Entorno

África barre sus fronteras comerciales y crea un macromercado de 1.200 millones de ciudadanos

El continente estrena un tratado de libre comercio firmado por 55 países, cuyas industrias productivas y sector servicios saldrán favorecidas. Sudáfrica, Marruecos y Túnez son algunos de los países de mayor consumo de la región.

Arturo Juárez

4 jun 2019 - 04:45

África barre sus fronteras comerciales y crea un ‘macro mercado’ de 1.200 millones de ciudadanos

 

 

El comercio en el continente africano inicia una nueva etapa. Este mes ha entrado en vigor el Tratado de Libre Comercio Africano (AfCTA son sus siglas en inglés), suscrito por países de mucha entidad y potencia económica entre los estados del continente. Kenia, Marruecos, Etiopía o Egipto son algunos de los países que han rubricado su firma en el acuerdo de vigencia del AfCTA.

 

El tratado sienta las bases de un mercado único de bienes y servicios, que afecta a 1.200 millones de personas y mueve tres billones de dólares de PIB conjunto. Con este acuerdo, África se convertirá en uno de los mayores mercados del mundo, en un continente en el que el 62% de las exportaciones son solo de materias primas.

 

El único país potente que mantiene por ahora su negativa a firmar el acuerdo es Nigeria. El presidente del país más poblado del continente africano, Mahamadu Buhari, considera que la llegada de productos muy competitivos podría dañar a la industria nigeriana. Pese a ello, se prevé que Nigeria se una finalmente al acuerdo en el futuro.

 

Precisamente, el temor de las élites nigerianas pone de manifiesto una de las principales patas del acuerdo: la reducción arancelaria en un 90% para la entrada y salida de productos entre países del continente y de fuera de los confines africanos, de los que solo se librarán aquellos productos considerados estratégicos. En una región en la que el estado-nación sigue teniendo suma vigencia, el recelo hacia el libre comercio cobra aún más importancia.

 

 

 

 

África ha empezado a cobrar interés como mercado de consumo entre los mayores grupos de distribución de moda del país. Numerosas empresas e industrias de la moda han desembarcado con su red de tiendas en África. El gigante gallego de la industria de la moda, Inditex, tiene una presencia notable en África. El grupo tiene 10 tiendas en Sudáfrica, todas ellas de Zara a excepción de una tienda de Zara Home, y otras 28 en Marruecos, con todas las marcas del gigante española. Así mismo, el grupo también tiene tiendas en países como Egipto, Túnez o Argelia.

 

Mango fue otra de las empresas que apostaron con fuerza por el continente africano, que en 2006 ya puso el pie en la región, siendo de las primeras empresas de la moda en dar ese paso. Desde entonces, el grupo catalán ha abierto 64 tiendas en África, en países como Sudáfrica, Camerún, Egipto, Libia y Namibia. En 2018, Mango abrió su última tienda en África. En concreto, la compañía escogió Kenia para su más reciente apertura.

 

Con la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio Africano estas empresas contarán de aún más viento a favor para seguir desarrollando sus estrategias en el continente. Los productos fabricados fuera de África podrán circular a un coste mucho más reducido del que se graba actualmente.

 

 

 

 

La concentración de los puntos de venta en ciertos países (Norte de África y Sudáfrica, principalmente), podría diversificarse a raíz del acuerdo y abrir la puerta del consumo de la ropa a poblaciones que hasta entonces no habían tenido oportunidad de disfrutar del libre mercado. La Unión Africana, entidad supranacional, de la cuál 52 de sus estados miembros han ratificado el AfCFTA, cree que el acuerdo impulsará la producción africana, la industrialización y la diversificación económica del continente.

 

 

Un impulso a la producción

Las instituciones impulsoras del AfCFTA ven el acuerdo como la forma más adecuada de armonizar el comercio en el continente, dándole vitalidad a la producción. Se trata de la segunda pata que implica al textil en el entramado económico que implica el acuerdo. Actualmente, la producción en África, en miras al textil, se concentra en unos pocos países, que a su vez compiten contra grandes enjambres productores, como China o Bangladesh.

 

El ejemplo más significativo es el de Etiopía, considerado el nuevo hub productivo del continente africano. Su salario de 26 dólares mensuales lo hace competitivo ante otros países manufactureros y, de hecho, se están fomentando la creación de parques industriales dirigidos al textil en el país. Actualmente, el país obtiene unas ganancias de 125 millones en venta de ropa al exterior. Con el AfCFTA, ya en vigor, esa cifra podría aumentar dadas las facilidades en la exportación que aporta el acuerdo. Algo que de bien seguro también agradecerán las empresas del primer mundo que externalizan su producción.

 

 

 

 

Otros países como Sudáfrica y Lesotto también una capacidad productiva notable, aunque no tan competitiva como la de Etiopía. Todas ellas se pueden ver beneficiadas por la aprobación del tratado de libre comercio africano. La Unión Africana espera también que la ola siga hacia otros países y que la industria productiva se extienda por el continente gracias a la facilidad de movimiento de bienes y servicios.

 

Asimismo, el AfCTA también puede ser la bocanada de aire fresco que reclaman los países confeccionistas del norte de África, como Marruecos y Túnez. Estos países mantienen un intenso diálogo con la Unión Europea para librarse de los aranceles para la exportación de sus productos de confección. Exigen que el requerimiento de que dos procesos industriales de un producto se hayan hecho en el norte de África para tener ventajas arancelarias se reduzca solo a uno.

 

Con la reducción arancelaria que trae el AfCTA, estos países podrían optar por otra vía para redefinir su modelo de negocio y encararlo hacia su propio continente. De hecho, la Unión Africana calcula que los intercambios entre países se doblará respecto a las cifras actuales. Este podría ser el impulso definitivo que necesitan esos países confeccionistas que, además, al disfrutar de una libre circulación de bienes dentro del continente, podrían cumplir también más fácilmente con las exigencias de origen que impone la Unión Europea.