Entorno

Arnedo, la aldea gala del calzado

El calzado es el segundo mayor sector económico de La Rioja en cifra de negocio y en exportaciones, sólo por detrás del vino. El grueso del calzado de la región procede de un mismo lugar: un municipio de 14.000 metros cuadrados a 50 kilómetros de Logroño.

Silvia Riera

1 abr 2019 - 04:49

Arnedo, la aldea gala del calzado

 

 

Sabadell, Terrassa, Mataró, Inca, Arnedo, Zaragoza, Elche, A Coruña o Ubrique. La industria de la moda en España se abraza a nombres propios de la geografía del país. Se hace difícil explicar el desarrollo de la actividad manufacturera del sector sin conocer los lugares en los que se ha originado. Con motivo de las próximas elecciones municipales, previstas para finales de mayo, Modaes.es emprende un viaje por los principales polos del textil, la confección, la piel y el calzado de España para realizar una panorámica sobre el vínculo que han tenido y todavía tienen con las diferentes industrias de la moda.

 

 

 

 

A cincuenta kilómetros de Logroño, rodeado de campos frutales, se extienden las naves industriales del calzado de Arnedo. A pesar de los embistes de la globalización y de la posterior crisis económica, la mayoría de sus empresas resisten apoyándose aún sobre el pilar de la factoría. Quizás no tienen el tejido empresarial ni la facturación del hub de Levante, pero son empresas sólidas, que defienden tener la fabricación in house y que están invirtiendo ahora en digitalización y robotización. Callaghan, Pitillos, Chiruca, Fluchos, Brako o Naturaworld son algunas de los nombres que componen su tejido empresarial.


Llegar a Arnedo no es fácil. No está de paso, no colinda con ninguna gran capital del país, ni tan siquiera tienen buenas comunicaciones. Pero aun así ha construido y ha sabido defender uno de los principales polos industriales del calzado en España. En la actualidad, el municipio suma 137 empresas dedicadas a este sector, que emplean a 3.373 trabajadores, según datos del Centro Tecnológico del Calzado de La Rioja (Ctcr). “Estamos en la Galia del calzado”, afirma Basilio García, consejero delegado de Callaghan.

 

 

 

 

Según los últimos datos de la Encuesta Industrial Anual de Productos correspondientes a 2016, el sector del cuero y calzado en La Rioja situó su cifra de negocio en cerca de 580 millones de euros y aglutinó el 9,9% del total de las ventas de la industria, situándose como el segundo sector riojano con una mayor facturación, superado sólo por el de la alimentación, bebidas y tabaco. Estas cifras representan el 10,2% de la cifra de negocio del total de la industria en la autonomía y el 13,4% del total de los ocupados del sector industrial. En 2018, las exportaciones riojanas del calzado y componentes para el calzado alcanzaron 210 millones de euros.

 

Con una población de 14.815 habitantes en 2018, Arnedo se encuentra entre los poco más de 2.000 municipios españoles que en los últimos años han ido ganando ciudadanos. La implicación de la industria del calzado en el territorio es tal que el IES Virgen de Vico cuenta con un ciclo superior de patronaje de calzado, y la ciudad, e incluso un grado en diseño de calzado. El hotel Ibis de la ciudad, igual que su restaurante Victoria, está completamente tematizado en torno al calzado. Todas las habitaciones están personalizadas por las marcas del lugar.

 

En las últimas elecciones municipales, el Psoe arrebató la alcaldía al PP después de doce años. Javier García Ibáñez asumió el cargo de alcalde de la localidad con 33 años. De cara a los próximos comicios, García Ibáñez repite como candidato por el Psoe. “Arnedo es la ciudad del calzado”, afirma con rotundidad García Ibáñez, quien subraya “la gran fortaleza” de este sector, del que destaca que “ha sabido reinventarse, buscar marcas propias y aplicar innovación para conseguir ese valor añadido tan importante para exportar a todo el mundo”. En este sentido, el alcalde señala que el calzado es estratégico para Arnedo, simplemente, “porque nos da de comer”.

