Entorno

Especial 2021: el año en que la cadena se rompió

2021, el año en que la moda española imaginó su horizonte con la lluvia de millones de la UE

Poco a poco, el sector comienza a recuperar los volúmenes de 2019 con diversificación y alianzas como grandes ejes de las estrategias. Las empresas han ajustado su tamaño a la nueva realidad del mercado y los primeros grandes EREs han llegado al sector.

C. De Angelis

22 dic 2021 - 04:59

Tienda de Bimba y Lola

 

 

 

 

 

 

Más de 11.000 millones de euros. Esta es la cantidad que la industria española de la moda aspira a movilizar para dibujar su nuevo horizonte tras el golpe de la pandemia del Covid-19. Por primera vez en la historia, todo el sector, de patronales a instituciones y empresas de todos los tamaños y segmentos, se han unido en la definición de la nueva hoja de ruta, que se articulará en un Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) que, previsiblemente, verá la luz en 2022. A lo largo de los últimos doce meses, la industria española de la moda ha mostrado cohesión, mientras las empresas han comenzado a atisbar los volúmenes de 2019, a la vez que muchas de ellas han adaptado sus estructuras al nuevo escenario.


Impulsadas por el propio sector privado, las principales patronales españolas del sector comenzaron a mediados de año a definir un mensaje común para presentarse ante el Gobierno y conseguir captar parte de los recursos asignados a España en el plan de reconstrucción post-Covid. Lideradas por Consejo Intertextil Español (CIE) y Confederación ModaEspaña y con el asesoramiento de Deloitte, más de 400 empresas españolas e internacionales, de moda y de sectores afines, mostraron su apoyo inicial a la elaboración de un plan valorado entre 11.000 millones y 12.000 millones de euros.


Mientras en otros sectores como la construcción, el automóvil o el turismo, el movimiento lobista es habitual en España, la industria de la moda se caracteriza por su desunión, con un sinfín de organizaciones que representan a diferentes subsegmentos. Además, el sector adolece de una patronal que represente de forma única a todos los actores de la cadena de valor. Este hecho provoca que la industria de la moda carezca de la representación en las instituciones que le correspondería teniendo en cuenta su peso en el Producto Interior Bruto (PIB) del país y de los grandes grupos que operan en él.


Ha sido necesaria una crisis como la del Covid-19 para que todos los eslabones de la cadena de valor se unan. En marzo, el sector presentó un manifiesto de interés ante el Ministerio de Transición Ecológica para ejecutar un plan de transformación del sector. Dicho plan debe articularse a través de un Observatorio para la transformación de los sectores textil, moda y calzado, que se constituyó el noviembre.


Para presidir el Observatorio, los impulsores han escogido a una directiva al frente de una empresa de larga trayectoria: Adriana Domínguez, presidenta de Adolfo Domínguez, una de las principales firmas de moda de autor del país. Como vicepresidente, un representante del textil de cabecera: Juan Parés, consejero delegado de Textil Santanderina.


Aunque algunas voces en el sector han denunciado la lentitud del proceso de constitución del Observatorio y los contactos con el Gobierno, el Observatorio es el punto de partida para la consecución del tan ansiado Perte, que debe articular la transformación de la industria textil en España, con acciones en todos los eslabones de la cadena de valor y con especial énfasis en la sostenibilidad. Tras la constitución del Observatorio, los impulsores se han dado un plazo de seis meses para lograr la validación del Perte, para lo cual se negocia desde finales de 2021con el Ministerio de Industria y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.


Según publicó el Gobierno, se considerarán Perte “aquellos proyectos de carácter estratégico con gran capacidad de arrastre para el crecimiento económico, el empleo y la competitividad de la economía española”. Estos proyectos contarán con trato preferencial en cuanto a financiación y procesos y deberán movilizar la colaboración público-privada para ejecutar las inversiones necesarias. 


