Entorno

2013, el año en que Bangladesh agitó la conciencia de la moda internacional

S. Riera

24 dic 2013 - 12:00

Las estrategias de aprovisionamiento de los grandes grupos de distribución han vuelto a la primera página de la actualidad  por el derrumbe del edificio del Rana Plaza en Bangladesh, en el que fallecieron más de un millar de personas. En la industria de la moda, habrá un antes y un después de esta tragedia, que aconteció a finales de abril y que sacudió la conciencia de empresas, instituciones y consumidores en todo el mundo.

 

Bangladesh es el segundo proveedor mundial de prendas de vestir. El país asiático, limítrofe con China, ha impulsado su industria de la confección al absorber parte de la producción que abandona el mercado chino ante el incremento de los costes laborales. Bangladesh, por su parte, cuenta con ventajas arancelarias para la entrada de artículos textiles en sus principales destinos, Estados Unidos y la Unión Europea. En los países de la zona euro, por ejemplo, las exportaciones de Bangladesh entran sin ningún tipo de arancel.

 

El aumento de la actividad industrial en país en los últimos años ha llevado consigo un incremento en el número de accidentes en las fábricas textiles. De hecho, la tragedia del Rana Plaza no era un episodio aislado, sino que vino precedido de otros derrumbes e incendios en otros talleres, que costaron la vida a centenares de trabajadores. Los disturbios y las manifestaciones en las calles de Dacca o en las zonas productivas ya eran habituales antes de producirse el derrumbe del edificio situado en las afueras de la capital del país.

 

Las presiones para la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores de la confección en Bangladesh ya existían, incluso por parte de gigantes de la moda, como H&M, o de Gobiernos, como el estadounidense. El Ejecutivo de Barak Obama se encontraba negociando el arancel cero para las importaciones bengalíes de artículos textiles cuando se produjo el derrumbe del Rana Plaza.

 

La tragedia, en la que perdieron la vida 1.130 personas, no ha frenado el comercio artículos textiles de Occidente con Bangladesh. España, por ejemplo, ha incrementado entre mayo y septiembre sus importaciones de prendas de vestir procedentes del país asiático en un 15%, en comparación con el mismo periodo del año anterior.

 

A raíz de la tragedia, y por primera vez, los grandes operadores internacionales de la moda se sumaron a la Organización Internacional del Trabajo y a varias ONGs para establecer un protocolo de actuación para la mejora de las condiciones laborales de la industria de la confección en el país. H&M, Inditex, Mango o PVH, propietaria de Tommy Hilfiger, firmaron este acuerdo junto con más de cuarenta empresas más.

 

El Gobierno bengalí, ante el temor del posible abandono de la actividad de estas compañías en el país, intercedió en las negociaciones con la patronal del sector para agilizar la aplicación de medidas como mejoras en la seguridad e incrementos salariales.

 

A lo largo del año, el Ejecutivo del país ha ido aprobando cuestiones tales como una mayor libertad sindical, la obligatoriedad de indemnizaciones por despido o una mejora en la supervisión y la seguridad en las fábricas. Hasta noviembre, el Gobierno no se había pronunciado sobre el incremento salarial, lo que siguió provocando graves protestas en las calles de Dacca.

 

Tras un largo periodo de negociaciones, Bangladesh dio luz verde el pasado noviembre a un incremento salarial del 77% en el sueldo mensual de los trabajadores del textil. El sueldo mínimo de los trabajadores de nivel básico de la industria de la confección del país pasa de 3.000 takas (28,4 euros) a 5.300 takas (50,15 euros). La subida se encuentra por debajo de la petición de los obreros (8.000 takas).

 

A pesar del incremento salarial, Bangladesh continúa siendo el país que ostenta el coste laboral más bajo entre los principales países productores de Asia. En Camboya, donde el pasado marzo se aprobó el último incremento salarial, el sueldo base en la industria de la confección se sitúa en 80 dólares (59,1 euros).

 

En India, el salario base de un trabajador de la confección se sitúa en 71 dólares (52,5 euros); en Sri Lanka, en 73 dólares (54 euros), y en Vietnam, en 78 dólares (57,6 euros), según consta en el informe Bangladesh, seeking better employment conditions for better socieoeconomic outcomes, publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).