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Hannibal Laguna, en las antípodas del ‘fast fashion’

Diseñador old school, defiende a capa y espada las fórmulas clásicas de los modistos de antaño. Hannibal Laguna sigue volcado en la costura y gestiona la explotación de la marca de la mano de socios industriales. 

Silvia Riera

17 ene 2017 - 04:49

Hannibal Laguna,  en las antípodas  del ‘fast fashion’

 

 

Diseñador old school, defiende a capa y espada las fórmulas clásicas de los modistos de antaño. Hannibal Laguna sigue volcado en la costura y gestiona la explotación de la marca de la mano de socios industriales. Laguna entiende la moda como una industria cultural, que define identidades, que aporta una visión artística y explora nuevos cánones estéticos para la mujer. Mientras la moda acelera, él se siente cómodo en las antípodas del fast fashion.

 

Hannibal Laguna es hoy una empresa de 27 trabajadores que continúa centrado en el negocio de la costura, pero que desde hace casi veinte años empezó a extender la marca a través de la fórmula de las licencias. Fue a finales de la década de los noventa, cuando el diseñador de origen venezolano puso en marcha el proyecto Urban Couture, un paraguas bajo el que ha ido desarrollando sus diferentes líneas de producto a través de alianzas con socios.

 

De esta manera, Hannibal Laguna gestiona sólo de forma directa la costura y trabaja el resto de la mano de socios. El listado es extenso: la alicantina Marla tiene su licencia para los vestidos de novia y los trajes de comunión; Loring se encarga de la producción y distribución de las gafas; Paco Martínez, de su línea de viaje; Luxenter, de la joyería; los laboratorios Forenqui, del jabón de manos, y los laboratorios Atache, de la cosmética. Por último, la madrileña Higar tiene su licencia para los vestidos de fiesta y, desde hace dos años, la empresa desarrolla con MTNG Experience, dueño de Mustang, sus colecciones de calzado y bolsos.

Para Laguna, el proyecto con MTNG Experience es el más estratégico porque con él quiere apuntalar su desarrollo internacional. Por otro lado, para 2017, el diseñador prevé la incorporación de nuevas alianzas para continuar expandiendo la enseña bajo la misma fórmula.

 

 

 

 

Mitad valenciano, mitad andaluz y nacido en Caracas, el diseñador creció en el seno de una familia volcada en el negocio de la moda. Sus padres eran los distribuidores en Venezuela de la marca de moda infantil Donetta y, desde pequeño, Laguna tuvo claro que lo suyo era la costura. Con quince años, el diseñador se trasladó a Europa y, tres años después, inició en Milán estudios de sastrería.

 

Su primer contacto con el negocio vino de la mano de Bellocotton, una empresa dedicada a la confección de prendas de punto de Alicante con la que desarrolló su primera colección en 1985. Poco después inició su carrera en solitario y puso en marcha su primera tienda.

Laguna fue durante los inicio de la pasarela Cibeles uno de sus platos fuertes, junto con Sybilla, Adolfo Domínguez o Manuel Piña.  A mediados de los noventa, el diseñador cambió Madrid por Barcelona y se subió a los desfiles de la ya desaparecida Pasarela Gaudí, así como a la de moda nupcial        , donde aún continúa.

 

 

Hannibal Laguna,  en las antípodas  del ‘fast fashion’

 

 

Después de tres décadas desde la presentación de su primera colección, Laguna afirma con rotundidad que este negocio nada tiene que ver con lo que imaginó en sus inicios. Según el diseñador, la moda en sí también ha cambiado: “en el siglo pasado la moda era mucho más tendencia, los locos años veinte, el glamour de los cincuenta, el exceso de los ochenta o el antagónico minimalismo de los noventa, mientras que hoy todo ha cambiado gracias a la conexión global y el alcance de la información”. “La libertad estética se ha convertido en una realidad y ha permitido que cada individuo busque y encuentre su identidad entre millones de propuestas, y esto provoca que tendencias y estilos surjan y desaparezcan ahora con mayor rapidez”, asegura.

 

Pese a la vorágine de las tendencias, Laguna sostiene que sigue intentando ser fiel a sí mismo y estar por encima de las modas. El diseñador explica que continúa defendiendo la atemporalidad en busca de solidez como marca. De poder dar marcha atrás, el creativo asegura que quizá desearía no haber invertido tanto tiempo en alguna iniciativa que no llegó a cristalizar, aunque reconoce que de los errores también se aprende y ahora ya sabe cuándo decir “no”. Con una trayectoria consolidada, Laguna aconsejaría hoy a un estudiante de diseño de moda que aprenda de los maestros del oficio y que entienda que la moda es una industria cultural.

 

En este sentido, Laguna se siente muy alejado de los modelos de negocio del fast fashion y el low cost. “Fabricar de forma rápida y barata para aumentar la rotación del producto, generar necesidad y alimentar la demanda, no tiene nada que ver con lo que defiendo y con lo que caracteriza todos los productos que desarrollamos”, sostiene el diseñador. Tampoco se deja seducir por la rapidez de la fórmula del see now buy now que empieza a ganar popularidad en las pasarelas, pese a haber trabajado siempre sobre temporada al seguir los tiempos de la costura, y no del prêt-à-porter. “Ninguna clienta quiere esperar seis meses para vestir una pieza de costura”, subraya el creativo.