Empresa

Dogi pone el contador a cero

Silvia Riera

15 jul 2014 - 04:51

 

Dogi inicia una nueva etapa. El fondo de inversión Sherpa Capital dio al fin luz verde a la compra de la compañía textil el pasado marzo, después de varios meses negociando las condiciones de la operación con la familia fundadora, los accionistas, los acreedores, los trabajadores y la Generalitat de Catalunya. Al final, el grupo inversor se hizo con la textil por 3,8 millones de euros y la salvó de la quiebra.

 

La empresa, especializada en la producción de tejido elástico para prendas de íntimo y baño, llegó al verano de 2013 con una delicadísima situación de tesorería, que requería dar con un inversor de manera inmediata o se vería obligada a poner fin a varias décadas de historia. Los principales lastres de Dogi continuaban siendo la deuda y los costes de la reestructuración de la compañía.

 

La empresa era incapaz de digerir la deuda, a pesar de haber abandonado el concurso de acreedores en 2010 después de haber negociado con los acreedores quitas y haber alargado los tiempos. Por otro lado, en estos últimos años, Dogi vendió su participación en la planta de Sri Lanka, perdió su filial en Alemania y también su fábrica en China, que le expropió el Gobierno de Pekín.

 

La entrada de Sherpa no sólo supone una inyección de capital para Dogi, sino que además el grupo inversor toma el timón habiendo barrido la práctica totalidad de la deuda de la textil. La compañía catalana ha pasado de tener una deuda de 28,6 millones de euros a 31 de diciembre de 2013 a 5,2 millones de euros en la actualidad.

 

Por otro lado, el fondo inversor también ha logrado un mayor compromiso por parte de la Generalitat de Cataluña que, a través de su sociedad inversora Avançsa, inyectará en la empresa textil hasta 2,25 millones de euros, 1,25 millones más de lo acordado en un principio para asegurar la operación de compra-venta.

 

Otra de las exigencias de Sherpa fue un reajuste de personal y, antes de firmar, Dogi realizó un nuevo expediente de regulación de empleo (ERE), que dejó la plantilla en 153 empleados. Por último, el fondo ha dado respuesta al clamor de los accionistas y ha devuelto los títulos de la empresa a cotización. Tras la luz verde de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (Cnmv), Dogi volvió a cotizar el pasado 30 de junio.

 

Sherpa pone así el contador de Dogi a cero. En primer lugar, el fondo ha profesionalizado la gestión, creando la figura de consejero delegado y un cargo específico para la dirección de la planta de El Masnou (Barcelona). Al frente de la empresa, el nuevo propietario ha colocado a Alfredo Bru, director general de Sherpa, mientras que la responsable de la filial española será Montserrat Figueras, ex ejecutiva de Nylstar. La familia Domènech, que fundó la empresa en 1954, abandona de manera definitiva la gestión. También sale el hasta ahora director general, Ignasi Mestre.

 

El grupo inversor se da un año de transición para asentar las bases del crecimiento de Dogi. Una vez la compañía haya restablecido su equilibrio patrimonial, su nuevo propietario tiene previsto impulsar la actividad de la compañía reforzando las operaciones en los segmentos de mercado en los que la empresa ya trabaja: entrar en nuevas áreas de actividad con el desarrollo de nuevos productos y abarcar nuevos segmentos.