Empresa

Miriam Ponsa, textil en los genes

S. Riera

9 jul 2013 - 17:44

“Parte de la culpa de todo es de mi bisabuela y de mi abuela”, cuenta Miriam Ponsa. La diseñadora tiene en su ADN la tradición del textil y la confección en Cataluña. Su bisabuela por parte de padre fue la fundadora, en 1886, del actual grupo Industrias Ponsa, dedicado a la producción de cintas para la moda y para otras aplicaciones industriales. Y por parte de madre, la abuela de la creadora era modista de profesión.

 

Miriam Ponsa asegura que tiene un claro recuerdo de la fábrica, del olor a aceite o del ruido de los telares. “Cuando entro en un taller, reconozco de inmediato la actividad que tienen, si es mucha o poca, por el sonido de los telares”, explica la diseñadora. Ponsa también rememora el trabajo de modista de su abuela, que cosía en casa, rodeada de cajas de aluminio repletas de hilos y botones. Ser diseñadora era algo que “llevaba latente durante muchos años en mí”, señala.

 

Nacida en Igualada (Barcelona), una de las cunas del textil catalán, Ponsa ha instalado la sede de su firma en la que fuera la fábrica original de Industrias Ponsa, que en la década de los noventa trasladó sus instalaciones a un polígono industrial de la ciudad. Con el traslado, Ponsa pudo recuperar el emblemático edificio de finales del siglo XIX, en el que se ha reencontrado con parte de su legado familiar y multitud de elementos que forman parte de la historia de la industria textil catalana.

 

Ponsa considera que diseñar es una profesión “dura”, pero “una necesidad” que ha acabado superando todas las expectativas que se había creado cuando todavía estudiaba. La diseñadora tuvo claro desde el principio que su misión era emprender su propia marca. En el año 2000, Ponsa inició su proyecto empresarial. Trece años después, la compañía factura medio millón de euros y cuenta con una tienda propia en Barcelona, un outlet en Igualada y una red de distribución multimarca en España, el norte de Europa y Japón.

 

La sorpresa de la compañía ha sido el efecto reclamo del establecimiento de Barcelona, cuyo principal cliente es el turista. El 90% de la facturación de la compañía la genera este punto de venta barcelonés. Ubicada en el casco antiguo de la ciudad, la tienda atrae a los visitantes que, compren o no en el momento en que entran, cuando regresan a sus países de origen acaban comprando a través de su página web. “A través de Internet estamos llegando a muchos lugares a los que nunca imaginábamos, como la Patagonia”, asegura Ponsa.

 

“Siempre hemos sido pequeños”, argumenta Ponsa, quien no desfallece en su afán de crear una marca de moda. “Sabemos que para realizar una marca se necesita, como mínimo, una generación, es cuestión de tiempo”, subraya la diseñadora.

 

Tomar París

Ponsa explica que el siguiente paso en su carrera pasa por París. Por el momento, la empresa intentará participar en la próxima convocatoria del salón Tranoï, que se celebra en paralelo a los desfiles de la semana de la moda. “París es la ciudad donde continúan acudiendo todos los compradores internacionales”, afirma la diseñadora.

 

De hecho, la emprendedora ya eligió París como ciudad en la que dar los primeros pasos: Miriam Ponsa expuso en la feria Prêt-à-Porter Paris (hoy desaparecida) su segunda colección.

 

Madre de dos hijos, Ponsa explica que su objetivo es llegar a desfilar en la capital francesa y que si aún no ha dado el paso es por falta de recursos. Este movimiento representa un antes y un después en la carrera de un diseñador. Según Ponsa, “te juegas parte de tu carrera”.

 

La creadora es uno de los nombres habituales en la pasarela 080 Barcelona Fashion, donde ha ganado dos veces el premio a la mejor colección.

 

“080 nació de una forma interesante, quizá era una fórmula más cerrada que la Pasarela Gaudí, pero con criterio”, asegura la emprendedora, que lamenta que más tarde entraran en juego las empresas y los políticos.

 

“La fórmula de diseño independiente más industria está bien, pero, en general, creo que 080 ha perdido autenticidad”, señala Ponsa. “La industria ya tiene recursos para organizar sus propios desfiles, así que quizás la industria necesita de los jóvenes diseñadores”, argumenta.

 

Producción local

 Ponsa recuerda las dificultades de los inicios, del salto de la escuela al mundo de los negocios. Lo más complicado para echar a andar, según la diseñadora, fueron los proveedores, el hecho de que nadie confiara en un joven diseñador que emprende su propio camino.

 

La empresaria mantiene la producción en Cataluña, con el objetivo, según ella, de controlar “mucho mejor” la calidad de las prendas. “Nuestra colección no es grande y queremos mimar mucho nuestras prendas”, explica la diseñadora, que ve grandes ventajas en la producción en proximidad, como poder solventar cualquier problema con rapidez. “También es una cuestión de hacer país, de contribuir a que la industria no se marche de aquí”, subraya Ponsa.