 

 

 

 

Según García Ibáñez, la industria del calzado es lo que da nombre al municipio y lo que permite solidificar su empleo y asentar su población, que cada año crece en torno a un 1%. “Nuestras empresas, la mayoría familiares, se han adaptado a los tiempos y compiten con fuerza dentro y fuera de España”. El alcalde ha explicado que en los últimos años han impulsado proyectos para ampliar la oferta de suelo industrial para que las empresas amplíen su superficie y continúen concentrando su inversión en el territorio.

 

Por otro lado, en esta última legislatura también se han introducido bonificaciones fiscales para promover inversiones en las infraestructuras, además de trabajar con otras administraciones en la mejora de comunicaciones, de polígonos o incluso de turismo de compras. En este último aspecto, Arnedo, apoyándose en el calzado, ha creado una oferta de outlets en sus naves industriales que atraen a cientos de personas cada fin de semana. Estos comercios atraen de hecho más público que el patrimonio rupestre de las Cuevas de los Cien Pilares o el castillo de origen musulmán situado en el extremo noreste del casco urbano.

 

 

 

 

Ejemplo del compromiso de las administraciones, no solo municipales, con el calzado de Arnedo fue la construcción del Centro Tecnológico de La Rioja (Ctcr), un inmueble de grandes dimensiones y diseño de vanguardia, situado en la entrada del municipio. La idea de crear una institución de estas características se puso en marcha en 2001 y 2002, aunque no entró en vigor hasta 2006, a las puertas de la crisis.

 

“Somos una comunidad pequeñita y tenemos la administración muy cercana”, sostiene el gerente de Ctcr, Javier Oñate, quien apunta que tuvieron la suerte de plantear la idea durante el boom económico. Pero con la crisis, Oñate señala que “la gente dejó de creer en el I+D y les pareció de repente que todo era humo”. Según el directivo, este nuevo escenario les obligó a agudizar el ingenio para construir una relación de confianza con los empresarios del lugar.

 

Zapateros por casualidad

Rodeado de campos, un tamaño pequeño, sin tradición alpargatera, ¿cómo llegó el calzado a Arnedo? En las décadas de los cuarenta y los cincuenta, la de Arnedo era una economía puramente agrícola. Su futuro no hubiera sido diferente al de sus localidades vecinas, como Calahorra, popular por sus verduras, o Autol, sede de la compañía de conservas Cidacos. Pero fue a parar a Arnedo la factoría Sevillas, que llegó a levantar cuatro naves industriales en la localidad y a emplear a unos 800 empleados.

 

Sevillas aterrizó en este municipio riojano por accidente. Sus orígenes se remontan a 1847, pero en la década de los treinta del siglo pasado se trasladó desde la localidad vecina de Munilla en busca de mano de obra. Con el tiempo, la factoría fue ganando magnitud a medida que fue incorporando procesos productivos para controlar toda la cadena de valor y solventar la falta de materias primas. En las mismas instalaciones se producía el caucho, el hilo, la tela, se tintaba y se montaba. Gran parte de la población de Arnedo y de los alrededores estuvo en aquel entonces vinculada de una manera u otra a la actividad de la fábrica.

 

 

 

 

Durante la posguerra, el vínculo entre los vecinos y la factoría fue incluso más allá de la actividad industrial y se extendió hacia servicios sociales, como sanidad o educación, que entonces no cubría la Administración. De la planta de Sevillas en Arnedo llegaron a salir entonces hasta 20.000 pares diarios. Y de aquella factoría se forjaron también los empresarios que más tarde levantarían la actual industria del calzado en la localidad. Y de aquellos pioneros, surgieron muchos más.

 

“En Arnedo hay mentalidad de trabajo, porque no hay mucho más que hacer en esta ciudad”, afirma Basilio García, quien estuvo al frente de la Asociación de Industrias del Calzado y Conexas de La Rioja (Aiccor) durante los años de transición. “Callaghan, Fal o Fluchos se lanzaron de la nada, sólo con ganas y apetito”, apunta el empresario, quien señala que el calzado ha estado en las últimas décadas tan arraigado al lugar que ni siquiera en los bares se hablaba de otra cosa.

 

“De Sevillas surgió una primera generación de empresarios del calzado que sabían hacer los mejores zapatos al mejor precio y venderlos con suficiente margen, pero no eran estrategas”, apunta Oñate. “Fue una primera generación de empresarios y de trabajadores hechos a sí mismos”, apunta. La segunda generación, en cambio, la que ahora emprende el relevo generacional, es completamente diferente.

