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Custo Barcelona: solución a la italiana tras una década tanteando al capital

Tras años de agonía y de una trayectoria errática, la firma de moda de los hermanos Dalmau ha sellado un acuerdo con el grupo industrial italiano Aeffe. 

Pilar Riaño/ Iria P. Gestal

8 jul 2019 - 05:00

Custodio Dalmau, fundador de Custo Barcelona

 

 

Más de una década lleva Custo Barcelona, una de las firmas españolas de moda con mayor proyección internacional, dando vueltas por despachos y mesas de directivos nacionales y extranjeros. Después de trece años de acercamientos (buscados y no buscados) por parte de potenciales inversores, Custo Barcelona ha terminado recurriendo a la solución más obvia: una alianza con un grupo industrial al más puro estilo italiano. ¿El problema? El acuerdo llega en tiempo de descuento para la marca y cede al nuevo socio el poder de dar más gas a la firma que un día cautivó a Julia Roberts.

 

Los rumores en el sector llevaban ya varios meses circulando, pero fue el pasado viernes cuando Custo Barcelona hizo público un acuerdo de licencia con el grupo industrial Aeffe, propietario de Moschino, entre otras. Mientras el departamento de diseño, liderado por Custodio Dalmau, se mantendrá en Barcelona, la sede y la gestión de la marca (la mayor debilidad de la empresa) se trasladará a Italia.

 

Aunque en el pasado los dueños de Custo Barcelona, los hermanos Dalmau, han negociado con grupos inversores de todos los tamaños, el acuerdo alcanzado finalmente reproduce un esquema muy repetido en la industria italiana de la moda, es decir, la alianza con un industrial antes que con un fondo o con una empresa especializada en retail.

 

 

 

 

De hecho, la marca Custo Barcelona encajaría mejor en el escenario italiano que en el español, pues mientras España ha dado un modelo de empresas bien gestionadas y especializadas en retail, la moda italiana destaca por su creatividad y su diseño. Tal y como explican fuentes del sector, si Custo Barcelona hubiera nacido en Italia este acuerdo hubiera llegado (por voluntad de los inversores y de los propios dueños) hace tiempo, y no cuando la marca está en horas bajas.

 

La gestión ha sido, según todas las fuentes consultadas, el mayor problema de Custo Barcelona, que no ha conseguido sacar partido de la exposición lograda mediante desfiles en diversas ciudades, la más relevante de ellas Nueva York. Con el acuerdo, los dueños ceden la gestión a su nuevo socio, que será el encargado de decidir la estrategia de expansión y las inversiones.

 

“Se desinfló por falta de gestión interna y desorden de accionistas –analiza un banquero de inversión que ha tenido sobre su mesa el cuaderno de venta de la marca-; hizo lo difícil primero, que era abordar Estados Unidos, pero se encalló con una moda muy externa con una calidad que no terminaba de convencer, y se dejó copiar”. “Al final ha llegado a un clásico acuerdo de licencia con la típica empresa italiana, que intentará hacer borrón y cuenta nueva con dos colecciones e intentar una distribución cualitativa”, añade un experto en distribución.

 

¿Volverá Custo Barcelona a brillar como lo hizo antaño? Diversas fuentes sostienen que necesitará un golpe de suerte. “En el momento que cedes la licencia pierdes el control de producto, aunque sobre el papel tengan la gestión creativa”, afirma un ejecutivo. “Como aquí el licenciatario está en posición de fuerza, no le pueden obligar a invertir en márketing –agrega-; ¿Puede resurgir? Nunca se puede decir que no, pero aquí quien tiene el margen es el licenciatario, así que probablemente no le compensa invertir en márketing”.

 

 

 

 

Una década de idas y venidas

Con un acuerdo que pone fin a varios años de agonía, Custo Barcelona da carpetazo a rumores y especulaciones sobre su situación financiera durante más de doce años, los últimos de ellos en el más completo silencio, sin siquiera presentar cuentas en el Registro Mercantil. En esta década larga, algunos de los principales inversores en moda han analizado la marca, pero, una vez tras otra, han topado con el mismo escollo: los propietarios y sus expectativas.

 

A principios de 2007 la búsqueda de socio por parte de los hermanos Dalmau salió a la luz. En aquel momento, los propietarios de la empresa desmintieron la información, pero poco después la empresa Socios Financieros, que lideraba el proceso, se encargó de confirmarla y aseguró que “los propietarios han recibido muchos acercamientos no solicitados por parte de grupos industriales y financieros extranjeros”.

 

La eventual compraventa de Custo Barcelona nunca ha sido una cuestión de volumen, sino más bien de imagen. Así, lejos de los fondos de inversión que habitualmente invierten en moda, entre los interesados por la marca han figurado gigantes del lujo como LVMH o empresas de distribución de moda, ambos perfiles con capacidad para escalar un negocio más bien discreto. El cuaderno de venta de la firma ha pasado por las mesas de casi todas las empresas españolas de moda.

