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Daniel Rabaneda, hacer (al fin) del diseño un negocio

Rabaneda está desde el pasado febrero al frente de la dirección creativa de Ángel Schlesser. El creativo se enfrenta al reto de respetar el espíritu de la marca y a la vez darle la vuelta a su identidad.

Silvia Riera

11 abr 2018 - 04:25

Daniel Rabaneda, hacer (al fin) del diseño un negocio

 

 

Ve la moda como un arte, pero la vive como un negocio. Esta tensión define el trabajo de Daniel Rabaneda, uno de los últimos valores al alza del diseño español que ahora se ha puesto detrás de Ángel Schlesser para definir la dirección creativa de la marca en una nueva etapa pilotada por Óscar Areces, accionista y ex directivo de El Corte Inglés, y sin su fundador, el diseñador cántabro Ángel Fernández Ovejero.

 

Ahora, Rabaneda se enfrenta al reto de mantener y respetar el espíritu de la marca, pero a la vez darle un giro hacia su identidad. “Antes de trabajar aquí, hablé con Ángel para hacérselo saber”, explica, mientras admite que siente la presión de conservar aquello que su predecesor creó: “no se trata de agradarle, pero sí saber que la marca mantiene el espíritu”.

El diseñador sevillano, de 32 años, explica que se ha ido interesando por la moda como un sector económico e industrial con el tiempo. Primero le fascinó por su vertiente visual y artística, y fue desde muy pequeño.

 

 

 

 

“Mi familia siempre ha estado muy vinculada al sector, veía a mi madre entre patrones y mi hermana, diseñadora de ropa para teatro, me introdujo en este mundo como un juego”, asegura. No obstante, Rabaneda afirma que a medida que fue creciendo fue alejándose de este universo y, de hecho, se desplazó hasta Madrid para estudiar dirección de televisión y, más tarde, periodismo.

 

“Quizás como lo había percibido siempre como un juego, nunca lo vi como algo real y me alejé buscando otras cosas, pero mientras cursaba periodismo ya me percaté de que aquél no era mi lugar, fue una intuición”, recuerda. “Cuando supieron que estudiaba diseño, se armó en casa”, confiesa. “Cuando les dije que iba a hacer un desfile, también”, añade. Y para demostrarse a sí mismo si la decisión había sido la correcta, Rabaneda recuerda que hizo su primer desfile antes de terminar sus estudios. Debutó en la Valencia Fashion Week y recibió el premio al mejor diseñador novel.

 

Sobrino de Francisco Rabaneda, conocido en la moda como Paco Rabanne, Daniel busca labrarse un nombre sin apoyarse en el ADN familiar. Pese al vínculo, el diseñador explica que las familias han vivido separadas y que no ha sido hasta ahora, cuando se zambulló en el diseño de moda, que tomó contacto con su tío, uno de los estandartes del diseño de moda en España. Aunque afirma que en todo este tiempo no le ha dado ningún consejo, el diseñador confiesa que siempre le tiene presente.

 

 

 

 

“Admiro a las personas que, como mi tío, pero también como Amancio Ortega, han conseguido crear proyectos que les sobrepasan y les sobreviven”, apunta. “Son modelos a seguir porque te hacen creer que esto es real”, sostiene. De su tío explica que tienen en común la muerte prematura de su padre que, quizás, les ha influenciado en un concepto de mujer todopoderosa, fuerte y que mira al futuro.

 

Frente a sus referentes, Rabaneda considera que en España “está poco valorada la función del diseñador”. Subraya que este es el país de Inditex, El Corte Inglés o Cortefiel y que, al contrario que en París o en Londres, el negocio se enfoca a la comercialización, acotando la función del diseño. “Pero no me parece mal que sea así, porque al final tampoco hemos conseguido tener grandes casas de costura”, señala.

 

No obstante, cree que se avanza en este sentido y que marcas como Delpozo están abriendo camino, aunque admite que “lo tienen difícil en el país del fast fashion”. Rabaneda asegura que las barreras entre los sistemas de la moda se han roto, sobre todo desde que el fast fashion es capaz de llevar a sus escaparates la tendencia de la pasarela en dos semanas.

 

 

 

 

Rabaneda afirma que su recorrido hasta ahora ha sido “complicado” y considera que parte de esta dificultad radica en un mal enfoque formativo. “Cuando estudiaba diseño, todos en clase creíamos que la única opción era tener nuestra propia marca y no nos planteábamos otras cosas, y creo que ahí nos perdíamos muchas oportunidades de aprendizaje en otras empresas”, asegura.

 

El diseñador apunta que este es uno de los hándicaps de las escuelas de diseño del país porque, “a la que sales, te pegas unos batacazos increíbles porque no sabes nada”. De su paso por la escuela de diseño como alumno, Rabaneda admite que ahora tiene muy presente a una compañera cuya ambición era tener un taller de arreglos. “Antes lo veía tan poca cosa… pero ahora me fascina, porque sé que no es nada fácil conseguirlo”, subraya.

 

Ahora, Rabaneda se ha colocado también al otro lado del pupitre, frente a la pizarra, para explicar a las nuevas hornadas de diseñadores que abran su mente y trabajen para otros. “Es la única manera que tienen de entender cómo funciona esto, desde los proveedores al sistema de producción y a la comercialización”, explica. Sin embargo, admite que continúa dejándose fascinar por un desfile de Comme des Garçons, pero, ante la hoja en blanco, recuerda que se trata de un negocio.