 

 

 

 

El fundador de Pitillos, Juan Antonio Hernández, es uno de estos empresarios cuya trayectoria profesional arrancó en una empresa del calzado de Arnedo y que decidió en su día lanzarse a la piscina y probar suerte por sí mismo. “Empezó en un pequeño taller, él era su propio comercial y viajaba por toda España a vender”, explica su hija Silvia Hernández, que recientemente ha tomado las riendas de la empresa. La empresaria habla del brillo de los ojos de su padre cuando trabaja aún los muestrarios y de su sexto sentido para captar la demanda. “Nosotros somos una generación que nos hemos formado, que tenemos los números, nuestros equipos son diferentes”, explica. “Antes el empresario tomaba decisiones en base a la intuición, ahora a la realidad”, subraya.

 

Los ‘irreductibles’ del calzado

A pesar de estar alejados de todo y de todos, los empresarios del calzado de Arnedo sobrevivieron a la globalización y a la crisis financiera. Los pilares sobre los que se blindaron a los vaivenes del cambio de ciclo económico fueron la internacionalización, la innovación y la creación de marca. “Fuimos el primer sector económico de La Rioja en tener un plan de internacionalización, antes incluso que el vino”, explica Oñate, quien recuerda que aquel primer proyecto llegó a tener un presupuesto de 150 millones de pesetas (el equivalente hoy a unos 903.600 euros).

 

La internacionalización y la creación de marca fueron los motores del sector durante los años de la crisis. Según el máximo responsable del Ctcr, a principios de los dos mil, el calzado de Arnedo exportaba un 15% mientras que el 85% restante se destinaba al mercado local. Con el primer plan de internacionalización, el objetivo fue llevar estos porcentajes al 30% - 70%, pero se alcanzó el 40% - 60%.

 

 

 

 

Sin embargo, ir a contracorriente en la primera década de los dos mil les salvó. Así, mientras los libros de economía hablaban de externalización de la producción, de adelgazamiento de las estructuras empresariales, de ser juncos en vez de robles, en Arnedo se optó por defender las factorías. García sostiene que los expertos en empresa hablan de las 3Ps refiriéndose a producto, precio y posicionamiento, pero asegura que se olvidan de una cuarta: la producción. “Si tienes el control de la fabricación se cierra el ciclo, se tiene el control”, apunta.

 

Pero si bien los industriales del calzado mantuvieron las fábricas, no las ampliaron. Durante la primera década del dos mil, en pleno despegue económico de España y mientras se abrían nuevos mercados exteriores, los industriales arnedanos no se incrementaron su propia capacidad productiva, sino que se apoyaron en talleres de terceros. “Aquel excedente lo fabricó un tercero, ya sea en Elche, en Portugal o en China”, señala Oñate, quien apunta que, al venir la crisis, no fue la industria de Arnedo la que cayó, sino sus subcontratas.


Según Oñate, la clave de la supervivencia del calzado en Arnedo fue haber fabricado para ellos mismos y sus marcas. “Esto es lo que te da poder a la hora de negociar con proveedores y con clientes, porque cuando se trabaja para terceros la situación es muy diferente, siempre se aprieta”, sostiene el directivo.

 

 

 

 

La inversión se destinó a la marca. “Quien no tiene marca, come alubias”, afirma con contundencia García. El empresario subraya que otras localidades españolas en las que el calzado vivió una era dorada, como Illueca (Zaragoza), terminó por debilitarse por no haber sabido hacer la transición hacia la marca.

 

Por otro lado, Silvia Hernández, de Pitillos, añade que, al final, el made in China jugó a su favor. Hernández explica que, ante el alud de calzado de baja calidad procedente de Asia, el mercado de consumo valora más aquello que se ha fabricado en el país. A pesar de ser una de las empresas más rezagadas en la exportación (no empezó hasta 2009), la compañía está ahora volcada en los mercados exteriores, así como en implantar la robótica en algunos procesos y herramientas de inteligencia artificial para la predicción de la demanda. Sin embargo, se mantiene reacia a abordar el canal online para continuar tendiendo la mano al comercio tradicional.

 

El músculo industrial en Arnedo continúa engrasado y en los últimos años han continuado creándose empresas (con sus respectivas factorías) en el territorio como es José Sanz y Well-fit.