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Sostenibilidad hasta en el PyG: cómo la moda agarra lo ‘eco’ a su estrategia

Aunque lentamente, el negocio español de la moda incorpora métodos más sofisticados para vincular la sostenibilidad con su desempeño.

Pilar Riaño / Iria P. Gestal

3 feb 2020 - 04:57

Sostenibilidad hasta en el PyG: cómo la moda agarra lo eco a su estrategia

 

 

Planes de incentivos vinculados a objetivos sostenibles, comités de sostenibilidad en los consejos, bonos verdes, deuda condicionada a la sostenibilidad o memorias que dejan negro sobre blanco los compromisos de las empresas. La industria global de la moda tiene la sostenibilidad como uno de sus pilares estratégicos. Sin embargo, todavía son una minoría las compañías que sofistican los mecanismos de control de sus objetivos eco y consiguen vincular la sostenibilidad hasta con la cuenta de resultados.

 

Durante años, la sostenibilidad ha sido utilizada por las empresas del negocio de la moda como argumentos por parte de los departamentos de márketing y comunicación. Así, hasta hace poco era una práctica habitual comunicar, por ejemplo, el uso de algodón orgánico o la reducción de consumo de recursos naturales, pero sin dejar por escrito los objetivos marcados por la compañía.

 

Lo primero que hay que hacer es identificar los aspectos relacionados con la sostenibilidad a los que quieren dar respuesta, luego establecer unos objetivos y, por último, definir indicadores que permitan ver si se está avanzando en la dirección correcta”, repasa Ramón Pueyo, socio responsable de sostenibilidad de KPMG en España.

 

“Lo recomendable, como establecen las normas de buen gobierno, es que sea el propio consejo de administración quien supervise que una compañía cuenta con una estrategia adecuada en materia de sostenibilidad y que el impacto sobre el negocio está bien analizado”, sostiene el experto.

 

 

 

 

Poco a poco, las empresas empiezan a sofisticarse. Inditex es una de las compañías más avanzadas. El pasado junio, el grupo gallego creó una comisión de sostenibilidad en el consejo de administración, que se encargará de realizar un seguimiento de las políticas del grupo en este sentido, además de supervisar la monitorización de toda la cadena de suministro. La creación de esta comisión se produjo poco antes de que el gigante diera a conocer sus compromisos hasta 2025, que abarcan desde las materias primas que usa el grupo hasta el impacto medioambiental de las tiendas.

 

Pero la medida que más fija la sostenibilidad en la estrategia del grupo es la vinculación de la retribución de los directivos al cumplimiento del denominado índice de sostenibilidad, aunque todavía sea el criterio que menos pesa en el cómputo global.

 

Tal y como avanzó la empresa el pasado julio, el bonus está supeditado a la consecución de varios objetivos: el crecimiento del beneficio antes de impuestos (30%), el crecimiento de las ventas en tiendas comparables (30%), el retorno total para el accionista (30%) y el índice de sostenibilidad (10%). La remuneración de los directivos (hasta un máximo de 600 ejecutivos) estará condicionada por los proveedores, los residuos y las emisiones del grupo.

 

El sector de la moda ha sido pionero en este ámbito, como es el caso de Inditex, pero es algo que estamos viendo cada vez en más sectores”, dice Pueyo, que recuerda que en el último Foro Económico Mundial de Davos se pedía que la retribución de los directivos debería estar crecientemente ligada al impacto que tienen las compañías sobre la sociedad y sus grupos de interés.

 

 

 

 

Marcella Wartenbergh, consejera delegada de Pepe Jeans, coincide en que la apuesta por la sostenibilidad debe comenzar en la cúpula de la compañía. “La sustentabilidad es algo que se tiene que ser parte de todo lo que hacemos y empieza con el liderazgo de la compañía, desde el consejero delegado hasta cada persona”, opina la ejecutiva.

 

Con todo, la compañía no tiene por ahora bonus vinculados a estos KPIs: “creo que es algo que debemos integrar por el bien del mundo, por las nuevas generaciones y por nuestra industria, y no por cuestiones monterías”, opina Wartenbergh.

