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De Coronel Tapiocca a American Apparel: el rastro de concursos que deja la crisis económica

La fuerte caída del consumo de moda tras el estallido del colapso financiero mundial, la transformación de los hábitos de compra fruto del ecommerce y el deterioro del canal multimarca han transformado el reparto de actores en el tablero mundial de la moda. 

Lorenzo Molina

30 mar 2017 - 04:51

De Coronel Tapiocca a American Apparel: el rastro de concursos que deja la crisis económica

 

 

 

De Coronel Tapiocca a American Apparel: el rastro de concursos que deja la crisis económicaUna década en concurso. Así se podría resumir el ir y venir de compañías de moda que han presenciado los juzgados de medio mundo en los últimos diez años. Tras el estallido de la crisis económica mundial, el consumo de moda sufrió un varapalo que, unido a la transformación de los hábitos de compra fruto del ecommerce, el deterioro del canal multimarca y el auge de los grandes del fast fashion, llevó a concurso de acreedores a nombres emblemáticos del sector. Empezando por empresas españolas como Coronel Tapioca y Fun&Basics hasta extranjeras como Escada o American Apparel.

 

En 2009 se produjo la primera ola de expedientes dentro del sector, con la llegada de la crisis económica al mercado español. La histórica Caramelo presentó su primer concurso de acreedores en junio, aunque la compañía logró refinanciar su deuda y emprendió un profundo proceso de reestructuración de la mano primero de Fernando Maudo (ejecutivo con trayectoria en empresas como El Corte Inglés) y después de Carlos Fernández Couto.

 

Sin embargo, Caramelo no logró mejorar su situación y, tras encadenar varios ejercicios en pérdidas, presentó su liquidación ante el Juzgado de lo Mercantil de A Coruña el pasado octubre. La compañía estaba controlada por el empresario Manuel Jove a través del fondo Inveravente.

 

En la escena internacional, la alemana Escada también presentó concurso de acreedores en 2009. A pesar de la popularidad de la cual gozó en los ochenta, la empresa viró su rumbo en la primera década del nuevo milenio. En 2008, la compañía cerró su ejercicio con unas pérdidas de 70,3 millones de euros, frente a los 27 millones del año anterior.

 

Finalmente, la familia india Mittal, propietaria de Mittal Steel Company, se hizo con la compañía en 2009. No obstante, la tranquilidad duró poco en Escada. En octubre de 2015, el nuevo dueño de la enseña anunció un nuevo plan de reestructuración que conllevaba el despido de 200 personas, alrededor de un 10% de su plantilla.

 

Conforme daba inicio la segunda década del nuevo milenio, el número de concursos de acreedores, lejos de disminuir, siguió en aumento. Coronel Tapiocca, la empresa que cogió fama por las prendas para aventureros, perdió sex appeal entre el consumidor español y entró en los juzgados  en septiembre de 2010.

 

Un año después, la sociedad Studios Middelburg se hizo con el control de la marca Coronel Tapiocca y la cadena de tiendas por algo más de dos millones de euros, incluidos 1,4 millones de euros de deudas de alquileres y con los trabajadores. Los derechos de la marca para calzado fueron adquiridos, en cambio, por la empresa Gar-Sport, propietario de Kangaroos.

 

Finalmente, en noviembre de 2014, Kangaroos se hizo con el 100% de la marca (incluida su colección de ropa), después de que el relanzamiento realizado por Studios Middelburg fracasase y la empresa encarase un proceso concursal. El dueño de Coronel Tappioca es también propietario de las marcas Devota & Lomba, El Caballo, Bonaventure y Aïta, además de la propia Kangaroos.

 

En mayo de 2012, la francesa Marithé et François Girbaud, especializada en pantalones vaqueros, presentó el equivalente francés al concurso de acreedores, seis meses después de que la compañía encargara al banco de inversión Rothschild la búsqueda de un socio. La empresa cerró sus ocho tiendas propias pero mantuvo una decena de franquicias a la espera de la llegada de un inversor.

 

Fun&Basics, fundada en 1994 por Javier Goyeneche, fue otro de los que en 2012 pasó a manos de la compañía gallega Mar de Moel (propiedad del dueño de El Niño) tras acogerse a la tutela judicial. En la actualidad, la marca está controlada por el empresario gaditano José Flores.

 

La firma de complementos a precios asequibles, que fue una de las primeras de la industria de la moda en entrar en concurso de acreedores debido a la coyuntura económica, finalizó el proceso de venta de todos sus activos el pasado abril.

 

En menos de cinco años, Fun&Basics entró dos veces en concurso voluntario de acreedores. El primer proceso (con un pasivo de 6,5 millones de euros), presentado en 2008, se logró levantar en julio de 2010. En noviembre de 2011, Fun&Basics volvió a entrar en los juzgados por la caída de las ventas. Finalmente, y tras negociar reducir su presencia y operar tan sólo con los puntos de venta que poseía en los grandes almacenes El Corte InglésFun&Basics se vio abocada a la liquidación de la empresa.

 

El año 2013 fue especialmente negativo para el sector de la moda, dado el alto número de entradas en los juzgados. La italiana Fornarina, propiedad del grupo Fornari, se acogió al equivalente italiano del concurso de acreedores, a la espera de conseguir un acuerdo con la banca para reestructurar su deuda. Finalmente, la histórica compañía fundada en 1947 pudo alcanzar un acuerdo con sus acreedores para refinanciar su deuda y dar continuidad a su actividad.

 

Ese año fue representó también el inicio del declive de uno de los mayores distribuidores de moda en España: Blanco. El grupo, fundado en 1960 por un jovencísimo Bernardo Blanco Solana, creció como la espuma en la década de los noventa hasta contar con una plantilla de 3.000 empleados y una red de distribución de más de 250 tiendas.

