileños de clase alta prefieren los centros comerciales a la hora de realizar sus compras, principalmente por la comodidad y seguridad que estos espacios brindan. Estos complejos están en pleno proceso de expansión, incluso en ciudades pequeñas con pocos habitantes, donde los centros constituyen también un punto de reunión y lugar de ocio.

 

Sao Paulo es la ciudad donde más se consume moda. En ella vive el 2% de la población del país, parte de la cual posee elevados ingresos y hábitos de consumo. Los habitantes de Sao Paulo prefieren los centros comerciales para comprar, pero siguen utilizando la modalidad de compra en tiendas a pie de calle. En las zonas de Brás y Bom Retiro están las calles que acogen a las enseñas de moda de Brasil, con variedad en precios y calidad, y solamente ofrecen un servicio de compra al por mayor, no al detalle.

 

Otra ciudad importante para la industria de la moda es Rio de Janeiro. Por ser sede del carnaval más importante de Latinoamérica, por sus paisajes y por la presencia de marcas internacionales reconocidas, Rio se ha convertido con los años en uno de los destinos principales de Sudamérica para el turismo y las inversiones. El concepto de la ciudad carioca como capital de moda se potencia; la edición del Fashion Rio 2012, por ejemplo, recibió 15 millones de dólares en inversiones y generó tres mil empleos directos e indirectos, con sus correspondientes implicaciones en turismo y consumo. 

 

La elección de la capital fluminense como sede de la Copa del Mundo en 2014 y de los Juegos Olímpicos en 2016 hace que el panorama sea aún más positivo para la economía de la ciudad y su aportación a Brasil.

 

Una peculiaridad del retail brasileño es la modalidad de compra en cuotas de financiación. Si una marca no ofrece formas de pago a plazos convenientes de tiempo los consumidores buscan una alternativa que sí las ofrezca. El interés es elevado, por encima de un punto mensual, pero aun así la gente lo elige, ya que el brasileño per se es un gran consumidor y la modalidad de las cuotas facilita las compras, en parte porque cada año el nivel de precios en la venta al público aumenta.

 


 


Industria

Según el informe Brasil Textil 2013, la industria textil de Brasil cerró 2012 con una facturación de 43.057 millones de euros. Esta cifra representa una caída del 13,2% respecto a 49.618,8 millones de euros del año anterior.

 

El informe, elaborado por las asociaciones TexBrasilApex y Abit, señala que la industria de la moda del país se centra ahora en aumentar las exportaciones, que el año pasado se situaron en 2.506,7 millones de euros. Las importaciones de artículos textiles y ropa a Brasil se situaron, en cambio, en 4.939,7 millones de euros.

 

La Asociación Brasileña de la Industria Textil y de la Confección (Abit) señala que el sector de la moda emplea en Brasil a más de ocho millones de trabajadores directos e indirectos, con más de 30.000 empresas que producen alrededor de 9.500 millones de piezas por año, lo que convierte al país en el cuarto productor mundial de moda.

 

Las ciudades de Sao Paulo, Belo Horizonte y Rio de Janeiro forman el triángulo industrial textil más importante del país, sumado al clúster de Santa Caterina. Muchas de las compañías se dedican en exclusiva al mercado local y sólo el 15% de la producción se exporta. Esta alta concentración de operadores del país unida a los problemas burocráticos y los aranceles impuestos por el Gobierno (casi un 64% de encarecimiento del producto en precio de entrada) hacen que la importación sea complicada y frena a muchos operadores internacionales, que empiezan su desembarco en Sudamérica en otros países.

 

Las dificultades que poseen las marcas internacionales a la hora de ingresar en el mercado de Brasil también están asociadas a barreras no arancelarias vinculadas al envío de mercancía, al incumplimiento de normativas de etiquetado y a la falta de voluntad de muchos empresarios brasileños, que protegen salvajemente la industria nacional y no tienen gran disposición al comercio internacional ni a facilitar la entrada de marcas extranjeras.