 

 

 

 

Deuda verde

Más allá de Inditex, solamente El Corte Inglés y Camper han introducido un mecanismo sofisticado para vincular la sostenibilidad con su desempeño. El pasado octubre, Camper formalizó una financiación bilateral sostenible de la mano de BBVA. “El préstamo tiene como objetivo apoyar íntegramente la financiación de circulante del grupo en su estrategia por la aplicación de las últimas tecnologías en cuestiones de uso de materiales sostenibles en el proceso de diseño y fabricación de líneas de calzado”, señaló la compañía en aquel momento.

 

En concreto, BBVA formalizó a favor de Camper una línea de crédito revolving sostenible conforme a los Sustainability Linked Loan Principles de la Loan Market Association. La operación es una financiación bilateral bajo el formato Préstamo ESG-linked cuyo tipo de interés se encuentra ligado a la evolución de parámetros de sostenibilidad de la compañía. De esta forma, si se producen mejoras sobre su evaluación de sostenibilidad inicial, se reduce el tipo de interés del préstamo. Para ello, el consultor de sostenibilidad independiente Vigeo Eiris, emitirá un informe anual analizando el desempeño del grupo mallorquín en cuestiones ambientales, sociales y de buen gobierno y asignando un rating.

 

En el marco del proceso de refinanciación de su deuda, El Corte Inglés ha puesto también sobre la mesa la sostenibilidad. El coste de la deuda podría bajar si la compañía cumple unos determinados objetivos sostenibles: el grupo habría apostado por ligar el tipo de interés a pagar con los avances en el campo ESG, que incluye la lucha contra el cambio climático, la responsabilidad social y la gobernanza, según adelantó Expansión. De cumplirse estos objetivos, el grupo podría ver reducido el coste de su préstamo 2,5 puntos básicos; de lo contrario, el tipo de interés aumentará ese mismo importe.

 

 

 

 

El grupo italiano de lujo Prada fue uno de los primeros del sector en apostar por este mecanismo. A finales del año pasado, la compañía anunció la firma de un préstamo a cinco años por valor de 50 millones de euros con Crédit Agricole con intereses y cláusulas vinculados a factores de sostenibilidad. El préstamo fue concedido por Crédit Agricole a través de su área de banca corporativa Crédit Agricole Corporate and Investment Bank, que también actúa como coordinadora y asesora en materia de sostenibilidad. 

 

“Este acuerdo demuestra que la sostenibilidad es un elemento clave para el desarrollo del Grupo Prada, y que cada día está más integrada en nuestra estrategia empresarial”, señaló Alessandra Cozzani, directora financiera del grupo italiano, en el momento de la firma. “Confiamos que esta colaboración con Crédit Agricole nos ayude a introducir los beneficios de la responsabilidad empresarial en el mundo financiero”, agregó.

 

Desde BBVA subrayan que este tipo de créditos son habituales en otros sectores, e incluso en los préstamos para el cliente minorista. “Hay préstamos específicos para hacer reformas o comprar coches híbridos; créditos promotores con bonificación medioambiental y otros específicos para industrias cárnicas o para grandes grupos como Iberdrola o Gamesa”, explican desde la entidad.

 

Los mercados financieros cada vez están prestando más atención a la sostenibilidad, entre otras razones, porque aquellas compañías más avanzadas en materia de sostenibilidad ofrecen un menor nivel de riesgo”, asegura Pueyo.

 

 

 

 

La asociación como compromiso

Formar parte de lobbies es otra de las fórmulas que están encontrando las empresas del sector para dejar por escrito su apuesta por la sostenibilidad. Tras la catástrofe del Rana Plaza, surgieron numerosas asociaciones enfocadas en la protección de los derechos de los trabajadores y los salarios como ACT (Action, Collaboration, Transformation), de la que forman parte Arcadia, Asos, Bestseller, C&A, Primark, Esprit, H&M, Inditex o Zalando, entre otros.

 

Desde el punto de vista medioambiental, el mayor es la Sustainable Apparel Coalition (SAC) que suma más de 200 miembros, entre ellos las españolas Camper, Hallotex, Inditex y Mango. Otro de estos lobbies es Better Coton Initiative, que promueve el uso de algodón más sostenible y del que forman parte 16 compañías españolas como Textil Santanderina, Tejidos Royo, Inditex, Mango, El Corte Inglés y El Ganso.

 

 

 

 

El pacto más reciente ha sido el Fashion Pact, firmado el pasado verano en el marco de la cumbre del G7 a instancias del presidente de Francia, Emmanuel Macron. Este es uno de los acuerdos de más trascendencia porque en él se encuentran medio centenar de las mayores compañías del sector en Europa, Estados Unidos y Asia.