 

Hace una década, la facturación de la matriz de Custo Barcelona rondaba los 45 millones de euros (más allá de la información disponible en el Registro Mercantil, la empresa siempre ha sido opaca respecto a sus cifras) y la marca se encontraba en un buen momento de imagen. En 2008, la firma dio un golpe de efecto anunciando públicamente una demanda contra Desigual por imitación sistemática. Esta amenaza, que ha quedado en el imaginario colectivo como algo real, nunca llegó a hacerse efectiva y, de hecho, fueron los hermanos Dalmau los demandados en 2010 por Warner Bros.

 

 

 

 

A partir de aquel momento, la firma empezó a caer. Expertos del sector señalan que la deriva de Custo Barcelona es fruto de dos elementos, principalmente: por un lado, el auge de Desigual y su estilo colorido, y, por otro, una gestión incorrecta. Y, por supuesto, la crisis económica, que pasó factura a todas las empresas españolas de moda.

 

Históricamente, Custo Barcelona había gestionado su negocio a través de las sociedades Blue Tower (dedicada a la gestión de la fabricación y a la distribución en el canal multimarca) y Ministry of Sales (dedicada a la gestión retail de los productos fabricados por la primera sociedad), si bien esta segunda fue absorbida por la primera en 2011.

 

La empresa contaba con una tercera sociedad, Domus Viator, que incluía los activos inmobiliarios. Es esta la que, en plena crisis, aguantó a la firma. Entre 2008 y 2010, Blue Tower recibidó siete préstamos, cinco de ellos hipotecarios y dos personales, por un valor inicial total de más de 14 millones de euros. Dichos préstamos gozaban de garantía hipotecaria sobre cinco inmuebles propiedad de la empresa Domus Viator.

 

A cierre de 2010, Blue Tower acumulaba una deuda total de 40,37 millones de euros, frente a los 38,16 millones de euros del ejercicio precedente. Blue Tower copaba el 50% del pasivo de las tres sociedades principales del grupo, que ascendía a 79,55 millones de euros. Dicho año, la cifra de negocio agregada de las tres sociedades dominantes ascendió a 54,66 millones de euros en 2010, frente a los 56,68 millones de euros de 2009. El resultado del ejercicio, en cambio, se elevó hasta 2,19 millones de euros, en comparación con 1,94 millones de euros de 2009.

 

 

 

 

En 2012, con la sociedad principal del grupo ya en pérdidas (Blue Tower concluyó 2011 con un resultado de explotación negativo en 2,2 millones de euros), Custo Barcelona volvió a intentarlo.  Los hermanos Dalmau contrataron los servicios de la consultora Eduardo Serra y Asociados, propiedad del ex Ministro de Defensa Eduardo Serra, para que asesorase a la compañía en las negociaciones que tenían en marcha, según ellos mismos, con tres fondos. De nuevo, el proceso de paralizó sin más noticias.

 

En junio de 2013, los rumores volvieron a planear sobre la firma. Mergermarket publicó entonces que la empresa había mantenido contactos con más de cincuenta posibles inversores, a los que debían sumarse grupos internacionales especializados en gestión de retail. Con el fin del plazo de presentación de ofertas previsto para finales de junio, el proceso volvió a cerrarse en blanco.

 

Desde entonces pocas son las noticias que se han conocido sobre Custo Barcelona, que ha continuado desfilando en Nueva York, al tiempo que ha reestructurado su red de tiendas propias y ha llevado a cabo varias colaboraciones para mantener la marca. La más controvertida de ellas fue la sellada en 2014 con el grupo de supermercados de bajo coste Lidl, que los expertos calificaron de perjudicial para reputación de la firma de moda.

 

La alianza con Lidl tampoco sirvió para animar las ventas de la empresa, pues retrocedieron un 9,33% en el ejercicio 2014, si bien la caída hubiera sido del 25% sin la colaboración con los súpers low cost. Blue Tower finalizó 2014 con una cifra de negocio de 17,71 millones de euros, frente a los 19,54 millones de euros del ejercicio anterior, al tiempo que, ya en 2015, consiguió refinanciar su deuda, que ascendía entonces a 15,3 millones de euros.

 

En 2018, la empresa fue sancionada por el Registro Mercantil, que comunicó el cierre de la hoja registral de la sociedad Blue Tower por el incumplimiento de la obligación de depositar sus cuentas desde 2014. Poco tiempo después, la compañía presentó las cuentas de 2016: lejos de la empresa de más de 50 millones del pasado, Blue Tower registró una facturación de 6,6 millones de euros, con unas pérdidas de 3,1 millones de euros.