 

El sector textil de Brasil continúa al alza, siendo uno de los más dinámicos y de mayor rendimiento en el mundo. Brasil figura entre los primeros exportadores de fibra de algodón, pero no de producto acabado, campo en el que ha reducido sus volúmenes de exportación considerablemente. Los brasileños son fuertes en la fabricación de denim, que se fabrica normalmente en el norte de Brasil, y en el género de punto, que se fabrica en el sur.

 

Muchos fabricantes brasileños están disconformes con las políticas gubernamentales en la industria de la confección y el calzado, ya que los últimos presidentes han sido relativamente populistas y han aplicado medidas vinculadas al aumento de impuestos, de tasas y de gastos añadidos, que encarecen mucho al producto y perjudican al comerciante. Además, si bien la industria continúa creciendo, pocas obras se han realizado para mejorar la viabilidad de las carreteras y la infraestructura general de país, lo cual va en detrimento de la productividad. En consecuencia, muchas empresas importantes están importando más del 50% de sus productos de China.

 

La región sureste de Brasil, donde está Sao Paulo, es la más importante del país en términos de producción, ya que representa más del 40% de la facturación nacional, principalmente en ropa íntima y trajes de baño. Sólo en la zona existen más de 16.000 empresas y 42 escuelas que ofrecen cursos relacionados con el sector de la confección. La región sur, por su parte, ocupa el segundo lugar, con el 30% de la producción, principalmente en la zona de Santa Catalina, que en 2009 tenía más de 2.600 empresas con una producción textil superior a 400.000 toneladas textiles y de 800 millones de prendas confeccionadas.

 

Según datos publicados por el Gobierno provenientes del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Ibge), el volumen de las ventas minoristas en Brasil aumentó un 0,5% en septiembre de 2013 frente a agosto del mismo año, y un 10,6% en comparación con septiembre de 2012. Ello supone el séptimo mes consecutivo en alza del sector, que de enero a septiembre expandió sus ventas un 11,7% frente al mismo período de 2012.

 

Las ventas del comercio minorista aumentaron en 22 de los 27 estados de país con respecto a septiembre de 2012, liderados por la venta de artículos de uso personal y doméstico (con un crecimiento del 2,4%).

 

Economía

La economía brasileña se contrajo en el tercer trimestre, afectada por las caídas de la inversión y la producción manufacturera y agrícola, una circunstancia que agrava los problemas de un país donde hace poco se registraron manifestaciones masivas y que se prepara para organizar el Campeonato Mundial de fútbol del próximo año.

 

La mayor economía de Latinoamérica se contrajo un 0,5% en el tercer trimestre frente al segundo trimestre y un 1,9% frente al tercer trimestre de 2012, siendo este el peor desempeño trimestral desde comienzos de 2009. Brasil se encamina a crecer apenas 2,1% este año, según previsiones de Nomura Securities. Eso convertiría a 2013 en el tercer año consecutivo de una expansión por debajo de 3%, un ritmo inferior al de economías emergentes como China e India.

 

El débil crecimiento se produce en un momento delicado para la presidenta Dilma Rousseff, quien buscará la reelección en 2014. Uno de los factores que complica la situación es que la inflación bordea el 6%. Se espera que los rivales de Rousseff ataquen la frágil expansión y la alta inflación y las transformen en ejes de sus campañas, según datos de La Nación.

 

Muchos de los problemas económicos de Brasil son internos. La burocracia excesiva se suma al costo de hacer negocios, y la fortaleza del real que ha socavado las exportaciones. La inversión, por su parte, alcanzó un 19,1% del PIB en el tercer trimestre, muy por debajo del 25% que, según los economistas, es necesario para generar un crecimiento más acelerado.

 

Además, la lentitud del país para avanzar con los proyectos de infraestructura planeados, desde puertos hasta caminos y aeropuertos, provoca cuellos de botella que, según los expertos, sofocan la economía. Los planes para subastar contratos de operación de carreteras y aeropuertos enfrentaron largos retrasos burocráticos. Algunos proyectos, como un tren de alta velocidad muy promocionado entre Sao Paulo y Rio de Janeiro, quedaron esencialmente archivados.

 

Por otra parte, el consumo continúa siendo uno de los aspectos positivos de la economía brasileña. En el tercer trimestre de este año, aumentó un 1% en relación al trimestre anterior.