 

 


El consejo de ministros es el órgano encargado de identificar estos Perte, teniendo en cuenta su contribución al crecimiento económico del país, su carácter innovador o que favorezcan el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas. El Consejo de Ministros identificó de forma inicial seis posibles Perte, centrados en la industria de la automoción verde y conectada; la generación energética mediante hidrógeno verde; la industria aeroespacial; la agricultura sostenible y eficiente; el uso del español en el ámbito de la inteligencia artificial, y el desarrollo de un sistema nacional de salud puntero.


Estos proyectos serán el vehículo a través del cual el Gobierno gestionará parte del dinero procedente de los fondos europeos tras la crisis del Covid-19 y forman parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que, en caso de España, está dotado con unos 140.000 millones de euros procedentes de los fondos de la Unión Europea en forma de transferencias y préstamos.  

 

En noviembre, por ejemplo, el Gobierno presentó el Perte para el sector de la salud, con una movilización de 1.469 millones de euros, de los cuales 982 millones procederán del sector público y 487 millones, del sector privado.


Los fondos de la Unión Europea, que comenzarán a llegar en 2022 o 2023, representarán alrededor del 30% de la inversión total de todos los proyectos. El resto deberán proceder de inversión privada e iniciativas público-privadas, a lo que los principales actores del sector de la moda están dispuestos.  


En el caso de la industria textil, los impulsores del proyecto han logrado el apoyo de gigantes españoles de la gran distribución de moda como Inditex, Tendam y El Corte Inglés, así como compañías internacionales del sector como H&M y grandes grupos industriales del país como Textil Santanderina y Antex. También están involucrados en el diseño del plan asociaciones, organizaciones y empresas internacionales con presencia en España y empresas de sectores afines, como Repsol, Basf o Dupont.

 

 

 


Líneas maestras del plan

El objetivo del Observatorio es, según sus impulsores, “activar los resortes necesarios para llevar a cabo la transformación necesaria del sector, y dotar de más valor a la empresa de la industria textil y de la moda española, resolviendo retos como la digitalización y la sostenibilidad en toda la cadena de valor textil para llevarla hacia el modelo de economía de circular y de la industria 4.0 y a una mejora de la competitividad”. 


Aunque todavía no se han hecho públicas las líneas maestras del plan de transformación, la sostenibilidad jugará un papel fundamental en el plan de transformación del sector, no sólo por las nuevas demandas del consumidor y las estrategias de las empresas, sino también por las normativas españolas y europeas que entrarán en vigor en breve. 


La más inminente es la prohibición de la destrucción de excedentes no vendidos, contemplado en el anteproyecto de Ley de Residuos. Además, la Comisión Europea publicará la Estrategia para los productos textiles sostenibles, que determinará cómo promover la circularidad y la sostenibilidad del sector. 


Estas dos normativas afectarán tanto a la industria como a la distribución y tanto a grandes compañías como a pequeñas. Dentro del plan que prepara el sector se incluirá, por ejemplo, el impulso de un hub de reciclaje textil en el país, un proyecto liderado por el CIE de la mano de la patronal europea Euratex. 


Aunque aborda también aspectos como la digitalización, el objetivo del plan de transformación es apostar por un cambio de modelo en el sector centrándose en la sostenibilidad y abarcando toda la cadena de valor, comenzando en el diseño (con proyectos como la puesta en marcha de un centro de formación en ecodiseño) y terminando en la recogida, tratamiento y reintroducción en el circuito de las fibras textiles. 

 

Las previsiones pasan por que el grueso de las inversiones se hayan llevado a cabo en un plazo de entre seis y siete años, mismo periodo en que se desembolsarán los fondos de la Unión Europea. De todos modos, fuentes cercanas al proyecto advierten de que el cambio de modelo en el sector no estará completado en este periodo.

 

 

 


A la espera de la lluvia de millones

A la espera de la llegada de los fondos europeos, el sector siguió adelante en 2021 con la recuperación. Diversificación mediante compras, más alianzas y proyectos de expansión revitalizados tras el parón del Covid-19 han marcado los últimos doce meses, con las empresas recuperando los volúmenes de 2019 y adaptando su tamaño a la nueva situación.

