Dogi, en construcción: afianza sus cimientos para triplicar su tamaño en dos años

Dogi está en construcción. Con los 200 millones de euros en 2020 en el punto de mira, la compañía acomete ahora la primera reordenación de su estructura tras haber ejecutado cuatro adquisiciones en un año y medio. Por el momento, desde que Sherpa Capital tomase el control, la compañía casi ha duplicado su tamaño, pasando de ingresar 36,93 millones de euros en 2014 a 62,8 millones de euros en 2017.

El grupo ha acometido ahora la primera reordenación de su nueva estructura para simplificar operaciones y reducir costes. Para ello, Dogi ha trasladado sus oficinas centrales a Argentona (Barcelona) y ha unificado algunas áreas. Con estos movimientos, la empresa espera reducir costes estructurales en 4,4 millones de euros anuales.

En este sentido, la empresa ha reorganizado sus equipos con una reestructuración en la plantilla que ha afectado a unos sesenta trabajadores, la mayoría de ellos en la factoría estadounidense EFA y ubicados en departamentos transversales, como finanzas, logística o recursos humanos. La reestructuración no ha afectado la fábrica, que continúa trabajando con normalidad, según han explicado fuentes sindicales.

En la última década, la plantilla de la fábrica de tejido elástico de El Masnou (Barcelona), el pilar del grupo, era de más de 500 empleados, mientras que en la actualidad ronda el centenar. Sin embargo, los trabajadores perciben mayor estabilidad y perspectivas de futuro ahora frente a diez años atrás. En este sentido, la factoría elevó su producción el año pasado y prevé incrementarla también este año, según las mismas fuentes.

El incremento del tamaño del grupo se ha apoyado por ahora en el crecimiento inorgánico. De hecho, en 2017, la facturación conjunta sólo de Dogi Spain y EFA (las factorías española y estadounidense que componían el negocio original) se situó en 2017 a 35,6 millones de euros, un 3,6% menos que tres años atrás.

Así, en el último año, dos de las cuatro nuevas adquisiciones, Treiss y QTT, aportaron ya el 43% de la facturación del grupo. Las otras dos, Busmartex y Ritex, se concluyeron en la segunda mitad del año y no se integrarán en las cuentas del grupo hasta el próximo ejercicio. Sin embargo, estas operaciones han tenido un impacto directo en el resultado bruto de explotación (ebitda), que pasó de 827.000 euros en 2016 a 3,75 millones de euros negativos un año después.

De hecho, en sus resultados de 2017, Dogi explica que sólo las adquisiciones tuvieron un impacto negativo en el ebitda de 3,1 millones de euros. El año pasado, la empresa inició ya el plan de reorganización de su negocio con una reducción de costes de personal de las empresas en España, la externalización de servicios y un plan específico de optimización de EFA.

En este escenario, el socio mayoritario de la empresa, Sherpa Capital extendió una línea de crédito de quince millones a la empresa.  En esta línea se incluía un préstamo participativo de 6,47 millones de euros para restituir el equilibrio patrimonial de la compañía tras observar un deterioro contable de las participaciones en determinadas filiales.

Ante este movimiento, Dogi aseguró no estar en causa de disolución ni de precisar modificar su capital social. Sherpa Capital afirmó entonces que si decidiera acometer una ampliación de capital, esta no sería dilutiva para los accionistas minoritarios.

El socio mayoritario del grupo mantiene en firme el plan estratégico que marcó en 2014 después de tomar el control de Dogi y que tenía como objetivo llegar a los 200 millones de euros en 2020. En este sentido, Sherpa Capital continúa rastreando el mercado en busca de nuevas oportunidades en el sector.