 

Sin embargo, el rumbo del negocio dio un vuelco en 2013, cuando presentó su primer concurso de acreedores ahogado por la debilidad de las ventas, la drástica reducción del personal y la contracción de su red comercial. En ese momento, el grupo saudí Alhokair acudió al rescate de Blanco y la compró por 40 millones de euros. 

 

Alhokair empezó a realizar ajustes para asegurar la supervivencia de la cadena pero, sólo dos años más tarde de su adquisición, el inversor decidió vender Blanco a AC Modus por 83 millones de euros, que tras varias reestructuraciones, optó finalmente por ir a liquidación en diciembre de 2016.

 

La caída definitiva de Blanco se produjo poco tiempo después del cierre de una histórica del textil gallego: Viriato. En noviembre de 2016, la compañía presentó la liquidación de la empresa ante el Juzgado Mercantil Número 2 de A Coruña debido a la notificación oficial de El Corte Inglés de que no compraría la próxima campaña. El distribuidor español era el principal cliente de Viriato y representaba el 40% de las ventas totales de la empresa, lo que supuso una fuerte estocada para la compañía gallega.

 

Regresando al panorama internacional, uno de los concursos más mediáticos de la última década fue el de American Apparel. La bajada de las ventas y los problemas judiciales de su fundador, Dov Charney, pusieron a la compañía al borde del precipicio y decidió por ello entrar en los juzgados en octubre de 2015, con una deuda de 300 millones de dólares.

 

La compañía consiguió llegar a un acuerdo con sus acreedores a través de la aplicación de un severo plan de restructuración que implicó el cierre de tiendas y un recorte drástico de su plantilla. En verano de 2016, la empresa inició un proceso de venta tras haber superado el primer concurso con éxito.

 

No obstante, la salida el pasado septiembre de la consejera delegada de American Apparel, Paula Schneider, que tomó las riendas tras la salida de Dov Charney, produjo un viraje en el devenir de la empresa, que presentó un segundo concurso de acreedores en noviembre de 2016. Sumida en la salida de mercados anteriormente estratégicos como Alemania, y mientras ultimaba el despido de 2.400 trabajadores, Gildan Activewear se hizo con la marca de American Apparel en febrero por 103 millones de dólares, tras tres meses de negociaciones entre las partes implicadas.

 

Tras meses de rumores acerca de la búsqueda de un posible inversor, otra compañía estadounidense, Quiksilver, entró en el equivalente estadounidense al concurso de acreedores en septiembre de 2015. La enseña del surf, que experimentó un boom en la primera década del nuevo milenio, se acogió a dicha protección y la financiación de 175 millones de dólares concedida por Oaktree y Bank of America para continuar atendiendo a sus compromisos y ser capaz de ejecutar su plan de transformación en Estados Unidos.

 

De vuelta a este lado del charco, Reino Unido también protagonizó dos entradas sonadas en los juzgados. La cadena británica BHS, que emplea a 11.000 personas el pasado abril, declaró el equivalente británico al concurso de acreedores en abril de 2016. El empresario Dominic Chappell, propietario de BHS, explicó que se había visto empujado a esa situación por una caída de las ventas y una fuerte factura del alquiler. Hace un mes, la empresa presentó a los acreedores un plan de supervivencia, que pasaba por reducir su red comercial un 75%, hasta 87 tiendas.

 

Austin Reed, fundado en 1900 por Austin Leonard Reed, entró en los juzgados en abril del año pasado. Con una plantilla de 1.200 personas en aquel momento, operaba en el mundo con alrededor de mil puntos de venta en países como Estados Unidos, Colombia, Arabia Saudí, Japón y Tailandia.

 

Alteri Investors, propietario de la empresa, contrató entonces a Alix Partners para encontrar un comprador para la compañía, tras poner en marcha en 2015 un plan  de reestructuración del negocio que supuso el cierre de 15% de su red de tiendas.

 

Finalmente, Austin Reed anunció a finales de mayo que encaraba la liquidación. Alteri Investors dijo entonces que no se habían recibido ofertas viables para mantener las tiendas abiertas, por lo que la compañía, con más de cien años de historia, desaparecería de las calles del Reino Unido.

 

Algunas aventuras empresariales iniciadas en plena crisis también se vieron abocadas a una breve existencia. Este fue el caso de Tamara Mellon, especializada en calzado y bolsos y puesta en marcha por la cofundadora de Jimmy Choo en 2013, que solicitó el concurso en diciembre de 2015. Entre los deudores figuraban empresas como J.P.Morgan o el productor italiano Calzaturificio Ilaria. El año pasado, Mellon relanzó su marca.

 

La española Venturmoda, propietaria de la marca de moda Jota+Ge, corrió peor suerte que American Apparel. La compañía no logró superar el proceso concursal que inició en enero de 2016, cuando entró en los juzgados de Bilbao con un pasivo de dos millones de euros. En noviembre, la jueza Olga Ahedo Peña, del juzgado de lo mercantil número 1 de la capital vasca, dictó el auto de apertura de la fase de liquidación de la empresa.

 

Tras una década repleta de episodios negros para muchas compañías del sector, cabe esperar que la mejora de la economía en Norteamérica y Europa anime el consumo de moda en todos los mercados, muy lastrado durante la crisis económica. Sin embargo, la adaptación a las nuevas reglas del juego que impone la cultura digital y la profunda transformación en la que se encuentra inmersa el retail sigue poniendo piedras en el camino a las compañías del sector. En lo que llevamos de año, BCBG Max Azria, Nasty Gal, Hakei o Lavand ya han entrado a los juzgados.