H&M ha sido una de las empresas que en 2021 ha reducido su tamaño en España en respuesta a la nueva situación del consumo y a la realidad de la distribución, con cada vez más peso de las operaciones online. 


En abril, el grupo sueco anunció un fuerte ajuste en el mercado español con el cierre de treinta tiendas y un expediente de regulación de empleo (ERE) sobre hasta 1.100 trabajadores en el país. Finalmente, H&M debió reducir los despidos a 349 para lograr un acuerdo con los sindicatos. A cambio de la rebaja en los despidos, H&M aplicó una reducción de jornada a 170 trabajadores y llevó al Erte a otro grupo de trabajadores.

Otro de los grandes ajustes del año fue el de Adolfo Domínguez. En abril,  la compañía gallega llegó a un acuerdo con los representantes de los trabajadores para presentar un ERE sobre 204 empleados, así como 55 prejubilaciones. Inicialmente, el grupo había planteado 297 despidos, equivalente al 30% de su plantilla en España.


Cuando anunció el ERE, la empresa explicó que la reestructuración de personal incluía “un plan para volver a la rentabilidad y un proyecto de evolución rápida hacia los nuevos modelos de producción y consumo”.


En noviembre, Marypaz concretó también un ajuste. El grupo de distribución de calzado presentado un ERE sin acuerdo para despedir a 58 personas, el 18% de su plantilla. Inicialmente, la compañía planteó el despido de 74 empleados. Este fue el segundo ERE en un año de la empresa, que en 2020 pactó la salida de 131 empleados y el cierre de 33 tiendas para asegurar su continuidad.


Pero el gran ajuste del año fue el de El Corte Inglés. El grupo de grandes almacenes presentó en febrero a los sindicatos un plan de reordenación de la plantilla por el cual se ofreció que 3.000 empleados con contrato fijo dejasen la empresa, en el mayor ajuste de su historia. La empresa cubrió de sobras sus expectativas: más de 4.000 empleados se apuntaron de forma voluntaria al plan.

 


Mirando a la recuperación

Los tres grandes grupos españoles de la industria de la moda, Inditex, Mango y Tendam, comenzaron a lo largo de los últimos doce meses a recuperar buena parte del negocio perdido en 2020, rebasando, incluso, las cifras de 2019. El resto del sector evolucionó en la misma dirección, aunque de manera desigual.

 

 

 


Scalpers cerró el primer semestre con una facturación de más de 47 millones de euros, lo que supuso un crecimiento del 60% respecto al mismo periodo de 2020,  y del 21% en relación a 2019. El Ganso, por su parte, todavía no ha recuperado los niveles de ventas de 2019, pero sí mejoró sus previsiones de facturación para el cierre del ejercicio, con la mirada puesta en superar ampliamente su rentabilidad precrisis.


Bimba y Lola es una de las compañías que más rápido ha recuperado el ritmo. La compañía gallega de moda femenina cerró el primer semestre del ejercicio 2021 (de marzo a agosto) con un crecimiento del 51,4% respecto al mismo periodo del año anterior. Aunque la compañía no facilitó cifras absolutas, precisó que “la primera mitad del ejercicio se cerró con una cifra de negocio cercana a su nivel previo a la crisis de la pandemia”. Bimba y Lola cerró 2020 con una facturación de 164,8 millones de euros, frente a los 226,8 millones de euros de 2019.


En 2021, la compañía continuó su expansión con tiendas, sumando nuevos mercados en Europa y Latinoamérica como Guatemala o Alemania, donde abrió una tienda en Berlín. Además, en marzo puso en marcha el proyecto de su nueva sede en Vigo, que se sumó a la ampliación y automatización de su centro logístico en Mos. 


Igual que le ha sucedido a compañías dependientes de un turismo todavía en horas bajas como puede ser Sociedad Textil Lonia o el grupo de cosmética y perfumería Puig (que se ha volcado en China y ha llegado a un acuerdo con Jacquemus para lanzar su primera línea cosmética), Desigual no ha logrado recuperar los niveles prepandemia. De hecho, la empresa sigue ajustando su tamaño en el marco del plan de reestructuración emprendido hace más de cinco años. La compañía, que a finales de 2020 transformó su sociedad principal, Abasic, de sociedad limitada (SL) a sociedad anónima (SA) para ganar flexibilidad para poder recurrir a mecanismos de financiación, se ha centrado en los últimos doce meses en acelerar la transformación de sus operaciones, su retail o su política de personal.