 

Junto a internacionales como H&M, Kering o Nike se encuentran también Inditex, Mango, El Corte Inglés y Tendam. Las empresas firmantes se comprometen a trabajar en el marco de la iniciativa Science Based Targets (SBT), de objetivos medibles científicamente. Este programa se basa en tres puntos: detener el cambio climático, restaurar la biodiversidad y proteger los océanos.

 

Materiales y recursos

Fuera del marco de estas asociaciones, las mayores empresas del sector cuentan con una hoja de ruta definida, con objetivos concretos, en materia de sostenibilidad. Tendam, por ejemplo, realizó su primera memoria de sostenibilidad en 2006, auditada y siguiendo los estándares de la Global Reporting Initiative (GRI).

 

La empresa ha desarrollado en los últimos años nuevas líneas de producto más sostenible, y actualmente el 50% del denim empleado por sus marcas emplea es H2O, un 90% menos intensivo en uso de agua en sus procesos de fabricación. Para 2030, Tendam se ha fijado el objetivo de que las colecciones sostenibles supongan más del 50%.

 

Además, la empresa ha firmado un contrato de adquisición de energía renovable con garantías de origen para el consumo de todas sus instalaciones en España y el 98% de la superficie comercial en el país.

 

Mango, por su parte, comenzó a publicar una memoria de sostenibilidad en 2005. Además, la compañía ha dado mayor responsabilidad a este departamento, y desde hace diez años el área de responsabilidad social corporativa (RSC) depende directamente de la dirección general o el comité directivo.

 

 

 

 

Desigual definió el año pasado una estrategia a tres años “con objetivos muy ambiciosos y con la intención de acelerar la consecución de objetivos”, explican desde el área responsable de la estrategia de RSC y sostenibilidad del grupo.

 

Desde la empresa subrayan que una de las claves es que “todos los equipos se sientan implicados”, y por eso se están impartiendo también formaciones en materia de diseño circular, entre otras.

 

La empresa, inmersa en un proceso de rebranding, también ha introducido más materiales sostenibles en su producción. En la colección primavera-verano 2020, la cuota de las fibras sostenibles asciende al 11% y el objetivo para la siguiente campaña es llegar al 20%.

 

La sostenibilidad es también una de los cinco pilares de la estrategia de Pepe Jeans. El plan de responsabilidad social corporativa (RSC) del grupo se traslada a cinco ejes: el producto, las personas, los socios y las oficinas y tiendas.

 

En este sentido, Pepe Jeans se ha marcado como objetivo que el 50% de las fibras de sus prendas sean sostenibles en 2025 y que toda la energía de sus oficinas sea renovable en 2025 y de sus tiendas en 2030. En cinco años, la empresa prevé publicar también su primera lista de proveedores.

 

Tous, por su parte, detalla en su página web su estrategia de sostenibilidad. La empresa destaca que en la rehabilitación de su sede central, entre 2005 y 2007, se tuvieron en cuenta parámetros sostenibles, y que en su fábrica de joyería se adopta un “exhaustivo proceso de recuperación de recursos y gestión de residuos sostenibles”. Además, su packaging cuenta con el certificado FSC y sus tiendas emplean iluminación Led desde 2013.

 

¿Lo valoran los inversores?

Estos esfuerzos comienzan también a tenerse en cuenta a la hora de valorar una compañía. Según estimaciones de KPMG, más de tres cuartas partes de los grandes inversores del mundo ya tienen en cuenta cuestiones ligadas a la sostenibilidad a la hora de analizar una compañía. “Todo ello parte de la convicción de que estos factores son tremendamente relevantes para evaluar la salud a largo plazo de una compañía”, opina Pueyo.

 

“Más que apostar por compañías sostenibles, se evitan las insostenibles”, dice Bilbao. “No se analiza el consumo de agua por prenda, sino que no hagan barbaridades, sobre todo en la producción”.

 

También hay unos pocos fondos especializados en compañías sostenibles, como Manor Group, inversor de Ecoalf, y los llamados fondos de impacto, que buscan un impacto socio-medioambiental medible, además del retorno financiero.

 

“Todavía está en una fase muy incipiente, se puede tener en cuenta para descartar una compañía, pero no va a subir su valoración para ser más sostenible”, apunta otro asesor de experto que ha intermediado numerosas operaciones del sector.