Entorno

2017, el año en que Europa se jugó su futuro en las urnas

Las elecciones en las tres mayores potencias europeas pusieron de manifiesto el aumento del sentimiento antieuropeísta, aunque la apuesta mayoritaria fue por la moderación. 

I. P. Gestal

19 dic 2017 - 04:30

2017, el año en que Europa se jugó su futuro en las urnas

 

 

La incertidumbre ha vuelto a definir, por segundo año consecutivo, la actualidad política en el entorno europeo, en un ejercicio marcado por las jornadas electorales. Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda, Austria, Noruega e Islandia eligieron en 2016 un nuevo presidente en elecciones marcadas más que nunca por la amenaza de los partidos proteccionistas y, en algunos casos, de extrema derecha.

 

Fue el caso de Francia. Uno de los países fundacionales de la Unión Europea y la segunda mayor potencia del continente comenzó el año viendo como la antieuropeísta Marine Le Pen no dejaba de escalar en las encuestas.

 

Su partido, el Frente Nacional, pasó de ser residual bajo las riendas de su fundador, Jean-Marie Le Pen, a disputar el Elíseo con su nieta, Marine Le Pen, al frente. El partido, de extrema derecha, arrasó en las elecciones municipales de 2014 y llegó muy fuerte a la primera vuelta de las presidenciales, donde obtuvo un 33,9% de los votos, por delante de Les Republicains, el partido de Nicolas Sarkozy, que obtuvo el 33,9% de los votos.

 

 

 

 

Le Pen apelaba a la remontada y Europa contenía el aliento. Su propuesta pasaba por reivindicar la unidad nacional, limitar la inmigración, plantear una consulta sobre la pertenencia de Francia en la Unión Europea e, incluso, abandonar el euro.  

Finalmente, el socioliberal Emmanuel Macron se impuso en la segunda vuelta con el 66,1% de los votos, ahuyentando el temor al Brexit y colocándose, junto a Angel Merkel, al frente de una nueva etapa en la Unión. Europa respiró aliviada, pero todavía quedaban obstáculos por superar.

 

El siguiente llegó en junio, con las elecciones parlamentarias en Reino Unido. Los comicios fueron adelantados por la primera ministra, Theresa May, con el objetivo de obtener legitimidad democrática para su apuesta por un Brexit duro. La premier tomó la decisión pese a que, en anteriores ocasiones, había asegurado que celebrar elecciones antes de 2020 provocaría un aumento de la incertidumbre.

 

 

 

 

La campaña fue temporalmente suspendida por dos nuevos ataques terroristas. Uno de ellos, en el que un terrorista suicida se inmoló durante un concierto de la cantante Ariana Grande en el estadio Manchester Arena, fue el más mortífero en el país desde el ataque en el metro de Londres en 2005.

 

Finalmente, May no obtuvo el apoyo que buscaba en las elecciones, planteadas como un plebiscito a su estrategia para el Brexit, y su partido perdió la mayoría absoluta en el parlamento. La diferencia de votos entre los conservadores y los laboristas fue de poco más de dos puntos, y mientras May avanzó 5,5 puntos respecto a las elecciones anteriores, Jeremy Corbyn, el líder de los laboristas, avanzó casi diez.

 

Finalmente, la Comisión Europea y Reino Unido comenzaron a abordar a finales de año la salida de Reino Unido del bloque comunitario, que previsiblemente será mucho más blanda de lo anunciado inicialmente.

 

 

 

 

Europa se enfrentó a una nueva prueba de fuego en septiembre, cuando Alemania, la primera potencia del continente, acudió a las urnas para elegir nuevo canciller, un puesto que ha ocupado durante los últimos doce años Angela Merkel.

 

La canciller logró un cuarto mandato con una holgada mayoría, aunque con el menor porcentaje de sus cuatro citas electorales. Por su parte, los socialdemócratas sufrieron una derrota histórica,  con su peor resultado desde 1949.

 

Pero lo que definió la cita electoral fue la entrada de un partido de extrema derecha en el parlamento alemán  por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. Alternativa por Alemania, con un discurso xenófobo y contrario al euro, capitalizaron el descontento popular con las políticas de Merkel con los refugiados y obtuvieron un 12,6% de los votos, situándose como el tercer partido más votado.

 

 

 

 

Aún en este escenario, la victoria del continuismo dio de nuevo un respiro a la Unión Europea, a la que todavía le esperaba una nueva amenaza en las urnas.

 

En octubre, Austria dio un vuelco a la derecha con la victoria del conservador Sebastian Kurz, obteniendo el  31,6% de los votos, relegando a los socialdemócratas a la segunda posición. Kurz, que, con 31 años, es desde noviembre es el presidente más joven del mundo, se labró su lugar en la política austriaca durante la crisis de refugiados en 2015, negociando con países de los Balcanes para que ellos se hicieran cargo de acoger a los inmigrantes.

 

 

 

 

Movimientos independentistas

Mientras las tres principales potencias europeas acudían a las urnas, en Italia y, particularmente, en España, los movimientos secesionistas hicieron saltar las alarmas. En España, la escalada de tensión en Cataluña culminó en la aplicación del artículo 155, que suspendió de facto la autonomía, y con varios consellers en la cárcel y el presidente y otros miembros del gobierno en Bruselas. La inestabilidad política motivó que más de 3.000 compañías trasladaran su sede social, entre ellas la textil Dogi, con sede en El Masnou (Barcelona) que la llevó a Madrid.

 

En Italia, Véneto y Lombardía, dos de las regiones más ricas e industrializadas de Italia, celebraron una consulta no vinculante sobre su autonomía para presionar a Roma a la hora de negociar. A diferencia de en Cataluña, que celebró el 1 de octubre una consulta sobre la independencia que había sido anulada por el Tribunal Constitucional, la consulta del Véneto y Lombardía se realizó dentro del marco de la Constitución y la “unidad” de Italia, como subrayaba la propia pregunta.

 

En las dos regiones italianas, la elevada participación fue suficiente para volver a colocar el debate sobre el tablero de la política italiana. El 98% de los  votantes del Véneto y el 95,3% de los de Lombardía votaron a favor de mayoría.

 

Amenaza terrorista

Otro factor que condicionó la actualidad europea en 2017 fue, de nuevo, la amenaza terrorista. La mayoría de atentados volvieron a estar protagonizados por terroristas, con hasta ocho atentados por atropello en Europa sólo un año.

 

En agosto, el terrorismo golpeó a España, cuando una furgoneta llevó a cabo un atropello masivo en Las Ramblas de Barcelona, en el que fallecieron 16 personas. Apenas unas horas después, otros cinco terroristas vinculados al autor de Las Ramblas trataron de repetirlo en la localidad de Cambrils, donde falleció una persona.