En julio, la compañía presidida por Thomas Meyer y dirigida por Alberto Ojinaga anunció el lanzamiento de una aceleradora de start ups de la mano de Plug and Play, con una inversión de un millón de euros. En paralelo al programa de aceleración, Desigual anunció la creación de un vehículo financiero de inversión con el que identificar aquellas start ups en las que opte por invertir, con un prespuesto de alrededor de 15 millones de euros durante los próximos tres años. 

 

Pero el gran proyecto de Desigual llegó a través de su política de recursos humanos. Tras someter la medida a votación, Desigual impuso en octubre que la plantilla de la oficina central de la compañía española, que incluye a 502 personas, trabaje cuatro días a la semana, además de tener la opción de teletrabajar un día. 


La nueva jornada laboral ha acarreado cambios en los contratos de los empleados que se vean incluidos en la medida, pasando a trabajar 34 horas semanales en lugar de 39,5 horas. Como consecuencia, su salario se ve reducido en un 13%, correspondiente al ajuste de horas. Desigual asume el 50% de este descenso, de modo que los salarios de las oficinas centrales sólo bajan un 6,5%.

 

 



Crecimiento con compras

Más alianzas, diversificación e, incluso, compras. Tras años en los que la concentración se ha apuntado como una de las vías de fortalecimiento en el sector, ha sido finalmente en 2021 cuando el sector ha comenzado a crecer con operaciones corporativas. Con Tendam como punta de lanza (con adquisiciones como la de Slow Love), compañías como Mayoral o Mascaró se han atrevido también con las adquisiciones.


En los últimos años, Mayoral ya había diversificado más allá de su segmento tradicional con el lanzamiento de artículos de puericultura y de una línea de moda premium, Abel&Lula, con la que se acercaba a un segmento más alto. Pero las compras de Boston (de moda masculina) y Hug&Clau (de moda femenina), ambas cerradas durante 2021, son sus primeros movimientos más allá del público infantil. 


La estrategia del grupo malagueño pasa por abordar a partir de estas firmas el segmento teen, uno de los que más ha crecido en los últimos años y que es difícil atacar con la misma marca que vende a niños, en una clara apuesta por el crecimiento.  


En noviembre, el grupo menorquín Mascaró cerró la compra de Muroexe, que entró en concurso de acreedores en octubre. La empresa desembolsó 50.000 euros por la unidad productiva de Muroexe y asumió más de 25.000 euros de pasivo. La adquisición de Muroexe por parte de Mascaró forma parte de un plan estratégico del grupo balear para ganar tamaño hasta 2026. La empresa, que llevaba meses negociando la compra de la firma madrileña, tiene como objetivo duplicar su tamaño y quintuplicar resultado bruto de explotación (ebitda) en cinco años, tanto a través de crecimiento orgánico como mediante adquisiciones.


En el plan de diversificación de la moda española, el hogar ha sido la categoría estrella. Mango, que también ha lanzado una nueva marca (Alter Made), se ha introducido en textil hogar, igual que han hecho Scalpers, Silbon o Tendam, esta tercera en alianza con Textura.

 

El ejercicio también ha sigo testigo del regreso al mercado del que fue uno de los grandes operadores de moda low cost: Shana. Tras desaparecer en 2018 por la entrada en concurso de acreedores de su matriz, Shana vuelve de la mano de nuevos empresarios. Julián Imaz, fundador y propietario de la marca, ha cedido su licencia de uso a un grupo de inversores, que planean la apertura de cincuenta tiendas en el plazo de tres años. Uno de las primeras establecimientos está ubicado en el histórico local de la extinta cadena Blanco en la calle Pelayo de Barcelona.